24_Vidas que no cambian

86.4K 7.8K 6.6K
                                    

Capítulo 24

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Capítulo 24

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

El año se acababa y, con él, el tiempo para confesarle a Aksel lo que habíamos ocultado.

Le recordaba a mamá que debíamos hacerlo y ella respondía con cualquier excusa que le permitiera posponerlo. Le costaría aceptarlo.

Llegó el último día de diciembre y las excusas se acabaron. Durante el desayuno, se llenó de valor para tener la temida conversación.

Entre tartamudeos y disculpas, fue capaz de exponer la verdad. Mi hermano escuchaba sin inmutarse y solo intervine un par de veces, cuando fue necesario.

Aksel no sabía que Nikolai me había lanzado por una ventana, tampoco de la gravedad de sus agresiones contra mamá. No era consciente de las veces que, mientras vivíamos con el tío Ibsen, se emborrachó y perdió el conocimiento hasta poner su vida en riesgo.

Esa mañana terminaron los secretos y no preví la reacción de mi hermano.

Se levantó de la mesa cuando la conversación terminó y desapareció a su habitación donde se encerró el resto del día. No comió o dio señales de vida.

Mamá lloró en mi hombro hasta entender que debíamos darle tiempo.

La ayudé a cocinar y su ánimo levantó en el transcurso del día. Le serví de apoyo para preparar la cena de Noche Vieja, aunque no hice nada que pudiera intervenir con el sabor de la comida.

Terminamos cenando solos, cerca de la media noche. Creí que lo más entretenido que podría hacer en el cambio de año sería mandarle mensajes a Amaia hasta quedarme dormido, pero apareció Aksel.

Iba recién bañado y vestido, listo para salir.

—¿A qué hora nos vamos? —preguntó sin mirarnos y sentándose a varias sillas de distancia, a la altura del horroroso busto que adornaba el centro de mesa.

—¿A dónde?

—La fiesta de Paul, ¿recuerdas?

—No vamos a ir a ninguna fiesta.

La mano de mamá abrazó la mía.

—Quizás no es mala idea —dijo con dulzura—. Les vendría bien distraerse.

Lo decía por Aksel y fue su mirada suplicante la que me convenció.

—Ve encendiendo la moto —pedí—, bajo en dos minutos.

Me vestí con la primera sudadera limpia que encontré y estuvimos camino al pueblo. Con sus indicaciones, llegamos a casa de Paul en menos de una hora.

Tan solo entrar, entendí que la mayoría estaba bebiendo desde muy temprano.

Unos se entretenían en la sala en lo que supuse era un juego para seguir bebiendo. Varios del equipo debatían sobre fútbol en la cocina, entre gritos y chupitos. El resto estaba en el patio, en la amplia zona de parrilladas que tenía la familia ausente de Paul.

No te enamores de Mia © [LIBRO 2]Where stories live. Discover now