CAPITULO VI: Noche buena (parte II)

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Estábamos bajando las escaleras cuando alguien nos interceptó el paso.

—¡Mis princesas! —exclamó el abuelo Máximo —. Se ven hermosas mis niñas —nos dijo.

El abuelo Máximo es de esas personas que te suben el autoestima un poquito.

—¡Abuelo! —chilló Lilian y se le lanzó dedicándole un gran abrazo.

Él nos quiere mucho a las tres, siempre lo ha demostrado.

Lilian y el abuelo me observaron un momento aún abrazados.

—Hola abuelo —le dediqué una sonrisa de boca cerrada. Demostrar mis sentimientos no se me da, pero ellos lo saben y me comprenden de cierto modo.

Mon amour —dijo él —. Te ves divina, mira que hermosa, ese vestido es hermoso, te va muy bien mi hijita —mi abuelo demostraba ser un verdadero caballero —¿Verdad mon soleil? —se lo preguntaba a Lilian.

—Claro que si, se ve divina.

—Gracias —fue lo único que pronuncié.

En la sala estaban todos, olía a loción todo, más bien toda mi familia. Trajes y vestidos impecables. Al decir toda mi familia solo me refiero a mi padre, tío, tía, abuelo y primas.

Me senté en el sofá, junto al árbol navideño. Me quedé ahí, quieta sin decir, ni hacer nada, mirando fijamente como las luces navideñas parpadeaban, cambiando de color cada rato. Estaba tan concentrada observando que no había notado que era la única ahí sentada. Todos andaban en ajetreo, de un lado para el otro.

El abuelo corría con un plato de galletas recién orneadas en las manos, mientras Isabella y Lilian iban detrás de él.

—Abuelo —dijeron ambas al mismo tiempo, mientras corrían trás él.

—Son mías —les decía el huyendo aún de ellas. Acto que me hizo fruncir un poco el ceño y menear un poco cabeza, eso me hizo mucha gracia.

Ya verán, mi abuelo es un poco infantil.

Mi papá conversaba sobre algún asunto de la empresa con el tío Alessandro.

Mientras tanto la tía Stella se ocupaba de que todo saliera perfecto. Ella misma se encargo de la cena, de las galletas que ya el abuelo y mis primas engullían, y de la decoración del comedor. Todo bien ordenado. Le dediqué una pequeña inspección, iba vestida más formal que de costumbre.

Que ojo, ella siempre se viste formal.

Traía puesto una impecable y planchada falta larga color negra y una hermosa blusa color olivo, unas zapatillas altas. Su corto cabello rubio estaba alaciado a la perfección y un maquillaje impecable.

Todo en ella decía, «soy perfecta e impecable»

Esa mujer me caía mal desde siempre. Aunque es la única que desde siempre conocía a mi madre.

Ella fue mejor amiga de mi madre desde que eran pequeñas.

No entiendo cómo mamá podía soportarla, es un verdadero monstruo.

Un monstruo muy bello, pero seguía siendo uno.

No le puse tanta importancia a los demás y me concentre de nuevo en lo mío. Observé de nuevo las luces y el árbol de navidad frente a mi.

Quedé con la vista perdida en un punto fijo.

Estaba algo triste, por no haber podido ir con mis otros abuelos ese día. No sabía cuándo iría otra vez. Pero estoy segura que no sería pronto, porque la escuela comenzaba en tan solo dos semanas, y papá estaba poniendo todo al corriente en la empresa por el nuevo año que se acercaba.

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