With you

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Ya empezaba a oscurecer cuando Ian se desvió del camino principal y se adentró en el bosque. Fue muy poco lo que pudo avanzar debido a la naturaleza que cubría el suelo y se enredaba en las llantas.

Se bajaron de la motocicleta y Sophie por fin pudo preguntarle de nuevo a dónde la llevaba.

—Te alejo del mundo. Por dos días estarás en un lugar donde nadie pueda encontrarte.

— ¿Estás loco? No puedo desaparecer. En el canal van a matarme, tenemos días de retraso de filmación, además ¿Mis padres te dieron permiso?

—Claro que no —dijo con obviedad empujando la motocicleta hacia el bosque—. Por eso te dije que te estoy secuestrando. No vas a pensar en nada que te preocupe o juro que vas a terminar con una crisis nerviosa.

— ¡Por supuesto que voy a terminar con una crisis! Mi padre va a venir a buscarnos y va a matarte. Y a mí van a matarme en...

—Cállate. —Ian le puso un dedo en sus labios, para que dejara de hablar—. Vas a decir al diablo el mundo y vas a aislarte.

— ¿Vas a dejarme aquí sola o te quedarás conmigo? —Por un momento sospechó que Ian la dejaría en medio de la nada, encerrada en una jaula o en una cabaña abandonada donde solo estaría ella.

—Por supuesto que voy a quedarme contigo. Dos días, solo los dos, para que te calmes y regreses a la civilización con la cabeza despejada y sin una crisis nerviosa.

Ian no le permitió hablar más, tomó la delantera para guiarla entre árboles y rocas. El bosque de pinos donde estaban era solitario y no se sentía ninguna presencia, solo la de un par de aves cuyo canto se escuchaba en la lejanía. Sophie comenzaba a tener escalofríos así que se apresuró a ponerse junto a él.

Finalmente llegaron a un claro que precedía un barranco. Si miraban hacia abajo el paisaje era impresionante, las montañas de colores rojizos se veían al fondo, dibujando una marcada diferencia entre la tierra y el cielo y los árboles puestos de manera desordenada no permitían ver el suelo. Puesto de vista a éste, había una carpa y una pila de maderos dispuestos para hacer una fogata.

— ¿De dónde conseguiste estas cosas? —Sophie se sorprendió.

—Alan y Daniel me ayudaron. Trajimos esto de tu casa.

Sophie entendió entonces por qué Alan había llegado en ese estado.

— ¿Daniel ayudó? —Mostró su incredulidad arqueando una ceja.

—Sí, es tu hermano y te quiere... y el pequeño rata nos cobró. Pero valió la pena, él le dará el mensaje a tu padre.

—Cuando regresemos va amatarnos a los dos —consideró, e Ian le tapó la boca de nuevo.

—No importa, ahora no vas a pensar en nada de lo que va a pasar.

La chica sonrió sinceramente, como no había hecho en muchos días. Decidió hacerle caso y olvidarse de todos los problemas pasados, actuales y futuros. Para solo concentrarse en el hermoso paisaje que estaba ante sus ojos y el silencio del lugar que le permitiría poder escuchar sus propios pensamientos.

Antes de que la oscuridad total llegara al lugar, Ian encendió la fogata y puso al fuego una olla con agua.

— ¿Sólo trajiste una carpa? —después de un momento de tranquilidad, Sophie le preguntó.

—Sí, la que ves.

—Qué conveniente.

—Nos costó traer una, no íbamos a traer dos. Además en la noche hará bastante frío, créeme que vas a querer calor humano.

Mi vida un showDonde viven las historias. Descúbrelo ahora