TOMA 20 UN POCO SOBRE JAMES

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-Sí, debes irte. No podré cubrirte la espalda por más tiempo.

-No debieron traerme aquí-le reclamé.

-Los gemelos aún piensan en ti como su hermano mayor.

-Idiotas-no pude ocultar la sonrisa.
InHa debía estar teniendo dificultades cerrando la boca de los miembros de la Orden que me habían visto ingresar a la Sede. El presidente Cha había sido claro conmigo, yo no podía volver de nuevo a este sitio. Ya no era mi  hogar.

-¿Estás bien ahí?-no había cambiado en nada, él aún se creía mi hermano mayor.

-Deja de pensar en cosas innecesarias. No es tu culpa.

-No pude protegerte. Lo siento.

-No es tu culpa-repetí-, era algo que tenía que pasar.

InHa se acercó y dejó caer en la cama que recién había logrado acomodar como pretexto para no mantenerle la mirada. Seguía siendo igual de astuto que siempre.

-James-vaciló-. Aquello va a comenzar pronto.

-Lo sé.

-El lazo que aún nos mantiene unidos a ti y a mí debe ser roto por completo hoy…

-La próxima vez que nos veamos será como enemigos-terminé la frase por él.

Mi mayor, y hasta hace unos segundos el único amigo que aún conservaba, se incorporó de un brinco y en un gesto de amistad me empujó haciéndome caer de frente a la cama y aullar de dolor. Las heridas me escosieron.

-Eso es en venganza por hacer llorar de nuevo a Gabriella.

-Idiota.

***

Aún no podía marcharme de la Sede. Con ese pensamiento me colé en los dormitorios del tercer piso, eran el lugar más alejado de los miembros activos así que probablemente encontraría a RiAhn ahí. Tenía que hablar con la rubita que tenía dentro antes de marcharme. Necesitaba aclarar algunos puntos, acomodar algunas piezas que aún no encajaban.

En la Orden de la Luz todo el mundo me había tratado como el traidor. Mi nombre se volvió tema tabú para todos y la historia de cómo había terminado hiriendo a mi propia compañera se había vuelto una relato tan contado como una profecía nuestra. Pocos sabíamos el trasfondo de lo sucedido, pero que aquellla existencia viviendo dentro de RiAhn lo supiera me estaba poniendo en aprietos. En la oportunidad que había tenido de examinar la mente de RIAhn no me percaté de algo en especial con su consciencia, la tomé como una manifestación más de sus pensamientos, era común encontrarlos en la mente de las personas y al ser ella un Soldado de Luz sin entrenamiento era comprensible que pudiera conservar esa seña tan propia del resto de los mortales. Lo que me intrigaba era el hecho de que esa consciencia era la misma que el fruto de nuestra generación, es decir, el resultado de la combinación de los dones de los Soldados de Luz de esta época. ¿Cómo era eso posible?

Sin duda InHa sabía del asunto, probablemente tenía las mismas dudas que yo, porque si Spring, como le llamaban a aquel ser, era el fruto de nuestra época, y RiAhn había sido consciente de su existencia desde la infancia eso solo lo volvía todo mucho más sospechoso. ¿Por qué una niña sin conocimiento de su don, sin entrenamiento, crecida apartada de la Orden, había sido capaz de resguardar en su interior semejante existencia? ¿Por qué no había colapsado? Spring desprendía una energía demasiado poderosa, irradiaba un Zeitgeist tan puro que resultaba más filoso que alguna de nuestras armas y mucho más letal, había bastado que sólo me rozara para ocasionarme una herida que me dejara inconsciente por días. Entonces, ¿cómo era posible que en todo este tiempo no le hubiese provocado ese tipo de daño a su usuario, es decir a RiAhn? ¿Cómo Spring se había logrado contener para sí misma todo ese poder? Esos hechos me desconcertaban por completo. Tenía que encontrar las respuestas antes de marcharme. Probablemente esta sería mi única oportunidad para poder darle respuesta a todas y cada una de las preguntas.

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