Houston, Texas
1919
Al sur de la ciudad de Houston el vampiro de ojos dorados observaba oculto como una joven caminaba por la ruta desierta. Podía oir como soltaba pequeños insultos con cada paso que daba y también como maldecía el clima caliente...
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Chicago, Illinois 1918
Habían pasado tres meses desde la boda y los días fríos ya habían comenzado. Con ello, un rebrote de gripe española.
Giulia trabajaba horas extras en el hospital, medicando y tratando a pacientes que habían contraído la enfermedad. Su esposo no estaba de acuerdo con ello, temía que le sucediera algo a su amada. Pero para Giulia no hacer nada en una emergencia sanitaria era imposible. Aunque no tenía mucha experiencia en el sector de enfermedades respiratorias, gracias al Dr Carlisle Cullen se pudo ampliar en el área.
Los esposos habían comprado una casa rústica en las afueras de la ciudad, a unos kilómetros del hospital donde Giulia trabajaba. En estos tres meses se habían dedicado a renovarla y arreglar algunas habitaciones, con su estilo y toque personal. La morada estaba rodeada de un hermoso prado y también había un establo donde Edward pasaba sus días libres con su caballo. Giulia adoraba ver a su esposo relajado, aunque ambos compartían el mismo trabajo, Edward pasaba más tiempo dentro del hospital que ella.
Después de que la gran guerra terminara, hospitalizaron a una gran cantidad de soldados, de los cuales la mitad requirió de cirugías en miembros inferiores y mayores.
-Doctora Masen, su esposo se encuentra aquí.
Giulia dejó los papeles que estaba leyendo sobre el escritorio y camino tras la enfermera. Su preocupación comenzó a aumentar cuando se dirigían hacia el ala este del hospital, dónde se encontraban las personas infectadas. Coloco un pañuelo en su nariz y boca para poder ingresar dónde la enfermera le indicó.
Su cara palideció cuando vio a Edward en un camilla.
Rápidamente se acercó a el pero fue detenida.
-Sera mejor que no se acerque doctora.
Pudo reconocer la voz del doctor Carlisle.
-¿Cuánto tiempo lleva aquí?
La voz de Giulia salió temblorosa.
-Apenas unas horas, no supe que era su esposo hasta que la enfermera de turno me lo comunicó.
Giulia asintió con la cabeza y se acercó a Edward ignorando a Carlisle. Su rostro estaba totalmente sudado y pálido. La fiebre era muy alta.
-Cariño
Sonrió cuando vio esos ojos verdes que tanto le gustaban.
-¿Cómo...?
-Hace días que estoy con un resfrío, pero no quise molestarte. Se la cantidad de pacientes que has tenido esta semana, y después de todo yo también soy doctor.
Giulia seco las lágrimas de sus mejillas y tomo sus manos.
-No llores, en unas horas estaré en casa. Solo me trajeron aquí porque es riesgoso para los pacientes.
-Tendrias que haberme dicho Edward.
-Cariño, esta semana nos vimos solo tres veces.
Y era verdad, Giulia no se dio cuenta de las horas que llevaba dentro del hospital hasta que vio el reloj que marcaba hora y día. Hacia más de cuarenta y ocho horas no dormía.
-Lo siento tanto Eddy, no cumplí con mí promesa.
-Si lo cumples cariño.- Apreto sus manos entrelazadas y las beso.- En la salud y enfermedad ¿No?
Giulia beso su frente.
-En la salud y enfermedad.- afirmó.
[...]
-Giulia, deberías ir a casa y descansar.
La mujer despertó exaltada al sentir un toque en su brazo, miro rápidamente a su esposo asustada, pero se calmo al ver qué dormía plácidamente y sus mejillas ya tenían un poco más de color.
-Siento haberla asustado.
-No hay problema Carlisle.
-Ve a casa, estás muy cansada.
Giulia negó con la cabeza pero en el fondo deseaba ir a su casa y dormir en su cama.
-Debo quedarme aquí.
-Estará bien, si ocurre algo no dudaremos en buscarte.
Giulia miro a su esposo y asintió. Necesitaba dormir. Tomo su maletín y dejo su pañuelo en la mano de Edward.
-Ten, azul como tus ojos.
Un Edward adormilado había tomado su muñeca y le tendió un bellísimo collar de perlas con un diamante color azul. Acto seguido cerro sus ojos y volvió a dormir.
-Te amo.
Giulia beso sus labios y salió de la habitación. Carlisle la acompaño hasta la puerta del hospital donde un chófer ya estaba esperando a la mujer.
-Carlisle
El rubio miro a Giulia.
-No dejes que muera, por favor.
Carlisle tocó su hombro y le sonrió.
-Edward es muy fuerte querida Giulia, no dejaré que nada le pase.
El rubio sentía un sentimiento de paternidad al lado de Giulia, en el poco tiempo que llevaban de conocerse había compartido muchas experiencias. Y algo que le gustaba de la chica era su carisma, que incluso lo hacía sentir vivo.
La chica le sonrió en despedida y se subió al coche. Indicó el camino a su casa y en cuanto llego subió a su habitación. Se encontraba totalmente sola en la casa, la señora que realizaba la limpieza iba solo en las mañanas.
Quitó todas sus prendas y se preparó un baño. Al meterse en la tina cada músculo de su cuerpo se relajó, estiró sus pies y cerró sus ojos.
Física y mentalmente estaba agotada. Y también se sentía muy angustiada, temía por la salud de su esposo, aunque sabía que no le sucedería nada grave. Rezaba con los ojos cerrados en voz baja por el.
En su mente aparecieron los ojos dorados de un hombre, de dorados rizos y piel pálida. Era como si de un sueño vivido se tratara. El hombre le sonreía y le tendía sus manos, las cuales estaban con rastros de sangre. Giulia las tomo y volvió a la realidad.
Sacudió su cabeza confundida, últimamente esas imágenes aparecían en su mente cuando se encontraba sola. No entendía que era lo que significaba, pero no le daba mucha importancia, siempre fue de tener una gran imaginación. Salió de la tina—ahora fría— y una vez que ya estaba vestida cocino algo para comer. Puso música para no sentirse tan sola, pero fue en vano. Deseaba estar con Edward y hablar de sus futuros planes, de futuros viajes y de una futura familia.
Su cena se baso en una taza de té y tostadas, no estaba con apetito de nada. Tenía un gran nudo en la garganta acompañado de un horrible sabor amargo. Al terminar subió a su cuarto y una vez más rezo por su esposo, le pidió que no la dejara sola, como si el la pudiera escuchar.
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¡2do capítulo! ¡Que felicidad! Gracias a tod@s por el apoyo que brindaron, estoy eternamente agradecida