44_Un boleto de salvación

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—Pensé que podríamos conversar. —Estaba sentado en una esquina de mi colchón, con la pistola desarmada para limpiarla—. Extrañé nuestras charlas.

Mi visión iba y venía, parpadeaba sin que mis ojos se cerraran. Todo daba vueltas y no pude hablar cuando lo intenté.

—Es el calmante —explicó sin alzar la vista—. Durará poco más de veinticuatro horas.

Era de noche y no pude calcular cuánto estuve inconsciente. La luz de la luna se colaba en mi siempre iluminada habitación.

—Mal trabajo, ¿sabes? —dijo al terminar con el arma y verificar que estaba preparada para disparar—. Descuidada y sucia, pero no la has usado.

De mi garganta salió un sonido ronco e irreconocible cuando intenté hablar.

Mi visión se nubló y al volver, caminaba de un lado a otro. Seguía hablando y no era capaz de seguir sus palabras. Nos insultaba, llamándonos malagradecido y culpables de sus desgracias.

Mi consciencia iba y venía. No podía pensar con claridad o preocuparme por Aksel y mi madre. Sus rostros pasaban delante de mis ojos en lo que intentaba prestar atención a lo que Nikolai decía.

Dos cachetadas me espabilaron.

—¡Despierta! —espetó cerca de mi cara—. ¿Ahora quieres dormir?

Me pegó una tercera vez e hice lo imposible por atenderlo.

—¿No quieres saber nada del resto de tu familia? —Logró que algo de fuerza regresara a mi cuerpo y tensé la mandíbula de impotencia. No podía removerme en el asiento—. Tu madre no ha dejado de llorar, es normal en ella. Tu hermano me sorprendió. Fue capaz de mirarme a los ojos. Parece que creció, pero sigue siendo el mismo niño asustado.

—De... déjalos.

La lengua me pesaba y no podía articular.

—¿Y tú, Nikolai? —Se inclinó hasta mi altura—. ¿Olvidaste el pasado? —Su dentadura se expuso más de lo que exigía una simple sonrisa—. ¿Olvidaste lo que hiciste en Prakt? ¿Olvidaste lo que le hicimos a Emma?

No pude protestar y un par de lágrimas se me escaparon.

>>Espero que no. Los asesinos son siempre asesinos. —Su aliento etílico quedó a mi alrededor—. Tú y yo somos iguales, eso no lo cambia la distancia y una casa mugrienta en medio de la nada.

Caminó a mi alrededor, provocando que me mareara.

>>Eres lo mejor que hice en esta vida, pero te resistes a aceptar quien eres, la grandeza que corre por tus venas.

Se le escapó un suspiro de decepción.

>>Supongo que esta ya no es una familia. —Se paró detrás de mí—. Esta vez se irán todos los Holten.

Un golpe en mi nuca fue lo último que sentí.

~❁ ✦ ❁~

Agua helada golpeó mi cuerpo. Temblé y quise ponerme de pie. Alguien lo impidió, aplastando mi pecho.

Tenía atados pies y muñecas, en el suelo y capaz de, a duras penas, girar sobre mi espalda.

Nikolai lanzó la cubeta con que me aventara el agua y me apuntó con la pistola.

—¿Tuviste lindos sueños?

Seguíamos en mi habitación. El sol estaba tan alto que se colaba perpendicular por las ventanas. Debía ser medio día.

—Mamá —dije con voz ronca, débil—, Aksel... ¿Dónde...?

—Atados, sedados y durmiendo plácidamente.

No te enamores de Mia © [LIBRO 2]Where stories live. Discover now