Parte 70

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*3 Días después*

~Narras tú~

Tu:¡Esto es una locura!- exclamé.
Nash:Oh valla, parece que también comienzas a volverte loca.- contestó

Subí el acantilado a un lado de mi... esposo. Seguía sin creer que estabamos casados. Nash era mi todo, no solo un nombre más.
Nash me tomó para que fuera delante de él, sus manos me apretaban mientras me veía pasar sobre las rocas. Nuestra luna de miel era... perfecta. Nunca hubiese imaginado esto en el pasado, estos momentos con Nash como pareja recien casada. Pero la mejor parte de todo, era que estabamos felices.
Nash no había mostrado señas de tensión, agresividad, o enojo en lo que iba de la semana. Pero al mismo tiempo sabía que pronto estaría así de nuevo cuando regresara a trabajar. Sí, Nash aún estaba en el FBI, estaría trabajando ahí el resto de su vida realmente.

Nash:Ten cuidado, hay un...- gritó.

Demasiado tarde, mi pié había caído en un agujero, y me había raspado un poco la pierna. Sabía que ponerme shorts era demasiado riesgo para salir a escalar acantilados.

Nash:Creo que debí haberte avisado antes, espera.- dijo él.

Se puso enfrente de mí y lentamente me levantó, posó sus manos en mi cintura, alzándome. Sonrió en el momento en que mi rostro estuvo cerca del suyo, presionó su nariz contra la mía y cerró sus ojos. Me dí cuenta de que mis labios formaron una sonrisa, pero eso era algo que realmente no podía controlar, especialmente cuando estaba con Nash. Pasó su mano por mi cabello, llevando un mechón para atrás. Mis manos estaban sobre sus hombros, pude sentir sus músculos cuando me levantó, ya los había tocado muchas veces antes, pero él seguía sin creerme cuando le decía que su cuerpo era una obra maestra. 
Su suave aliento quedó atrapado contra mis labios mientras lentamente los abría, Nash abrió sus ojos y me miró fijamente, sus labios lentamente rozaron los míos, sus ojos se veían tiernos, con esas bellas pupílas color miel. Nash sonrió gentilmente y comenzó a caminar de nuevo, por delante, nuestras manos entrelazadas con fuerza.

Nash:Podemos regresar, si quieres.- murmuró. Me miró mordiendo su labio. Algo que me mostraba más seguido, sus pensamientos. Sonreí y negué con mi cabeza.
Tu:No, vamos a nadar un rato.- contesté, escuché una risa y siguió caminando por delante, abriendome paso entre las rocas.
Nash:¿Estás segura que le llamas "nadar"?- preguntó de repente, llegamos a la costa y echó un vistazo al océano. Me paré junto a él.
Tu:Sí, lo llamo "nadar".
Nash:Pues, a como tú nadas, yo lo llamaría "suicidio". Como tú veas.

Solté una carcajada y miré hacia la casa. El sol estaba en lo más alto del cielo, haciendo que la arena brillara.

Nash:Es broma, nadas bien, me gustan tus piernas cuando lo haces.- susurró a mi oído, intenté evitar sonrojarme. - Después de usted, señorita.- hizo un gesto con su mano y con la otra sostenía la mía, ayudándome a bajar.

La altura del acantilado no era mucha, pero me sentía en la cima del mundo desde ahí. Me quité mis sandalias y lentamente Nash me soltó la mano.

Nash:No te dejaría hacer esto si no fueras buena nadando...- murmuró. Sonreí mientras levantaba la mirada al verlo.
Tu:Y si no vinieras conmigo.- contesté. El asintió, admitiéndolo. Me dirigí a la costa y volteé a verlo.

Miré hacia abajo y luego salté, la gravedad me empujó tirándo de mis piernas hacia el agua. El aire pasaba fuerte alrededor de mí. Mis pies salpicaron en el océano, mientras comenzaba a patear las tranquilas olas. Mi cuerpo entero ahora estaba bajo la superficie mientras empezaba a nadar más hondo, salí a la superficie, quitándo el agua de mis ojos volteándo a ver hacia Nash, quien estaba apunto de saltar, él esperó a que saliera a la superficie y me hizo una seña con la mano.
Se puso en posición desde el acantilado, y lo miré saltar desde ahí como un campeón olímpico. Cayó al agua y empezé a nadar hacia él esperándo a que saliera. Los segundos pasaban, comenzaba a entrar en pánico, así que nadé hacia el lugar en donde había caído, mirando alrededor de mí, no veía nada. De repente, sentí un par de brazos detrás mío tomarme, Nash salió por detrás abrazándome.

Tu:¡Pensé que habías desaparecido!
Nash:¿Por qué haría eso?- Rió y yo volteé a verlo.
Tu:Es que, esto es demaciado bueno para ser verdad.

Sus labios formaron una sonrisa y sentí sus manos sobre mi rostro. Me besó y presionó su frente contra la mía.

Nash:No eres la única que piensa eso, ________.

Me soltó y esperó a que comenzara a nadar hacia la orilla. Nadamos lado a lado, los brazos de Nash rozaban con los míos, nuestras piernas chocaban al mismo tiempo que las movíamos, sus brazos, de repente me apretaron mi citura cuando caminabamos por la orena. Los abrazos de Nash siempre me hacían pensar más profundo, sus ojos ya no se veían tensos ni concentrados, al contrario, se veían más relajados y como si no hubiera nada de qué preocuparse, su boca ahora se había transformado en una sonrisa, su postura era relajada, simplemente era un mejor Nash.
Su mirada me atrapó observándolo mientras se acercaba más y tomaba mis manos.

Nash:¿Qué estás mirando?- preguntó. Inclinó su rostro hacia mi cuello y sentí sus labios besarlo.
Tu:Nada, solo miraba cómo haz cambiado...
Nash:Mhmm...- Me observó, sus manos acariciaron mi mejilla y bajó la mirada. - Entonces... ¿me amas más ahora que he estado cambiando?- preguntó con una sonrisa, pero su mirada seria. Suspiré mientras bajaba la mirada hacia nuestras manos.
Tu:Siempre te amaré igual, mi amor por tí no puede crecer o debilitarse, siempre estará en su máximo, desde la primera vez que te dije que te amaba.- dejé salir las palabras de mi boca, y fué lo más honesto que había dicho, era todo verdad, Nash suspiró y soltó una risita.
Nash:No importa lo que digas, nunca me dejas de sorprender, _____.

Me soltó de su abrazo y tomó mi mano, caminamos agarrados, como los mejores amigos y ahora, los recien casados. 
La cálida arena bajo nuestros pies, la brisa tranquila, el cielo despejado. Lo que hacía aún más hermoso este lugar, era el hecho de que estabamos solos, Nash y yo, por fin en paz, la batalla había acabado, nosotros habíamos ganado.
De repente, Nash dió la vuelta y caminamos de regreso hacia la casa, su mano seguía apretando la mía con fuerza, pero a la vez era lo más suave del mundo.

Nash:Oh, olvidé decirte... te amo también.- susurró a mi oído. 

 Continuara.....

Me enamoré de un asesino. (Nash Grier y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora