9. Un día que no pienso olvidar.

41 10 2
                                    

Al llegar al hotel, voy a la habitación. No hay nadie. Me asomo por el balcón, que da a la piscina, y miro para ver si están allí. Efectivamente, ahí están haciendo el mono en la piscina. Así que aprovecho y me lavo los dientes, me peino, me quito la ropa, me pongo un bikini por si acaso vamos a una playa a bañarnos y un vestido playero blanco encima.

Preparo una bolsa y meto biquinis y ropa de recambio además de un cargador, una batería portátil, unas chanclas, unos cascos, crema del sol y un libro. Cuando creo que ya lo tengo todo, antes de salir por la puerta, llamo a mi abuela y le cuento todo lo que he hecho un poco por encima, omitiendo ciertos detalles que le puedan provocar una embolia o algo parecido. Después de decirme que vaya con cuidado por enésima vez, le digo que la quiero, que mañana la llamo y cuelgo.

Cuando estoy en la zona de la piscina, las hago salir a todas para irnos a visitar Ibiza. En cuanto se han cambiado, hemos ido a buscar el coche que nos dejó una de las tías de Dana y que dejamos aparcado en la calle de enfrente del hotel, y nos vamos a comer por el casco antiguo de Ibiza.

Durante la comida estuvimos hablando sobre los ligues de anoche de mis queridas compañeras de cuarto y riéndonos sobre tonterías varias. Luego pagamos y decidimos ir a ver Dalt Vila, la antigua ciudadela amurallada de Ibiza que dicen que es preciosa. Y aquí estamos a mitad de la cuesta de la entrada apoyadas en la pared respirando con dificultad debido a nuestra mala forma física. Deberíamos empezar a ir al gimnasio. No creo que lo hagamos pero deberíamos. Lo pondré en la Wish List del año que viene que ya es muy tarde para empezar este año. Cuando conseguimos llegar a la entrada, maldiciendo todo lo que se menea, entramos y empezamos a andar por la muralla. Callejeamos por las calles empedradas mientras nos hacemos selfies y fotografiamos cualquier calle incluso tiendas o algunas puertas de las casas. Parecemos locas haciendo fotos de todo eso pero es que todo es tan pintoresco y rústico...; Al final con la tontería se nos ha hecho de noche y empezamos a tener hambre así que paramos para mirar donde estamos. En la fachada de una casita hay un cartel muy bonito en el que pone: Carrer Sant Carles.

—¿Vamos por aquí a probar suerte? —pregunta Irune.

Las demás asentimos y comenzamos a caminar. Encontramos un precioso restaurante para cenar y después un bar para tomar algo. Nos llamó mucho la atención por una flecha en su pared que señalaba hacia arriba y un letrero que ponía: Tirapallá. Y como llevamos casi un día entero sin beber alcohol a las chicas les pareció una idea atractiva. Cuando vieron las escaleras tan empinadas casi se echan hacia atrás pero tenían tantas ganas de beber que las aguantaron estoicamente el tramo. Estamos sentadas en la barra esperando a que nos atiendan. No me apetece beber así que pregunto:

—¿Alguien viene conmigo a hacer la digestión?

Ninguna responde. Están sedientas de alcohol. Cuando algo el ademán de levantarme e irme Irune dice que se viene conmigo mientras las demás se quedan sentadas en la barra. Vamos a dirigirnos hacia las escaleras para salir del local cuando nos damos cuenta de que hay varios tramos de escaleras más que suben hacia arriba así que decidimos subirlos para ver a dónde nos llevan. Al llegar a la parte de arriba del bar nos quedamos alucinadas, es una terraza semivacía que da a la muralla. Vemos unos taburetes del fondo y nos dirigimos hacia ellos pasando por delante de la barra iluminada. Al verla nos entran ganas de beber un cóctel pero una de nosotras tiene que conducir. Nos miramos viendo quien flaquea antes, al final me doy por vencida y hago el ademán de decirle a la chica que me ponga un refresco cuando Irune me interrumpe:

—¿Tenéis Nestea o Fanta? —pregunta y la chica le dice que sí y ella le pide por favor una fanta de limón.

Parece ser que no conduzco yo...

Cuando me toca a mi pedir, miro el cocktail menú y me pido un PORN STAR cocktail. Irune se empieza a mear de la risa al escuchar como digo el nombre de cocktail con la cara roja como un tomate. Una vez que hemos pedido y pagado, nos vamos a sentar a los taburetes que hemos visto antes. Empieza a sonar la canción de Fly Away y la tarareamos juntas. La hemos escuchado tantas veces en el coche durante estas vacaciones que la tenemos grabada en la cabeza.

—¿Por qué no quieres que conduzca yo? —pregunto de repente.

—Tía, te lo digo con amor, de verdad, pero he visto a sonámbulos orientarse mejor que tú. No quiero aparecer en el norte de la isla.

Frunzo el ceño, molesta. Sabiendo que en cierto modo tiene un poco de razón, pero no quiero admitirlo.

—Pues he oído que en el norte están los macizos. Con eso lo digo todo —me justifico segundos más tarde y nos echamos a reír.

En ese momento, la chica de la barra trae nuestras bebidas. Nosotras le damos las gracias y seguimos a nuestro rollo.

—No quiero que volvamos a Madrid—digo con pena haciendo pucheros.

—Hay que hacerlo porque no somos ricas y no podemos tirarnos la vida entera sin trabajar y viajando.

—Pero es que si me gustara mi trabajo...

—Ya te lo he dicho mil veces, yo puedo ayudarte. Hay una vacante en mi departamento, puedo hablar con recursos humanos para que consideren tu currículum.

—Pero...

—¿Pero qué? Gis, tu quieres ser ilustradora igual que yo y te estoy ayudando para que lo consigas y no quieres.

—Bueno, dejame que me lo piense.

—Vale —dice y se queda abstracta mirando las vistas.

—Gis —me llama al cabo de unos minutos—,¿Dónde has dormido esta noche?

—Con un chico que me encontré en la playa.

—¿Has mojado esta noche?

—¡Noo! Solo me ofreció dormir en su casa, después de que le contara casi toda la historia de Hugo y el porqué estaba allí en la playa, y estaba muerta de sueño así que no le dije que no. Aix... tía, ojalá le hubieras visto...

—Descríbemelo, chochona —exige y yo le doy un trago largo a mi bebida.

—Pues era alto, delgado, con las piernas largas, los labios mullidos y los ojos de color negro. Pero eran unos ojos sexis y hondos, algo intimidantes, enmarcados por pestañas espesas y oscuras, como su pelo. Lleva el pelo desordenado, desgreñado pero corto y una camiseta de Queen que dejaba a la vista su brazo tatuado. Uff...es que llevaba un rollazo...

—Si que te fijaste bien, si. ¿Y el culo, como lo tenía? —pregunta y le miro levantando las cejas y una sonrisilla, estableciendo con ella el lenguaje no verbal, haciendo que se imagine por donde van los tiros y sonríe—. ¿Y me dices que ese tío escuchó tus marrones con Hugo? Tía, tú deliras.

—Que va, en serio. Te juro que es de carne y hueso. ¿Y sabes qué?

—¿Qué?

—Me dijo que quería ser escritor a lo Stephen King.

—Vamos, que se te cayeron las bragas —dice y yo sonrío dando a entender que sí.

—Sí, ellas solitas salieron en procesión para entregarse como ofrenda.

—¡Normal! —exclama y nos echamos a reír.

Yo le sigo contando sobre el que va a ser el amor de mi vida del mes de septiembre y lo que pasó mientras ella escucha atentamente y se ríe. Poco a poco vamos apurando nuestras bebidas y cuando nos queremos dar cuenta nos están llamando las otras para que nos vayamos. Nos levantamos y yo me apoyo en Irune, porque voy un poquito perjudicada, y bajamos las escaleras para encontrarnos con el resto de la chupipandi. Mientras nos apoyamos las unas en las otras conseguimos llegar al coche muertas de la risa por nuestras tonterías y más tarde al hotel donde, nada más tocar la cama, nos quedamos dormidas.

Todo empezó en IbizaWhere stories live. Discover now