22.- La rabia en la sangre

279 29 76
                                    

RAINER.

—¿Cómo está? — preguntó Aaron al verme entrar en la cocina.

—Por ahora está tranquila, pero no quiere hablar con nadie en este momento— contesté.

Todos estaban reunidos en la cocina, a excepción de Seb y Andrew, ya que uno seguía afuera pensando en soledad y el otro estaba en su estudio, hablando con los otros Alfas de las manadas antiguas.

Después de hablar con Seb, inmediatamente me fui con Amelie, la cual estaba en la habitación en la que nos estábamos quedando. En ese momento no quiso hablar mucho, solo dijo que quería beber agua y recostarse, asi que le dije que yo bajaría por un vaso para ella.

—Aun no puedo creer esto, ¿Cómo es posible que se haya atrevido a intentar controlar el futuro de nuestros hijos? — habló Kate.

—Está claro que son idiotas que no tenían contemplado con quienes se estaban metiendo— soltó Aaron —. Han sobrepasado todo limité al haber manipulado a Seb, y con mi propia hija.

—Me perturba pensar en eso— declaró Gen —. Los compañeros no son solo complementos, también son con quieren mantienes vivo el linaje familiar, ¿y ellos pretendían que...

—Mejor ni lo digas, Gen— la cortó el hibrido —, el simple hecho de que esos infelices lo hayan contemplado es turbio y perverso.

—La verdad es quiero arrancarles la lengua por haberse atrevido a llenar la cabeza a mi pequeño de diez años con todas esas cosas— los ojos de Kate se cristalizaron —. ¿Qué decisión creen que tomen los otros?

—La indicada para esta situación— declaró Gen.

—Y si no lo hacen, mis hermanos y yo nos podemos encargar de ellos— la sonrisa malévola de Aaron hizo aparición.

Dejé de prestar atención a sus palabras y serví el vaso de agua, antes de volver a la habitación, Axel y Kira me interceptaron. Se notaba que ambos estaban preocupados

—Rainer, ¿Seb querrá que estemos con él? — preguntó Axel.

—Creo que le haría muy bien saber que sus hermanos están con él en esto, que lo apoyan a pesar de todo— los animé.

—¿Y si quiere estar solo? — la voz de Kira salió casi como un susurro.

—No quiere eso, créanme.

La Sacerdotisa suspiró. — Tal vez ni siquiera quiera hablarnos.

—Seb está intentando tomar las riendas de esto, pero eso no quiere decir que no necesite a sus hermanos— los miré, buscando las palabras correctas—. A veces las palabras están de sobra, pero los actos no. Si ninguno quiere hablar, está bien, simplemente estén junto a él, háganle saber que no importa lo que pase o haga, ustedes están a su lado.

Ambos compartieron una mirada para después salir al patio. Al subir las escaleras, observé por la enorme ventana polarizada que Seb estaba sentado en un troncó mientras mirada hacia el bosque, los mellizos llegaron junto a él, uno a cada lado y se sentaron. A los segundos, los brazos del castaño estaban rodeando los hombros de sus hermanos menores.

Terminé de subir la escalera y avance por el pasillo hasta la habitación. Al entrar me encontré a mi castaña sentada en una de las orillas de la cama, Dunkel estaba junto a ella, con la cabeza apoyada en sus rodillas mientras le acariciaba con delicadeza el puente de la nariz.

—Es bueno saber que cuando te dejo sola, él toma mi lugar— comenté cerrando la puerta.

—Supongo que no le gusta verme triste— contestó sin dejar de acariciarlo.

Lazos Perversos [Libro 3]Where stories live. Discover now