Octavo capitulo

1.1K 170 6
                                    

Gulf se apoyó contra la puerta con el corazón acelerado... «Ya sabes dónde estoy». Al otro lado de la puerta que el mismo había cerrado con llave. No podía recriminar a Mew que le hubiese dicho que tomase él la iniciativa, para variar. Le había dado demasiada importancia al hecho de no acostarse con Mew y, sin ni siquiera pretender ser injusto, había permitido que lo tocase para después dar marcha atrás en el último momento. Lo cierto era que se había fijado en Mew Ivanov desde el principio, lo había deseado más de lo que había deseado nunca a ningún varón y, por desgracia para ambos, ese deseo había diezmado su sentido común y su autocontrol.

El sentido común y el autocontrol no tenían nada que ver con lo que Gulf sentía por Mew. El deseo era un sentimiento mucho más primitivo, era un anhelo insaciable que dolía negar. Se quitó la ropa y el bóxer con impaciencia y lo dejó todo en el suelo, desafiando a su impulso de dejarlo todo recogido. Había vivido demasiado tiempo sujeto a unas normas muy estrictas, sin cuestionar nada. En vez de eso, había cumplido ciegamente aquellas normas como un niño obediente.

De repente, echó la vista atrás a la última y conservadora década de su vida y pensó que estaba harto de hacer siempre lo correcto para ser un buen ejemplo. ¿Qué había conseguido siendo tan bueno? No había podido evitar que James se quedase embarazado sin estar casado, ni que Earth se casase y se divorciase demasiado joven.

Pero, no obstante, había sido la convicción de que debía dar un buen ejemplo lo que había hecho que llevase años sin tener a un varón en su vida. ¿Cómo se atrevía Mew a llamarlo cobarde? ¡La cobardía no tenía nada que ver con aquello! Seguir siendo virgen no había sido una decisión caprichosa, sino que había preferido anteponer la necesidad de estabilidad de sus hermanos a sus propias necesidades como doncel.

¿De verdad les habría hecho daño a sus hermanos si hubiese tenido algún amante? En esos momentos, sus hermanos tenían sus vidas ajenas a él. No tenía sentido seguir sacrificándose. No importaba que solo se acostase con Mew para satisfacer su curiosidad acerca del sexo, se dijo exasperado. No importaba que lo amase y que quisiera más de lo que jamás recibiría del varón. Un error era solo un error, no un desastre, y él era lo suficientemente fuerte para sobrevivir a sus errores. Jamás volvería a huir de lo desconocido como un niño asustado, ni utilizaría los errores de su madre como válvula de seguridad.

Se puso una finísima bata de seda y abrió la puerta que separaba su habitación de la de Mew. Lo vio en la puerta del cuarto de baño, con tan solo una toalla alrededor de las caderas. Sus ojos negros se posaron en él y una sonrisa de satisfacción inundó inmediatamente su rostro. Medio desnudo daba una imagen impresionante, con el pelo todavía mojado de la ducha, y el pecho cubierto de vello salpicado de gotas de agua. Tenía un cuerpo increíble y Gulf se ruborizó mientras intentaba no clavar la vista en semejante perfección masculina.

– Tengo la sensación de llevar toda la vida esperándote –murmuró Mew, acercándose para tomarlo en brazos y dejarlo encima de la enorme cama.

– No puedo creer que esté aquí –le confesó él con voz temblorosa.

– Pues créelo, Krasivyy.

Y le dio un apasionado beso. Gulf se embriagó con su sabor y notó que se le ponía la piel de gallina y temblaba incontrolablemente contra él. Se aferró a sus fuertes hombros y sintió como su miembro empezaba a responder. También sintió la erección de Mew a través de la gruesa toalla y se estremeció al imaginárselo saciando el tormentoso anhelo que tenía por sentirlo dentro de él.

Mew retrocedió para estudiar con sus bonitos ojos el rostro sonrojado de Gulf al tiempo que recorría sus curvas con las manos, y después desanudaba el nudo de la bata para dejarlo desnudo.

E.D.R.Where stories live. Discover now