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—¿Es que nadie va a ayudarme? ¡Ayudarme por favor!

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—¿Es que nadie va a ayudarme? ¡Ayudarme por favor!

En cuanto Remus y los demás presentes vieron a la chica de Hufflepuff tan herida, no dudaron en ir con ella para trasladarla a cara del licántropo ya que la madriguera había sido completamente quemada.

—Estoy bien. No necesito ayuda.— habló la chica algo en shock aún por el golpe y la confusión de que todos se preocuparan en ese momento por ella dado que su casa acababa de ser destruida.

—No cielo, no lo estás. Iremos a casa de Remus inmediatamente.— dijo la señora Weasley con compasión.

—¿Por qué no la llevamos a San Mugo? Se va a morir si la dejamos mas tiempo sin cuidado y atención médica.— interrumpió el azabache sin querer irse de su lado.

Los adultos, incluyendo a Tonks, se miraron entre si, intentando dar una explicación razonable ante la propuesta del chico. Remus ya notaba como el pequeño corazón de Kaia se aceleraba y sentía el miedo al pensar en que sus compañeros se enteraran de su secreto tan bien guardado.

¿Pero qué más se podía hacer ya? Era algo sospechoso mentirles de esa manera.

Y ahí, todas las miradas fueron a parar en la Hufflepuff la cual intentaba aguantar el dolor. Fue cuando empezó a sentir ansiedad al sentir que era el centro de antención.

Y la cosa es que la ansiedad es muy real. Es dolorosa. Es incapacitante. Es una gran bola de miedo, pensamientos negativos enredados y preocupaciones. Cuando alguien sufre un episodio de ansiedad, la persona no es capaz de pensar con claridad.

Se centra demasiado en las cosas y cuando se dice "centrarse en las cosas", es más bien "obsesionarse con las cosas a tu alrededor".

Por alguna extraña razón, Kaia pensaba que cuanto más se comiera el coco con algo, antes desaparecerá de su mente arrastrando sus preocupaciones y miedos. ¿Adivináis cuántas veces le había funcionado ese método? Cero.

Todo se iba perdiendo poco a poco y la chica solos quería llorar al ver que los presentes estaban a punto de discutir delante de ella. Por ella.

Era un sentimiento de culpa horroroso.
—Yo propongo ir a casa de Remus.— interpuso Ginny.— Estoy segura que Kaia se sentirá más segura y cómoda si estamos en un lugar más privado y acogedor que San Mugo.

—Si, además, mamá sabrá como curarla.— siguió ahora George a lo que Fred asintió.

¿Y Ron? Intentó separar a su mejor amigo de ella, no obstante, Harry no se fue en ningún momento de su lado. ¿Por qué?

Al llegar a la humilde casa de Remus, llevaron a la chica a una habitación libre despejando a todos, solo quedándose Molly y Tonks... y Harry quién no quería irse bajo ninguna circumstancia.

—Cariño, ella va estar bien, necesita privacidad, ¿si?— intentó decirle la señora Weasley con la mayor delicadeza posible.

El azabache pensaba y pensaba en que en realidad, no pintaba nada ahí. No obstante antes de irse, le surgieron varias preguntas que solo Kaia debía responder.

—¿Por qué lo has hecho?— le preguntó directamente.

Ella se encogió de hombros sin decir palabra. No había motivo... ¿o si? ¿Es que acaso consideraba que la vida del azabache era más importante que la que de ella? Era muy probable.

¿Por qué sacrificarse sin pensarlo si quiera? A lo mejor su vida no tenía sentido.

O a lo mejor se estaba castigando a ella misma...

Nadie lo sabría, excepto ella la cual se negaba a decir algo, la cual se negaba a mirarlo por más que quisiese.
—Creo que debes explicarnos algo Kaia, ¿que es?— siguió insistiendo Harry un poco más duro con sus expresiones y tono, haciendo enfadar a la Hufflepuff.

Cada vez más.
—No tengo nada que contarte.— respondió sin más.

Y cuando el azabache iba a seguir insistiendo y preguntando sin parar... una voz con cierta rabia y molestia lo llamó desde el comedor.

Kaia quien no quería ver al azabache, miró por detras de la puerta viendo a Ginny intentando llamar Harry con cierta molestia. Bufó y se dirigió a él.

—Deberías ir.— le sugirió esta una vez más, ahora encontrándose con una mirada llena de confusión y impotencia. Curiosidad sobre todo, y llena de preguntas.

Lo mismo podía decir Harry de ella. Su mirada era la más profunda y misteriosa que podía haber observado. Llena de sentimiento y pasión, dolor e inseguridad... aunque si te quedabas un momento, observando, podías ver como esa inseguridad se volvía fuerza y poder. Rabia y furia.

—Harry, por favor.— interrumpió la fuerte voz de Tonks cortando cualquier contacto visual y conexión que estaban teniendo en ese instante.

—Harry, ¿que es lo que pasa contigo?— le preguntó ahora la pelirroja, llevándolo fuera a tomar el aire un rato. A solas.

Um, Ginny, ¿tu crees que Kaia nos oculta algo? Es que es tan... misteriosa y tan...— empezó a decirle muy agobiado sin saber como expresarse.

—Tan insegura pero poderosa a la vez. No eres el único que lo ha notado.— murmuró ella ahora dándose cuenta del interés del azabache.—¿Es que no has sacado tu propia conclusión?

—Si Ginny, la única conclusión que saco es que sea uno de ellos...— argumentó este muy convencido.

—¿Pero que te ha picado? Harry, ¿cómo puedes decir tal atrocidad?— le contradijo ella negando, casi riéndose de que pudiera ser tan estúpido.

—Ginny, lo digo en serio... igual que Malfoy. Tiene sentido si lo piensas.— explicó este haciendo que la pelirroja entrecerrara los ojos, observándolo fijamente, juzgándolo con la mirada, finalmente haciéndolo callar por completo pues claramente lo había intimidado.

—Bien, te diré algo... que he estado observando últimamente... y me tomarás por loca, pero creo que se cual es el secreto de Kaia.— dijo ella captando toda la atención del chico.

Claro que lo sabía... pues Ginny no era para nada estúpida y desde el día en que ambas se habían chocado la había estado mirando curiosamente desde lejos y observando todos sus comportamientos. Claro que lo sabía.

Era Ginny Molly Weasley.
—No...— dijo de repente la misma chica mientras Molly le secaba las heridas y le limpiaba la sangre, asustándola por segundos.

—¿Qué pasa cariño?— preguntó Tonks ahora preocupada pues ella solos estaba leyendo tranquilamente. —¿Va todo bien?

Y por los nervios, Kaia se levantó de golpe para acercarse a la ventana rápidamente ignorando las quejas de la señora Weasley.

"Vamos Kaia, concéntrate" se dijo a si misma antes de cerrar los ojos y centrarse solo en la pelirroja. Solo la pelirroja, solo en su mente.

—¿Ginny?— le preguntó el azabache al ver que la pelirroja se había quedado pensando, como si estuviera hablando con alguien en su cabeza.

Y es que en verdad, lo estaba haciendo.

"No le cuentes nada, por favor. Ginny, lo le cuentes absolutamente nada."

—Ginny, ¿estás bien? ¿Ginny?— seguía insistiendo este ahora algo confundido.

No obstante la pelirroja ya tenía su respuesta muy clara.
—Claro que estoy bien Harry. El secreto de Kaia es... que no le caes bien. Y que no le gusta el chocolate.— admitió con simpleza, encogiéndose de hombros, dejando al azabache solo y entrando en casa de nuevo.

Al parecer... el secreto ya no era tan secreto...

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⏰ Última actualización: May 18, 2022 ⏰

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