10 (Parte 1). Tipos de secretos

101 11 4
                                    

El cuerpo del príncipe heredero estaba condenado a permanecer cautivo en el palacio, pero nadie podía ejercer control sobre su mente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El cuerpo del príncipe heredero estaba condenado a permanecer cautivo en el palacio, pero nadie podía ejercer control sobre su mente. Se suponía que debía dedicar esos días a la reflexión en sí mismo y a la búsqueda del conocimiento. Aun así, no asistió a ninguna de sus lecciones. Sus maestros ya ni siquiera se sorprendían cuando no se presentaba a clase. Sabían bien que a Je le encantaba dejar plantados a sus maestros desde sus primeros años como príncipe heredero. Cuando era un poco más joven, mentía y ponía excusas para no presentarse, incluso fingía estar enfermo y luego se escapa del palacio para irse de fiesta con sus amigos. Lee Rae, uno de sus maestros más estrictos, lo reprendió varías veces y en una ocasión le dijo: "lo único que llena tu corazón es el egoísmo". Je comezó a repudiar a ese hombre desde entonces y, poco antes de que el señor muriera, dijo que cada vez que escuchaba la voz de Lee Rae le dolía la cabeza y se sentía angustiado. Luego añadió que si lo veía aunque fuera en un sueño con certeza se despertaría con un resfriado. Fue todo un tema entre los maestros eruditos y los funcionarios políticos.

Volviendo a la época en la que transcurre nuestra historia, Je ya ni siquiera sentía la necesidad de darle explicaciones ni razones a sus maestros. No iba y punto.

—Si me quedó sentado y estudio todo el día como ellos quieren, voy a engordar —argumentó esa tarde mientras se dirigía a la arena de entrenamiento,  acompañado por uno primo, su medio hermano y su guarda espaldas—. ¿Un guerrero gordo? —continuó y se sacudió como si la simple idea le resultara espantosa—. ¿Creen que tiene sentido? ¡Por supuesto que no! Un hombre debe ejercitarse también. ¿No creen?

Los tres jóvenes asintieron, uno más convencido que el otro.

—¿No cree que se está obsesionado con las apuestas? — replicó el Gyeongnyeong después de perder un combate cuerpo a cuerpo con el príncipe heredero—. Ya retó a todos guardias del palacio porque estaba aburrido y los hizo perder su dinero. Nosotros... —dijo Bi y señaló a los otros dos, quines al igual que él estaba faltos de aire, sudados y con la ropa revolcada—. Nosotros ya hicimos todo lo que quiso hoy. ¿No pude dejarnos ir por hoy?

Je sonrió y desenfundó su espada.

—No apuesten dinero apuesten su orgullo —dijo—. No nos iremos hasta que uno de ustedes me venza. ¿Quién empieza?

Ik se rascó la nunca y Seon Jae soltó un gruñido.

Derrotar al príncipe heredero en una batalla con espadas no era una misión imposible, dos de ellos ya lo habían logrado antes y por eso se mostraron optimistas. Por desgracia, a pensar de que turnaron durante toda la noche y tomaron descansos, ninguno obtuvo el resultado apropiado para ponerle fin a ese duelo sin sentido.

El sonido de las espadas que chocaban una contra otra, continuó firme durante toda la madrugada.

Para esas horas, los tres rivales del heredero habían perdido las ganas de dormir. Solo querían arrojar las armas al suelo e ir a cualquier otro lado. Sin embargo, Je todavía tenía mucha energía. Hacia el amanecer, el príncipe heredero asestó un codazo en la barriga de su oponente y este se dobló hacia enfrente para recuperar el aire que le sacó el golpe.

Espada Oculta [Realeza sin rostro I]©Where stories live. Discover now