Tercer capitulo

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Gulf estaba mirando por la ventana de su habitación cuando por fin regresó Mew con paso seguro. Estaba bien. No había podido evitar preocuparse por el varón y en esos momentos fue a abrir la puerta de su habitación para oír la conversación que tenía lugar en el piso de abajo.

– Estaremos en Londres a la hora de la comida –dijo Thanayut con satisfacción.

– ¿Estás seguro de que quieres marcharte tan pronto, Mew? –preguntó AA en tono divertido–. ¿Es que no te está esperando nuestro sexy anfitrión? ¡Te apuesto lo que quieras a que no consigues acostarte con él antes de mañana!

Gulf se arrepintió de haber estado escuchando, palideció y se le encogió el estómago. Cerró la puerta con cuidado, ya que tenía miedo de que cualquiera de sus actos pudiese ser entendido como una invitación. Lo tenía claro: algunos varones pensaban, hablaban y se comportaban como auténticos animales. Y AA era sin duda uno de ellos. Se preguntó si los tres estarían dispuestos a hacer la apuesta. Era evidente que los amigos de Mew los habían visto besarse y habían malinterpretado el beso. Se sintió avergonzado. Nunca había sido tan consciente de su falta de experiencia en el ámbito sexual. Un doncel realmente seguro de sí mismo habría salido de la habitación nada más oír hablar de una apuesta para bajarle los humos a AA y dejar claro que aquellos comentarios machistas no le hacían ninguna gracia, pero Gulf se quedó dolido y humillado y lo único que se le ocurrió fue cerrar la puerta con llave antes de meterse en la cama.

Y entonces fue cuando pensó en el beso. El recuerdo de su estúpida rendición fue como una bofetada. Había permitido que lo besara, no había hecho nada para evitarlo. Y, lo que era todavía peor, había disfrutado del momento. Tal vez los años de autocontrol y represión habían hecho que fuese tan vulnerable a un acercamiento así; tal vez fuese el solterón que tanto se había temido ser. Se puso tenso al oír un ruido delante de su puerta y su mente hizo una desagradable deducción al oír que llamaban con suavidad. Se quedó inmóvil, no hizo nada, no dijo nada, le ardía el rostro.

A la mañana siguiente tenía ojeras y estaba pálido. Se levantó temprano para prepararles el desayuno a sus huéspedes. Oyó hablar a Mew antes de verlo aparecer y se giró hacia el fuego con nerviosismo.

Notó una mano en su brazo y se giró. Sus miradas se encontraron al instante.

– Esperaba verte anoche –le informó Mew con un candor que lo desconcertó.

– Siento que hayas perdido la apuesta –le respondió él.

Mew arqueó las cejas.

– ¿Qué apuesta? –preguntó.

A Gulf le ardían las mejillas.

– Oí lo que decía tu amigo anoche...

– Ah... eso. Ya no tengo edad para ese tipo de cosas.

Gulf miró por encima de su hombro y vio que Thanayut ya estaba sentado a la mesa, mientras que AA hablaba por teléfono junto a la puerta. Él se acercó un poco más a Mew y murmuró:

– Anoche llamaste a mi puerta.

Mew se rio.

– ¿Y? ¿Qué tiene eso que ver?

Gulf lo miró con frialdad y, sin decir nada más, sacó los platos calientes del horno y los puso en fila para servir el desayuno.

– No lo entiendo –comentó Mew con impaciencia, decidido a obtener una respuesta.

Gulf dejó en la mesa un montón de tostadas y una cafetera. Luego miró por la ventana y vio a Nikolay subido a su tractor en el campo que había más allá de su jardín, y se preguntó qué estaría haciendo allí con tanta nieve mientras intentaba controlar su temperamento. Le daba igual si Mew entendía o no. Por suerte, iba a marcharse y no tendría que volver a verlo y recordar lo humillado que se había sentido. Mew había dado por hecho que estaba disponible y que a lo mejor lo invitaba a su cama a pesar de que solo hacía un par de horas que se conocían, y eso era un insulto. Seguro que era el típico varón que se acostaba con cualquiera y que después alardeaba de su éxito con las mujeres y donceles.

E.D.R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora