Un día Demien se cae a la alberca de natación del instituto, y Parker es quien lo salva, sin pensar que ese incidente marcaría un antes y después en sus vidas.
***
Demien es pésimo nadando.
Parker practica natación.
Lo que menos esperaba Demien era...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Demien
—Estoy que me cago de los nervios.
—Es entendible, pero tranquilo. Los señores Kenner son personas muy amables y gentiles. No tienes nada de qué preocuparte —me indica Sally mientras caminamos al aula de química.
—¿Los conoces?
—Sí. Una vez fui a su casa porque Cameron y él entrenaron juntos natación ese día y lo llevamos a su casa. Ahí los conocí.
—¿No son unos ogros?
—No, Demien.
—¿Y si no les agrado?
—Le agradas a todo mundo.
—Claro que no.
—Claro que sí.
—Que no.
—Dime de alguien a quien no le agrades.
Comienzo a rebuscar en mi mente.
—Bueno, pero ¿y si a ellos no les agrado?
Sally se me planta enfrente obligándome a detener mi paso por el pasillo.
—A ver, no te mortifiques ¿vale? Tienes experiencia con matarte con tus pensamiento cuando al final las cosas no salen mal como tanto pensabas.
Analizo sus palabras asintiendo lentamente.
—Trataré de tranquilizarme.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo —susurro.
Igual no creo poder hacerlo. Me es imposible. Soy una persona muy nerviosa. Pienso demasiado las cosas y me mato con mis pensamientos. Cuando tengo demasiados nervios tiendo a que me suden las axilas y tiemblo sin poder detenerme.
—Ahora hay que irnos al salón o llegaremos tarde.
Caminamos hasta llegar al aula, tomamos nuestros asientos de siempre y esperamos a que llegue el profesor.
Desafortunadamente se tarde, y por ello me da tiempo de inventarme mil películas en la cabeza sobre la cena de hoy. En todas no le agrado a los señores Kenner. ¿Y si son predicciones?
Maldición debo calmarme. Ya me están sudando las axilas. No quiero oler mal en clase. Oler mal es un miedo que tengo.
Puta madre ahora estoy el doble de nervioso.
—Buenos días jóvenes —afortunadamente el profesor entra al aula sacándome de mi torbellino de pensamientos.
***
Elegí mi ropa para esta noche desde la mañana antes de irme a la escuela.
—¿Conoces algún ejercicio para los nervios? —le pregunto a Sally a través del teléfono.
