El futuro de Aaron

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Una llamada del rector lo excusó de la clase de esa noche. Mejor para él, así evitaba ver el sangriento resumen de la experiencia a la que había faltado.

Tras tocar e ingresar con mucha diplomacia al reciento, se sentó frente al escritorio, donde un serio y canoso hombre revisaba unos papeles.

—El padre Stever debió enviar mi excusa para faltar ayer —dijo creyendo que lo llamaban por ese motivo.

—Sí, la recibí esta mañana, pero no es por eso que te llamé —dijo tras un suspiro—. Es sobre tu situación. Es demasiado complicada y nos tomó algo de tiempo analizarla.

Aaron se sentó al borde del asiento. No era necesario que le explicasen lo complicado de su situación, la conocía perfectamente, pero con todo ello, esperaba recibir noticias sobre la beca que había solicitado, con la cual podría entrar a la universidad el próximo año.

— ¿Van a darme la beca? —preguntó impaciente.

—No —sonó tajante y una gota de sudor frío pareció recorrer su frente.

— ¡¿No?! ¿Por qué? ¡No pueden negármela, hace cuatro años que la universidad me aseguró una beca gracias a mis calificaciones, se supone que ahora solo sería una confirmación! —Se alteró. Eso no podía estarle pasando, sin una beca completa estudiar medicina en esa o cualquier universidad sería imposible, era más pobre que una rata y con un trabajo de medio tiempo solo podría cubrir sus gastos alimenticios.

—La situación no es como hace cuatro años. Desde que volviste el año pasado que tu comportamiento ha sido intachable, salvo algunas quejas exageradas de la residencia donde vives. Tienes muchas horas de servicio social acumulado, tus calificaciones son excelentes, te adelantaron dos años para que te gradúes antes...

—Sí, conozco mi currículo, soy casi perfecto, cuál es el pero.

—Además del egocentrismo, tienes antecedentes y son graves. Cuando se tratan de tonterías que pueden pagarse con servicio comunitario solemos ignorarlo, pero secuestraste a una chica por más de cuarentaiocho horas y te la llevaste a otra ciudad. Son cargos demasiado serios y las políticas de la universidad nos impiden dar una beca a alguien con semejantes antecedentes. No vamos a negarte el ingreso, pero tendrás que pagar tu colegiatura.

— ¿Pagar? ¿Cómo voy a pagar? Estoy viviendo en una residencia prácticamente por caridad y lo que me da el Estado apenas me alcanza para gastos personales. En cuanto cumpla diecisiete no recibiré ni un centavo, no tengo familia, y ni trabajando a tiempo completo podría pagar la cuarta parte de la mensualidad.

—Lo lamento Aaron, veré si puedo hacer algo más, tal vez pueda hablar con otras universidades, pero puedo asegurarte que correrás con la misma suerte.

Más que una gota, ahora era un balde de agua helada lo que parecía haber caído sobre él.

Tras una discusión inútil abandonó la oficina. Algo debía poder hacer. Las cosas no debían salir de esa manera. Tomó su celular y llamó al agente de inteligencia que se suponía había arreglado su situación, quien le había asegurado que llevaría una vida lo más normal posible y todos los cargos en su contra desaparecerían.

Mi vida un showDonde viven las historias. Descúbrelo ahora