Cuarta Vez

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Victoria y Alejandro tenían 25 años.

Por primera vez desde que se habían conocido, 10 años antes, estaban los dos solteros al mismo tiempo.

Creerías que se besarían entonces, ¿no?

No.

Era mucho más complicado que eso. Por que siempre lo es.

Resulta que, un día normal igual que todos, Alejandro estaba en el estudio de baile ensayando con sus compañeros como siempre. Un paso tras otro, sin falla, sin tropiezos. Uno, dos, tres, cuatro. Izquierda, derecha. Con tanto movimiento y tan rápido, hubiera sido difícil no sudar pero, afortunadamente, el interior del estudio tenía aire acondicionado. 

Alejandro pasó horas bailando y ensayando con sus compañeros de trabajo. A veces, cada uno bailaba solo y, otras, el director les pedía que bailaran en pareja con otro bailarín o bailarina. Era fácil, no solo por que ya lo había hecho por años y años, sino también porque conocía bien a sus amigos bailarines y confiaba en ellos. 

Después de la practica, se quedó unos minutos en el estudio, charlando con todos; platicando los eventos del día y la vida de cada uno, haciendo planes para el fin de semana, contando chistes y riendo. 

Tan distraído estaba con las cosas de su vida cotidiana, que no se dio cuenta que; sobre una mesa en el camarín , dentro de su mochila, yacía su teléfono que sonaba una y otra y otra vez. Recibiendo llamada perdida tras llamada perdida, sin recibir respuesta, ignorado y olvidado. La mochila vibraba y vibraba, la música brotaba fuertemente del bolsillo más pequeño pero Alejandro estaba demasiado lejos como para escuchar o preocuparse por ello. 

Finalmente, Alejandro y los otros bailarines masculinos se retiraron al vestidor y se cambiaron a su ropa normal. Ale terminó de arreglarse enfrente de uno de los muchísimos espejos y fue hacia su mochila para agarrar su desodorante cuando por fín notó que su celular estaba sonando. Curioso, el joven tomó su celular y vio quién lo estaba llamando; el contacto en la pantalla decía "Sra. Analía Duarte (Mamá Vicky)"  lo cual era extraño porque la madre de su amiga casi nunca lo contactaba, mucho menos lo llamaba. Él solo tenía el número de la señora para emergencias, o sea, nunca hablaban (bueno, en Navidad y Año Nuevo también pero hasta ahí). El hecho de que ella lo estaba llamando ahora y no era el cumpleaños de nadie ni hoy ni ningún momento cerca, solo podía ser una mala señal.

Tratando de no sentirse ansioso con preocupación, Alejandro respondió la llamada y se retiró al baño para tener un poco de privacidad.

"¿Hola, Ana?"

"Alejandro, ¿Dónde estás?" Ana habló con mucha rapidez y urgencia, apenas se le entendía lo que decía.

"En el laburo, ¿porqué?"

"Necesito que vengas al hospital de Belgrano, estamos en la guardia," La voz de la señora sonaba agitada y una combinación entre asustada, enojada y cansada.

"¡¿QUÉ?! ¿qué pasó?" Alejandro sintió como su estómago se hundía más profundamente que nunca. Ni le importaba si la gente lo escuchaba gritar.

"Victoria tuvo una sobredosis. Está viva y la están ayudando pero deberías venir rápido."

"Sí, ya me meto en el auto, estoy ahí en 10," respondió él, sintiendo más miedo que había sentido en toda su vida "gracias por contactarme."

"Por supuesto."

Cortaron la llamada y Alejandro prácticamente voló hacia su auto. No se detuvo para despedirse de nadie y por poco se olvidó su mochila. Condujo el auto a su mayor  velocidad posible, de alguna forma evitando accidentes y ser detenido por la policía. Supuso que tal vez debería agradecer su buena suerte por eso pero no tenía ganas de agradecer su buena suerte sabiendo que su mejor amiga estaba en peligro, así que agradeció sus habilidades como conductor, mejor. Una vez arribó en el hospital, corrió más rápido de lo que recordaba haber corrido alguna vez. Enfermeros y enfermeras, doctores y doctoras, pacientes y otras personas lo miraban con extrañeza; preguntándose el porqué del apuro y el pánico. El de seguridad en la entrada le dijo que se calmara, que no podía correr en un hospital y Alejandro se vio obligado a caminar a una velocidad más tranquila y razonable pero eso no detuvo a su corazón, palpitando nerviosamente contra su pecho. 

4 Veces que Casi nos BesamosWhere stories live. Discover now