Noveno capitulo

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– Qué quieres hacer hoy? –le preguntó Mew a la mañana siguiente mientras lo envolvía en una suave toalla.

– Pensé que tenías que trabajar...

– ¿Tu último día aquí? –añadió Mew arqueando una ceja.

Gulf se sintió como si le hubiese clavado un puñal en el corazón, consternado. Había pensado que Mew no se acordaría de que se había terminado su mes allí. ¡Qué tonto había sido! Era evidente que sabía qué día era tan bien como él, y eso le recordó que tenía que hablar de algo con el varón antes de que se separasen.

– ¿Podríamos ser dos personas normales y corrientes, para variar? –le pidió, pensando que le sería más sencillo hablar fuera del yate, ya que Mew no querría montar una escena en un lugar público.

– ¿Normales y corrientes? –repitió sorprendido.

– Para pasear por la calle sin un escolta que llame la atención, mirar escaparates, ir a tomar un café a algún lugar que no esté de moda... Cosas normales y corrientes.

Mew se encogió de hombros.

– Por supuesto.

La lancha los dejó en el paseo marítimo. Alek y el equipo los siguieron, pero a una buena distancia. Mew se había puesto unos pantalones cortos y una camisa que no se había abrochado hasta arriba y condujo a Gulf de la mano hacia el centro de la ciudad. El doncel miró los escaparates y entró en una tienda de regalos, donde insistió en pagar un pequeño búho de cristal que sabía que a Saint le gustaría para su colección.

– He decidido que no me gustan los donceles independientes –le contó Mew mientras Gulf miraba los anillos que había en el escaparate de una joyería–. Aquí no te interesa nada. Con esos precios, tienen que ser falsos...

– No soy un esnob...

– Yo sí –dijo él sin dudarlo–. ¿Cuál te gusta?

– El verde –le confesó Gulf, sorprendido por la pregunta.

– No soportaría verte eso en el dedo –se burló él, llevándoselo de allí–. ¿Dónde quieres que nos tomemos un café?

Gulf eligió una tranquila terraza con bonitas vistas al mar y sillas cómodas. Mew puso gesto de resignación y se instaló en una de las sillas, que crujió bajo su peso.

– ¿Y qué tiene de emocionante venir aquí? –inquirió, deseando saberlo.

– De eso se trata. No es emocionante ni elegante, sino normal y tranquilo –le respondió Gulf, sabiendo que tenían que tratar un tema espinoso antes de marcharse de allí.

Mew pensó que Gulf se parecía tan poco a sus anteriores amantes, que era normal que estuviese fascinado con él, por eso intentó no fruncir el ceño mientras lo veía beberse otra de sus desagradables bebidas de chocolate, que tenían que ser malas para la salud. ¿No le importaba su bienestar? ¿Tampoco le importaba ser tan pobre como era? Cualquier otra mujer o doncel con el que se hubiese acostado ya habría intentado sacarle algo antes de despedirse de él...

Por fin había llegado: el momento de la despedida. Echaría de menos a Gulf, y no solo en la cama. Echaría de menos su habilidad para retarlo, su rechazo a todo lo que el dinero podía comprar, incluso su amabilidad con los trabajadores y los invitados, aunque no echaría de menos su obsesión por esos programas de televisión tan absurdos que veía. Y echar de menos a un doncel, incluso considerar que había un doncel capaz de darle algo más que un par de semanas de diversión, no era una experiencia conocida para Mew. Siempre había creído que después de dejar a un amante encontraría a otro que lo atraería todavía más. Continuaría con su vida como hacía siempre, por supuesto que sí.

E.D.R.Where stories live. Discover now