Capitulo 3: Mochila y inventario.

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Creo que se habían calmado esas cosas.

La imagen en la tele de ese estudio repleto de sangre y con gente que emitía sonidos, no palabras, perturbaba mí mente.

-Necesitamos salir de aquí- Mi voz se encontraba muy alterada -No podemos quedarnos, tenemos que salir-.

La cara de Samanta al oír mi idea no fue la mejor-¿Estás loco? ¿Pudiste ver como corren esas cosas? ¡¡Están fuera de si y no es un juego!!-.

-Si nos quedamos aquí vamos a ser su desayuno mañana a primera hora-.

Esa respuesta le termino de bosquejar la idea a su cabeza, entendió que la locura sería quedarnos ahí y salir y mantenernos a pie era la mejor opción. Saber qué todo esto no era una broma de mal gusto para la televisión parecía irreal. Desearía empezar a preguntar a un sujeto delante mío "¿Dónde están las cámaras? " mientras reía. Pero así no fue.

Me moví rápidamente a la cocina mientras qué avanzaba tomaba una mochila que había en el pasillo colgada en un perchero junto un abrigo de cuero con costuras muy resistentes para el frío. Abrí la alacena y miré en el interior con la esperanza de encontrar muchas cosas pero la decepción me invadió de inmediato.

Sólo había un paquete de fideos largos mas una lata de arvejas. Me moví hacia la heladera y al abrir la puerta un poco más de esperanza de no morir de hambre sucumbió en mí ser. Tuppers con comida, latas de tomates, carne, atún, más arvejas, un trozo de queso sardo, algunas frutas y 4 botellas de agua.

Saqué todas las cosas de la heladera y las puse frente a mi en el piso, agarré una libreta y escribí la cantidad de cosas que había.

3 latas de arvejas

2 latas de atún

4 botellas de agua

2 manzanas

2 bananas

1 paquete de fideos

3 tuppers con sobras

Ahí terminaban mis suministros.

Me alcanzaría para 4 o 5 días y después me las tendría qué rebuscar para seguir comiendo.

Pero mientras metía las cosas a mí mochila pensaba "¿A dónde carajos iba a ir?" Me detuve a pensar un minuto.

"¿Y si salía todo absolutamente mal cuando salga sea a dónde vaya?"

"Demonios, Samanta, no puedo dejarla a la buena de dios"

Pero otra duda apareció...

"¿Debía escapar únicamente de las cosas o también de mis semejantes? "

En una situación de caos seguramente no sólo el gobierno y las instituciones entrarían en paranoia y desesperación, si no también la gente. Y la gente en ese estado no es nada favorable para nadie. No dejaba de pensar en la extraña chica que se sumaba a mí historia, sentía que a ella no podía abandonarla.

Samanta se asomaba por el borde de la puerta algo tímida y al verme con la libreta y lapicera en mano frente a la comida dijo.

-¿Un inventario? Es buena idea.-

Automáticamente mi mirada se centró en ella, en sus ojos color café.

-Sí, necesitaremos comer allí afuera.-

-¿Necesitaremos?.- Replicó sin dudar ni titubear.

-No creo que te vaya bien sola, además me hace falta quién me ayude a mantener la cordura, la poca que me queda.-

Un poco de silencio y los ruidos del exterior se adueñaron de la cocina mientras que me perdía en su rostro buscando significados de sus gestos. Estaba asustada, a la vez perdida, y también algo seria.

-¿Tienes familiares por acá?.- mí pregunta hizo que Samanta mirara para abajo y respondiera algo insegura de si misma.

-Aquí no, en Utah no, tengo a mi familia en New York.-

Imagine por un segundo, que si la situación venía mal acá, allá estarían mucho peor.

Decidí no responder y mirar el inventario de nuevo.

-¿Y tú? ¿Tienes familiares aquí en Utah?.-

-Mis padres murieron cuando yo era chico, me crié en un orfanato y como nadie me adoptaba, al cumplir la mayoría de edad, comencé a trabajar y conseguí lo poco que tengo, así que no, no tengo nadie por quién preocuparme. -

Otro silencio y decidí romperlo y no dejar que se haga con la cocina nuevamente.

-Pasaremos la noche aquí y mañana a primera hora nos largamos.-

-Me parece bien.- respondió sin presentar queja en su tono de voz.

-Si quieres puedes dormir en el sillón, yo estaré arriba por si necesitas algo, ya te traigo una almohada y algo para que te tapes.-

No recibí respuesta alguna en palabras, pero no tardó en afirmar con la cabeza.

Cerré la mochila y la deje a encima de la mesada de mármol. Subí a mi habitación y tomé una almohada y una manta, baje y rápidamente las coloque en el sillón.

-Gracias.- dijo tímida.

-No hay por qué.-

Subí a mi habitación y me acosté debajo de la manta con mi camisa y mi pantalón del traje, el calor que tomé adentro de la cama fue tal qué adormeció un poco mi cuerpo.

Pasaron unos treinta minutos y oí pasos que subían la escalera sin miedo, oí como abrían las puertas hasta que abrieron la de mi dormitorio.

Si iban a aniquilarme quería que sea en mi cama, pero no sentí ningún martillo de un arma que se iba para atrás dando paso al plomo que daría fin a mis días, sentí que algo muy ligero cayó al lado de mi cabeza, y luego de eso, sentí como algo se metía a la cama y se quedaba junto a mí.

Unas manos tímidas rodearon mi cintura y escuche.

-Podrías preocuparte por mí, si quieres.- dijo una voz muy delicada que ya había oído antes.

Dejé que se acomodara y pasara la noche junto a mí.

El tipo de traje.Where stories live. Discover now