Capítulo 10: sagitario

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05 de junio, Sagitario 

De una manera, que ni él mismo puede creer que logró comprenderlo. Quiso creer que ya había captado por completo eso que se había plantado desde hace mucho con la existencia de ella a su lado. Creando un camino que antes había dejado, antes de ese accidente, antes de que esa voz en su mente pudiera responderle, aún era alguien. 

Shikamaru tampoco sabía si agradecer lo que ya la había ocurrido, porque fue solo por eso que pudo verla, entre todos, Naruko fue la que más destaco, sin siquiera él quererlo, ya estaba siguiéndola, sin darse tiempo de acostumbrarse al repentino cambio, ya su corazón lo había asimilado. 

Culparla como lo hacía en el pasado, le era irrelevante, ahora. Naruko Uzumaki era ya una parte de él que no se podía eliminar, y si había una misera posibilidad tampoco lo haría. 

Porque fue ella la que extendió a Orión en su dirección, y lo atrapó. 

Fue por su mirada que entendió por qué la seguía, por qué quería negarse a sí mismo lo que empezó a sentir por ella. El brillo de sus ojos al alegrarse por algo tan simple, como es un cumplido. El cómo se maravillaba por lo que le daba la vida. Con pequeñas cosas encontraba la felicidad. Y a través de sus ojos fue que lo maravillo, aun cuando no lo dijera. 

Comprendió lo que ocurría dentro de su cuerpo. Aquel extraño flujo que se almacenaba alrededor de su alma y se convertía en una tormenta cuando lograba verla, no importaba si fuese de lejos, o los motivos por los que Shikamaru se acercaba, hasta la más débil excusa para buscarla, lograba hacerlo feliz. 

Y Naruko también lo era, eso era algo que no podía dejar pasar. En ese único rostro que, hacia muecas hasta hacerlo molestar, un rostro con detalles de lunares que aún lo maravillaban. 

Descubrió de Naruko aquellas historias difíciles de comprender, pero que no temió en dejarlas ver, y de manera silenciosa comprenderlas, como los demás no se tomaron el tiempo. Las palabras que salían de sus labios lo dejaban entender que aquello, Naruko no le daba mucha importancia. 

Sin embargo, Shikamaru, aquel joven alejado del mundo, se dejó encantar por sus ojos. Esos que le gritaban de manera silenciosa que apreciase su piel, que apreciase su risa, que apreciase su alma, que fuese libre de seguir a su lado sin causar daño a la fragilidad de su ser. 

Su mirada contó más secretos que sus propios labios. Para Shikamaru era mejor creer que sus ojos azules opacos se tomaron el tiempo de brillar, ocultarse cuando temían de algo, hasta regañarlo por las veces que fue un bastardo que no cuidaba las palabras que salían de su boca. 

A Shikamaru le parecía muy problemático, aceptar que estaba enamorado de la sonrisa que sus ojos le daban. También estaba demás aceptar que no deseaba alejarla. 

Fueron múltiples las veces, que se tomó el tiempo de apreciarlos y vagamente decirle lo mucho que llamaban su atención. 

—Entonces ¿Luzco atractiva a tus ojos? 

—Tan fea como siempre —respondió sin siquiera pensarlo dos veces, haciendo oídos sordos a cada uno de los insultos que podrían ocurrírseles en segundos. 

Pero, la realidad era otra. 

El joven sombra le gustaba cuando sus ojos brillaban por el día, ya que para él se convertían en un hermoso cielo, reflejo del mar, tan resplandeciente, que lograban ser la envidia de cualquiera. Pero cuando llegaba la noche, lograban opacar su color, logrando de esta manera semejarse al universo. También odiaba esa parte cursi que creció en él, cuando Naruko apareció, y de la que estaba seguro de que su madre provecharía en burlarse si tuviese la oportunidad.

En una salida cualquiera, sin una dirección aparente, caminando el uno al lado del otro, con conversaciones banales, que pierden el sentido después de un tiempo. Algunas veces Naruko correría, gritaría solo para sacar las emociones agobiantes de sí misma. Él solo la observaría y mientras más la observa, mientras más recalca su figura, el ondeado de su cabello y la sonrisa de su rostro, se siente afortunado, más que cualquier héroe con su botín de batalla. 

Naruko volteo hacia su dirección, y señala con prisa el nocturno cielo estrellado, el cual se mostraba después de la lluvia incontrolable que parte de la semana. Shikamaru bosteza, alzando su mirada, notando como hacia la aparición de una estrella fugaz. Notó como Naruko juntó sus manos a la altura de su pecho y sus parpados se cierran. 

Shikamaru la descubrió pidiendo un deseo. 

Solo la observó, ya que no veía necesario pedir algo más, cuando ya hacía mucho fue cumplido. Revolvió su rubio cabello y dejo caer un beso sobre su mejilla derecha. 

—¡Jehhh! ¿Y eso? Resulto que no eres tan tímido como creí. —Shikamaru se quedó en silencio por segundos, antes de volver a acercarse y morder su mejilla atigrada—. ¡PERO QUÉ-! ¡Shikamaru! 

—Si, si, vamos, tengo hambre. 

—Claro, y mi mejilla es un aperitivo. 

—Sería lo correcto volver a morderlo —sonrió levemente en dirección a la chica, quien solo se colocó en posición de lucha, levantando ambos puños. Él solo se encogió de hombros para seguir caminando. 

Quizás las palabras mágicas que siempre están en su mente no pueden lograr salir de sus labios, aquellas palabras dulces, y empalagosas que logran avergonzarlo, esas que son un reflejo de cuando sentimiento acumulo por la belleza de su alma. En algún momento podría decirlo, ya sea cuando vaya a tomar un poco de licor y Sam solo podría escucharlo. 

Acciones más que palabras. Se dijo a sí mismo. 

Miró a las estrellas, y en silencio se lo agradeció, porque confirmaba que ellas siempre escuchan.

Trazos De Estrellas; ShikaNaru Fem!Where stories live. Discover now