34.- ¿Están perdiendo o los estamos perdiendo?

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—¿Y tú plan es morir en el intento? — cuestionó Joshua —, no te ofendas, Janie, pero es una causa perdida, Amelie y Rainer no están escuchando a nadie que no sea su cabeza.

La pelinegra los miro furiosa. —Lo entiendo, pero la naturaleza no puede hablar por sí misma, así que yo debo hacerlo por ella.

Y sin que nadie pudiera prevenirlo o impedirlo, Janett corrió hacia la batalla de ambos príncipes terrenales, específicamente a lugar donde parecía estarse librando una guerra nuclear. Todos comenzamos a llamarla y también dar aviso al nefilim y la hereje de que Janett estaba por enfrentarse a ellos, pero parecia que ninguno nos escuchaba.

—Mierda, tenemos que hacer algo— miré a todos, rogando internamente que alguno tuviera la respuesta.

—¿Alguien aquí es tan valiente como Janett para meterse entre Amelie y Rainer peleando? — preguntó Cameron, pero no hubo respuesta, solo cabezas negando.

Seguimos gritando en su dirección, por si alguna reaccionaba, pero nuestras palabras no servían de nada. Janett ya se encontraba en medio de la batalla campal que los príncipes terrenales habían creado. En cuanto ambos notaron la presencia de la druida en medio de su pelea, cada uno estiraron una de sus manos en su dirección, creando dos campos de fuerza que la mantuvieron a salvo y protegida de todo el desastre de poderes que tenían. Esta interrupción de su pelea parece haberlos hecho reaccionar, pues ambos bajaron sus defensas y peligrosidades, calmando su alrededor y a todos nosotros.

La mirada de Amelie pasó de la preocupación a la rabia en menos de un segundo. —¿Qué mierda estás haciendo, Janett?, ¿Acaso tienes un deseo de muerte?

—No encontré otra forma de hacer que escucharan— expresó la pelinegra —, están lastimando a la madre tierra, como no se imaginan.

—Hiciste algo estúpido y peligroso, Janett— dijo Rainer—, podríamos haberte lastimado de gravedad, o peor.

—Ambos no escuchaban, a ninguno de nosotros.

—¿Y tú plan era que te matáramos para poder escucharte? — reclamó, evidentemente enojada—, ¡¿Acaso te volviste loca?!

—Amelie— la regañó su novio.

Janett la miró sorprendida. —No, pero...

—Mejor no me respondas— sentenció la hereje.

Ambos quitaron sus campos de fuerza del druida. Todos nos acercamos a ella.

—¿Estás bien? — Diana la tomó de las manos, mirándola de pies a cabeza en busca de alguna herida.

—Si, lo estoy.

Nadie tuvo el valor de dirigirse hacia Rainer, mucho menos a Amelie. Las auras de ambos estaban vibrando con fuerza, y brillando en intensidades que parecerían irreales, pero eso no es lo que más me preocupaba, más bien es el hecho de que el nefilim ya no poseía esa aura dorada con motas oscuras; ahora una fusión de ambos colores, mientras que la de la hereje brillaba como la lava de un volcán, tan hermoso y peligroso como su portadora.

Seb fue el primero en dirigirse a ambos.

—Nos tenían nerviosos y preocupados— comenzó—, apenas nos escuchaban, y por poco no crear un verdadero campo de batalla en este bosque. Ambos saben que debemos ser cautelosos, pues Appleby es un pueblo de solo humanos, a excepción de Hallie.

—No tienes que recordarnos lo obvio, Seb— soltó su prima chasqueando la lengua.

—Pues no lo parece— su voz se volvió más firme y fuerte.

Está tomando las riendas de este asunto.

—¿Y qué pretendes que hagamos?, ¿Qué lancemos chispitas de colores, ligeros vientos y uno que otro golpecito inocente? No me hagas reír, Bestia, que bien sabes que no soy así.

Lazos Perversos [Libro 3]Where stories live. Discover now