Primer capitulo

2.2K 191 10
                                    

Mew Ivanov, oligarca petrolero ruso y temido magnate, se relajó en el sillón de su despacho y miró sorprendido a su mejor amigo, Thanayut.

– ¿Hacer senderismo? ¿De verdad es eso lo que quieres para tu despedida de soltero?

– Bueno, ya hemos hecho una fiesta demasiado alta en octanos para mí –le confesó Thanayut. Y se puso tenso de tan solo recordarla. Thanayut era de estatura media y complexión fuerte, daba clases en la universidad y acababa de publicar un libro sobre los eslavos orientales.

– La culpa de eso la tiene tu futuro cuñado –le recordó Mew.

AA había contratado a varias bailarinas para la despedida de soltero de su amigo.

– La intención era buena –le aseguró Thanayut, saltando a defender al odioso hermano de su futuro esposo, que además era banquero.

Mew arqueó las cejas y su rostro, delgado y moreno, se puso serio.

– Le advertí que no te gustaría.

Thanayut se ruborizó.

– Lo intenta, pero en ocasiones se equivoca.

Mew no dijo nada porque estaba pensando en la pena que le daba que Thanayut hubiese cambiado tanto desde que se había prometido con su novio doncel, Kaownah. A pesar de que ambos varones solo tenían en común su origen tailandés, habían sido amigos desde que se habían conocido en la Universidad de Cambridge. Por aquel entonces, Thanayut habría criticado sin ningún problema a un varón tan ordinario, aburrido y presuntuoso como AA. Pero ya no era capaz de llamar a las cosas por su nombre y siempre estaba pendiente de no herir los sentimientos de su futuro esposo. Mew, que era todo un macho alfa, apretó los blancos dientes con repugnancia. Él jamás se casaría. Jamás cambiaría para complacer a una mujer o doncel. Solo la idea le causaba aversión. Él, que había sido criado por un varón cuya frase favorita había sido:

"Un pollo no es un ave y una mujer o doncel no es una persona."

A su difunto padre, Songsit Ivanov, le había encantado decir aquello para provocar a la refinada niñera inglesa que había contratado para que cuidase de su único hijo. Machista, brutal y siempre insensible, a Songsit le había enfadado que la niñera tratase a su hijo con demasiada delicadeza y le había preocupado que lo convirtiese en un flojo. Pero, con treinta años, Mew no tenía nada de flojo. Era alto y fuerte, despiadado en los negocios e insaciable con las mujeres y donceles.

– Te gustarán los lagos... Es un lugar precioso –comentó Thanayut

Mew hizo un esfuerzo para no parecer incómodo.

– ¿Quieres ir a hacer senderismo por los lagos? Pensé que estabas pensando en ir a Siberia...

– No puedo tomarme tantos días de vacaciones y, además, no sé si estaría a la altura de los elementos –admitió, tocándose el estómago–. No estoy tan en forma como tú. Me van más la primavera inglesa y el ejercicio físico moderado, pero ¿podrás estar tú sin limusina, lujos y guardaespaldas un par de días?

Mew no iba a ninguna parte sin su equipo de seguridad. Frunció el ceño, no por tener que estar cuarenta y ocho horas sin lujos, sino porque iba a tener que convencer a su equipo de que no iba a necesitarlo durante el fin de semana. Alek, el jefe de seguridad llevaba cuidando de él desde que era un niño.

– Por supuesto que sí –contestó con innata seguridad–. Me vendrá bien un poco de aislamiento.

– También tendrás que dejar aquí tu colección de teléfonos móviles –le advirtió Thanayut.

Mew se puso tenso al oír aquello.

– ¿Por qué?

– Porque no dejarás de trabajar si te los llevas. Y no me apetece estar temblando en lo alto de una montaña mientras tú haces negocios. Te conozco demasiado bien.

E.D.R.Where stories live. Discover now