Sabor a vino

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Tenía que encontrarlo nuevamente para seguir con su plan, y aunque aún no se lo había dicho a los demás, ellos entendían que a veces era mejor darle su tiempo y su espacio.

Era preferible no hacer nada a ser una piedra en su zapato, así que le darían como máximo una semana para que confirmara su objetivo.

- ¿Siempre fue así?- Preguntó Sigma tirado en el sofá - Digo, tenemos mucho tiempo libre y ya ni recuerdo las reglas

- Claro que no, Gogol lleva haciendo trampa hace siete rondas- Contestó Agatha observando las cartas de ambos

- ¡Mentira!- Se quejó divertido - Si alguien hace trampa eres tú, llevas esas siete rondas ganando de primera

- Si, apuesto a que si- Dijo quitándole importancia y retomando su lectura anterior - Por cierto, ¿qué tal tú misión de ayer?

Gogol no respondió pero usó sus cartas para esconder la sonrisa traviesa en su rostro. No le iba a decir a nadie que su jefe estaba posiblemente enganchado a cierto chico de cierto bando enemigo.

No por nada Fyodor lo amenazó múltiples veces cuando vio los informes que había escrito esa misma mañana.

Tampoco podía considerarlo enamoramiento, más bien sería obsesión por el mafioso. Entendía sus motivos para vigilarlo tanto, pero ya parecía de todo menos lo que debería.

- ¿Confidencial, eh?- Dijo la mujer con tono de burla - Bien, yo veré los informes más tarde

- ¿Creen que esté...?- Intentó preguntar el menor de los tres, sin completar su pregunta por nervios

- ¿Desviandose de su plan original? Si, seguramente- Respondió la rubia fastidiada

- Hay que darle tiempo, si nos pide ayuda sabe que estaremos para él- Animó Nikolai - Mientras tanto... ¡Te volví a ganar!

- Voy a demandarte por fraude...

. . ♤ . .

Toda la bendita semana se había estado atormentando a sí mismo, después de todo, era su culpa.

¿Cómo mierda se le ocurrió dejar escapar al enemigo número uno de toda la ciudad? Ni idea, y por eso se sentía tan culpable. Dazai siempre decía que su mayor debilidad era actuar sin pensar, y empezaba a creer en eso.

Trató de decírselo a Kouyou, su persona de mayor confianza dentro de lo que cabe, aunque no pudo ni tocar la puerta y acabó borracho en cualquier bar de la ciudad.

Por suerte u obra del destino, nadie se percató de sus acciones. Únicamente Dazai se quejó todo el camino por tener que arrastrarlo hasta la Port Mafia, ya que se quedó dormido debido al cansancio.

- Deja de verme así...

El peluche de oveja que tenía en su recámara era su deshago en todo esto, él escuchaba y guardaba el secreto, sin embargo, podía sentir que lo estaba juzgando en silencio.

- Bien, si, estuvo jodidamente mal, pero ya lo hice y ya no puedo hacer nada...

Sus implacables ojitos de botones lo miraban con desprecio, casi gritándole múltiples insultos reclamando sobre sus estupideces. Nuevamente discutía con la pequeña ovejita, exigiendo respuestas donde no las encontraría.

- ¿¡Y que quieres que haga!? ¿¡Qué me salga a estas horas de la madrugada a ver si de pura puta casualidad me lo encuentro y le robo información!?

Kiss Me // FyoyaOnde histórias criam vida. Descubra agora