Capítulo 13: Ella

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Shikamaru

Quizás encontrar las palabras precisas para describirla, era algo que ya no podía hacer, porque encontrar las palabras correctas para ella, era complicado. Y a través de los años que he pasado, a su lado, se han vuelto cortos bajo a mis ojos. 

Lo que fue un futuro no planeado, se convirtió en algo más grande, algo que en mi niñez o quizás adolescencia soñé. Esa persona que mantenía la alegría en sus ojos, en sus palabras llenaba de aprecio a muchos y al mismo tiempo se hacía querer.  

Porque a su lado, sentía que el mundo no tiene un final. 

Porque creí que era una simple atracción pasajera que se plantó en mi corazón, una fijación hacia los hermosos lunares que habían crecido en su piel formando muchas historias.  

Pero, todo fue como un lento proceso, cambiando lo que había en ignorado por un largo tiempo. 

Su sonrisa. 

Sus ojos. 

El brillo de su mirada. 

Su sencillez. 

Lo mucho que daba de sí misma. 

Sus palabras. 

Todo de ella, sacaba cosas de mí que jamás creí tener. Era Naruko, solo ella, nadie más lograba eso. Y me asusto al inicio. 

Temía lo que ocurría, pero al mismo tiempo me gustaba. 

Sentía que me volvía loco.  

Jamás lograba entender lo que los demás decían sobre los sentimientos y lo que conllevaba sufrir por ello. Yo no quiera. 

Me decía una y otra vez que debía de olvidarla, gritaba al espejo que las cosas no iban a funcionar. 

Luego, una imagen de su sonrisa y su rostro algo rojo por su timidez me hacía sonreír como idiota. 

Pero, me dije que nada perdía en intentarlo con Naruko, y si algo salía mal, ella decía una y otra vez que serías un lindo recuerdo. 

Sin embargo, mi corazón no se equivocó... 

Disfrute de su manera de demostrar cuando me amaba a sabiendas de que luego se enojaría conmigo por dejarla sin palabras, y me gustaba que fuese así, ser el único en sorprenderla, el único merecedor de su timidez y dueño de su corazón. 

Y me prometí ser el cargado de crear muchas buenas memorias para su mente, además de hermosos besos que marquen su piel, demostrando con quien el destino había querido unirte. 

Incluso diría que nos faltan años para descubrirnos por completos. Aunque el blanco que remplaza nuestro cabello diga lo contrario.  

Vivimos tantas historias, escribimos nuevas y plantamos estrellas en el cielo de nuestra habitación. Tuvimos diferencias, que no duraron tanto, pues conocíamos la verdad del otro a través de sus ojos.  

Naruko se convirtió en mi fuente de inspiración para cada uno de mis trabajos.  

En cada pintura les hablé de ella a través de los trazos de mi pincel.  

Retraté aquellas lágrimas de sus ojos, como lo fue con la osa mayor, después de ser apartada por todos, por la culpa de otro dios.  

Mi pincel trazó la curvatura de sus labios al momento de sonreír tan brillante, que me flechó como lo haría Orión.  

Trazó con mucha calma aquella serpiente que crecía en su espalda, después de todo Hydra sostenía aquellas habladurías que otros sueltan sin pensar.  

Y entre todas las historias de su piel, Andrómeda, se convierte en mi favorita. Después de todo, fue la primera en brillar mis ojos. La primera que plantó mi camino hacia ella, y yo, como un ferviente creyente, seguí.  

Supe que era la indicada para compartir conmigo una vida y las que siguiera después de esta. 

Años de juventud, con anillos deslumbrantes en nuestras manos, sin boda, pero con un simple pacto como lo hacían a la antigua solo palabras y promesas que se dieron a cumplir.  

Porque fueron las historias de su piel que decidí leer y el brillo de su corazón que decidí amar.

Trazos De Estrellas; ShikaNaru Fem!Where stories live. Discover now