7. ¿Te atrevés?

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—¿Qué? —preguntó Erik atónito, desde el otro lado de la mesa.

Yeimy le contó lo sucedido en estos días, desde su separación con Juan, hasta su entrada a Grey Shark. Pero omitió el pequeño gran detalle de que trabajaba con Charly.

—Si, amor.

—¿Juancho está loco o qué? ¿En que momento pasó todo esto? ¿Fuiste a ver a Charly? ¿Te escribió una canción? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Ahora sos cantante? ¿Qué? —infinitas preguntas salían de la boca de Erik.

—Amor, pará. —lo detuvo, apoyando su cálida mano encima de la de él—. hay algo más que tengo que decirte.

—¿Hay más? —preguntó sorprendido. Mucha información que procesar en muy pocos minutos.

—Si, y no sé cómo te vayas a tomar esto. —dio un suspiro—. Estoy trabajando con Charly.

—¿Qué? —Inquirió, quitando su mano de la de ella—. ¿Vos trabajando con Charly? ¿Como así?

—Pues, nada. Cuando llegue a Grey Shark me enteré que él también había firmado contrato con Mike.

—¿Y como vas a hacer?

—¿Como voy a hacer qué?

—Pues, para salirte de Grey Shark. —dijo ofendido.

—No, es que yo no me voy a salir, Erik. Y aunque quisiera ya tengo un contrato firmado.

—¿Y como harás para que Charly se vaya de Grey Shark?

—Amor, nadie se irá. Voy a trabajar junto con él y ya está.

—¿O sea que estás de acuerdo en trabajar con él?

Sinceramente a Yeimy le servía tenerlo cerca, al menos para su carrera. Siempre que tiene contacto con Charly, sus letras fluían con más facilidad, él fue y sigue siendo su fuente de inspiración

—No, no estoy de acuerdo en trabajar con Charly. Pero es lo que toca. Yo no me voy a quedar esperando a que a Juancho se le quite la rabieta, olvidáte.

—Esta bien, pero si te hace algo yo te juro que —Yeimy lo interrumpió.

—Corazón, yo soy tu mamá, no vos la mía.  Yo me puedo cuidar sola, tranquilízate. —suavemente le acarició la cara—. Bueno, entre otras noticias, la próxima semana habrá un evento para inaugurar Grey Shark. Voy a cantar y me gustaría que fueras.

—Ahí estaré en primera fila. —le sonrió tiernamente, dejándose acariciar por la  mano de ella.

—Corazón, hacéme un favor y no le digás a nadie lo de Grey Shark y Charly ¿si? —Él asintió.

—Hasta que llegás, me tuviste todo el día ensayando solito —dijo Charly desde el escenario, mientras que Yeimy entraba a Grey Shark.

—Otro día ensayamos. Hoy me duele la garganta —se excusó, subiendo las escalera para llegar hasta su oficina.

Yeimy llegó al segundo piso. Y cuando por fin entro a su oficina, vibró su teléfono
"llamada entrante de Juan Amor"
Se había olvidado de cambiarle el nombre.

—¿Q' hubo? —preguntó Yeimy.

—Así que te vas a lanzar como cantante —soltó una risa cínica—. ¿Es en serio? Te lo propuse tantas veces y justo ahora te lanzás
¿para qué? ¿Para hacerle competencia a surround? Deja de ser tan resentida.

Yeimy se quedó muda ante las palabras de Juancho. Y aunque siempre solía agachar la cabeza ante él, esta vez no lo haría. Trago saliva y expulsó todos sus pensamientos en voz alta.

—Si me vine para Grey Shark fue porque vos —recalcó esta palabra— me echaste de surround. Aquí me dieron la oportunidad de mi vida y yo solo la acepté. No es de resentida, no te creas tanto. —dijo enrabiada.

Sentia que él estaba siendo realmente injusto con ella, y si hay algo que a Yeimy le moleste, son las injusticias.

Juan se quedó en silencio, nunca había oído a Yeimy así de enojada. Y en el fondo sabía que ella tenía razón.

—No te quiero volver a ver en la casa.

—No te preocupés, que en esa casa no vuelvo a poner un pie. Yo veré donde me quedo. —colgó. Llevo su mirada al techo y bufó con los ojos cerrados.

—Uy, princesa, ese carácter. —dijo Charly, apoyado en el marco de la puerta, mordiéndose el labio inferior.

—¿No te han dicho que es de mala educación escuchar conversación ajenas?

—La verdad; no.

—Con razón.

—Hey, princesa. —empezó a adentrarse lentamente a su oficina—. Ya que no tenés donde quedarte, podés quedarte en mi apartamento.

—¿Desde cuando tenés apartamento?

—Desde que Silvia me ayudo a hipotecar uno.

—Esa vieja viene con vida resuelta ¿o qué?

—Algo así. Es como mi ángel de la guarda.

—Pues, ¿entonces por qué no la invitás a ella mejor? —preguntó, cruzada de brazos.

—Bajále a los celos, princesa. —dijo con una sonrisa placentera.

Verla celosa le encantaba. Los celos son una manera desagradable de demostrar interes. Y esta vez los celos le estaba jugando una mala pasada, la estaban delatando ante él.

—Bueno, ¿querés quedarte conmigo, o no querés? No, pará, lo dije mal. Porque de querer, yo sé que querés, la pregunta es; ¿Te atrevés a quedarte conmigo o no?

Por un lado no pensaba poner un solo pie en la casa de Juan. Y por otro, se sentía traicionada por Erik, él era el único que sabía lo de Grey Shark, por ende tampoco pensaba quedarse con él.

Y aunque Charly no era la opción más razonable, en ese momento era su única escapatoria.

Pero también hay un amigo muy cercano a a Yeimy llamado; orgullo, y este no iba a permitir que aceptara así como así, menos haciéndola ver a ella como la necesitada.

—Si me lo pedís arrodillado, voy. —Lo desafió con algo que creía incapaz de hacer. Y es que para el Charly que ella conocía, la dignidad era algo sagrado. Pero eso cambio desde que ella volvió a entrar a su vida.

—¿Es en serio? Pero si yo te estoy haciendo un favor a vos.

—Por favor, Charly, no voltées las cosas.  Si tanto querés que me quede con vos, suplicamelo. —le regaló una sonrisa triunfante—. Esa es la oferta que te doy. —se encogió de hombros.

Charly bufó. No razonó sobre lo que estaba por hacer. Sabía que perdería por completo su dignidad, pero ella lo valía. Y si ese era el precio, estaba dispuesto a pagarlo.

—Bien. —dio un suspiro de frustración, y se arrodilló. La vista por allá abajo no estaba nada mal, le empezaba a gustar la idea de arrodillarse ante ella.

—Qué mirás, idiota. —preguntó, tratando de ocultar lo nerviosa que se ponía al sentir su mirada puesta sobre su cuerpo. Odiaba el efecto que él tenia en ella, que con una simple mirada se sonrojara y le dieran ganas de salir corriendo por la puerta. —Vas a hablar ¿o no?

—Yeimy Montoya —guardó silencio— ¿Te querés casar conmigo?

—Imbecil. —dejó escapar una inevitable risa y, lo golpeó suavemente en la cabeza.

—Auch —se quejó—. Bueno, ¿me harías el enorme honor de quedarte en mi apartamento? —suplicó de rodillas.

Si el Charly del pasado lo viera, estaría fuertemente decepcionado.

Yeimy se pasó la mano por la cabeza. Había prometido algo que creía incapaz y ahora le tocaba cumplir.

—Me voy en la mañana. —advirtió apuntándole con el dedo.

—¡Esa es! —se levanto de golpe, y la abrazó.

Yeimy de enseguida lo apartó. La sensación de sentir su cuerpo apresando el suyo era excéntrica.


Odio que no te odio.  (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora