12. Amanecer con vos (II)

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Charly.

Pensé que después de este beso, me ganaría la cachetada del siglo, pero para mi sorpresa no fue así. Yeimy continuó el beso, aún con más intensidad y pasión.

Dios, no recordaba que besara tan bien.

Bueno, de hecho si lo recordaba. En la fiesta de anoche la besé. Pero la sensación de saber que ella lo deseaba tanto como yo y, no que lo hace por efecto del alcohol, es incomparable.

Lleve mis manos a la parte trasera de sus muslos para alzarla sobre mí. Pero este movimiento pareció traerla de vuelta a la realidad.

No todo podía ser tan perfecto.

— No. —murmuró ella.

— Todo bien. —dije con algo de desilusión en mi voz.

Me quedó mirando fijamente. Sus ojos me trasmitían duda y deseo a la vez. Sabía que ella quería esto, tanto como yo. Pero, no la iba a presionar. No si no estaba segura.

En ese instante en el que creí que la magia del momento se había esfumado. Me besa.

Si que puede ser todo perfecto.

La subí a mí. Ella entrelazó sus piernas a mi cadera. Saber que bajo esa toalla no había nada, me estaba excitando demasiado.

La guíe a la cama y la deje caer ligeramente, como si se tratase de un bebé que está durmiendo.

Me posicione arriba de ella entremedio de sus piernas y comencé a besarla con dulzura, pasión, intensidad y delicadeza a la vez. Todos esos sentimientos encontrados en un solo beso. El poder que tiene esta mujer sobre mí, es inexplicable.

Me separé de ella por un instante para comenzar a bajar por su cuerpo.

Repartí unos cuantos besos cortos por el sector de su cuello dejando un chupetón allí. Sentí como arqueó su espalda al sentir el contacto de su piel con mis labios.

En un rápido movimiento cambiamos de posiciones. Ahora ella se encontraba arriba mío. Ella tenía el control y, eso no me molestaba en lo absoluto.

Lentamente comenzó a desprenderse de la toalla. Quedando completamente desnuda. Yo me quede como un bobo, hipnotizado, admirando cada centímetro de ella como si fuese la mayor obra de arte del mundo. Y, para mí, vaya que lo era.

En este preciso momento la tenía arriba mío, desnuda y dispuesta a entregarse a mí.

¿Acaso estaba en el paraíso?

Unas gotas de su cabello aún húmedo, cayeron sobre mí. Se acercó a estas gotas y comenzó a lamerlas con la lengua.

Creo que Yeimy era más santa en mi cabeza.

Ella empieza a hacer movimientos circulares al rededor de mi regazo.
En este instante lo único que me impedía estar dentro de ella, era mi bóxer.

La escucho soltar un gemido al notar mi gran erección rozar con su intimidad.

Esta mujer me está volviendo loco.

— Ya no aguantó más. —declaré con la respiración agitada.

Di la vuelta para cambiar de posición. Ahora yo me encontraba arriba de ella. Cuando me iba a deshacer de la única prenda que me impedía estar dentro de ella. Ella pone su mano encima de la mía, frenando mi movimiento.

— Charly, pará. — esto tiene que ser una broma.

— ¿Qué pasa? —pregunté. Parar justo ahora debería ser ilegal.

Odio que no te odio.  (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora