Capítulo 6: osa menor

28 17 0
                                    

14 de mayo, Osa menor

Cuando Shikamaru salió de fumar un cigarrillo en las pocas horas que le quedaban para salir de su trabajo, su cuerpo fue apresado por uno mucho más pequeño. El cabello rubio estaba desapareciendo y dejando a la vista las raíces negras, sin embargo, no fue necesario para él preguntar ¿Quién eres? Si solo una persona se atrevería a sostener su cuerpo de esa manera, como… como si lo extrañara. Shikamaru cubrió sus ojos con la palma de su mano, sin creerlo.  

No sabía por qué se sentía aliviado y feliz. Ese sentimiento burbujeante es su pecho, empezó a serle molesto, mucho más cuando una leve sonrisa se estableció como resultado. Pero, no se alcanzó a quejar, no cuando ella tomó su mano libre y Shikamaru sintió un escalofrío en su espalada, porque eso no le fue agradable.  

—No hay tiempo de quejas, busca tus cosas, el señor Yamanaka me dio permiso de raptarte, así que ¡Muévete! 

—¿Y los modales donde fueron? —Ella frunció el ceño divertida.  

—Que yo recuerde tú no los usas, ahora muévete que no nos queda tiempo.   

Shikamaru no protestó, no porque no quisiera, solo que las palabras que deseaba utilizar estaban en su lengua. Solo podía hacer lo que la chica pedía. Se despidió de su jefe, quien le deseó suerte, mientras le entregaba una extraña canasta a Naruko, y caminó junto a ella por un largo rato, sin quiera preguntar el por qué había aparecido después de casi no verla por una semana, ni como era que ella se llevaba tan bien con su jefe. Las preguntas solo se volvían molestas cuando estaban en su cabeza. Ni siquiera él comprendía por qué la seguía, si no era algo que le apetecía.  

La extrañabas.  

¿Por eso la seguía? ¿Por qué la añoraba? No tenía un lazo tan profundo como para que eso ocurriese. Shikamaru ignoró la respuesta en su cabeza, y solo escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón hasta logra calmar el sudor de estas. Miró los alrededores, al momento en el que ella empezó a hablar sobre sus clases, sobre las peleas que se formaron entre algunas facultades, incluso cuando ella mencionó sobre su regreso a las clases, para Shikamaru fue más tranquilizante notar el balance de las hojas de cualquier árbol.  

Él aun no estaba listo para lidiar con ella. Se suponía que Naruko solo desaparecía, y ahora…  

—Estás aquí… —balbuceó, mirándola de reojo, y el sentimiento de alivio invadió su pecho.

—¿Ah? Porque hablas tan bajo, si quieres insultarme se más valiente.  

—Tsk, si quisiera insultarte lo diría y ya, rubia problemática. 

Naruko lo llevó a un simple parque abandonado, y fueron a la parte más despejada de todas para colocar una manta y sentarse sobre ella.  

—¿No es muy tarde para hacer un picnic? —Naruko negó feliz—. Eres rara.  

—Lo sé, y piensa que es un picnic moderno, ya sabes está oscureciendo por lo que es un picnic nocturno.  

Shikamaru no replicó por sueño y solo se sentó a un lado, tratando de no estar tan cerca de ella, evitar contacto. Sin embargo, ella empezó a hablar, llenando aquel silencio que quedo entre ellos, había tantos temas que Shikamaru podía identificarlos cada uno de ellos, ella sonreía cuando él contestaba a lo que decía, aun cuando fuera vagas palabras. Shikamaru respondió.  

Sin embargo, sufrieron un accidente, un perro apareció en el área y aprovecho para llevarse parte de su canasta, Shikamaru lo dejaría porque no le era de mucha importancia, pero, Naruko no, y una persecución inició. Una donde fue participe al ver como su mochila era usada como proyectil hacia el pobre animal.  

Ambos corrieron entre los pocos árboles que rodeaban al parque, mientras Naruko formaba un plan para capturarlo, pero terminó con ambos rodando sobre el arenero infantil, y el perro huyendo de ellos.   

—Qué plan tan idiota…  

Hasta que Shikamaru dejó de ser un fantasma, o al menos así lo sintió cuando ese sentimiento golpeó su pecho de manera repentina, y rió como antes no lo hacía, rió por cosas tontas. Naruko lo hizo reír. Y él no pudo detenerla, se sintió bien, vivo y la calidez con la que Naruko lo miro nuevamente llegó a su alma.  

—Hey… eso fue lindo. ¿Tengo que sufrir otra desgracia para que vuelvas a reír?  

—No seas tonta —golpeó con sus dedos la frente de la chica, aun cuando ambos estaban sobre la arena algo húmeda. Naruko solo se quejó, pero también rió.  

Shikamaru aceptó que la extrañaba, esa presencia que llegó en un corto tiempo era mucho más brillante y molesta que los demás. Aceptó para sí mismo que Naruko era la primera persona que estaba dejando una marca en su ser. Una muy molesta marca.   

—Sabes, Shikamaru… quiero seguir viendo eso de ti. Solo un poco —volteó su rostro, sin importarle mucho la arena, observó al chico, con unos lindos ojos que Shikamaru no podía ignorar—. Y sé que lo lograré, aun cuando no lo digas.  

—Haz lo que quieras.  

—Tú manera de dar permisos son extrañas.  

Él solo se encogió de hombros como respuesta y dejó que el tiempo corriera, que fuese como quería. Ella estaba allí, y eso era suficiente, llenaba algo que jamás pensó vacío. Quizás solo esperaría con los ojos cerrados a los acontecimientos, y no le diría a ella.  

Eso solo sería un secreto que guardaría él y su mente.  

Porque ella era una estrella sin siquiera saberlo a los ojos de Shikamaru, una que no dejaba que su historia fuese escrita y leía. Mientras que él solo es ese chico por los que todos se alejaban, y sabe que son tan diferentes con tan solo notarlos. Ella brilla y él esta tan apagado.  

Una inalcanzable estrella queriendo ayudarlo parece una fantasía contada por su madre en la niñez.  

En la poca claridad que el parque abandonado les proporcionaba, Shikamaru pudo ver mucho más de ella, el naranja de las farolas a punto de apagarse, hacían brillar los pequeños puntos en su rostro. El único rostro que le es visible, admite para sí mismo que ella es linda. En ese momento sus mejillas se sienten calientes sin siquiera Shikamaru poder evitarlo.  

—Las estrellas sí escuchan… aun cuando están tan lejos —murmuró, notando como la sonrisa de la chica se agrando. 

—¿Verdad que sí? Te lo dije… siempre lo hacen.   

Shikamaru recostado sobre aquella manta, con sus brazos haciéndole de almohada a su cabeza, la observaba, aun cuando no quiere hacerlo, por esa presión en su cuerpo y los latidos de su corazón aumentaban. Él solo suspiró, porque sabe que no puede controlar todo, y tampoco lo intentaría. Era muy perezoso y la voz en su cabeza le decía que se rindiera.  

Ella parecía conocer la verdad y aun así estaba a su lado, observando el despajado cielo nocturno.  

Esa punzada que no se necesitaba explicar. Quizás después, cuando fuese un poco más hablador y se entendiese mucho más. Podría darle un nombre seguro a la enfermedad que ocupaba en su cuerpo cuando ella lo rodeaba. No en ese momento. No cuando la estrella con desconocida historia sostenía una sonrisa en su rostro cuando lo miro.  

Trazos De Estrellas; ShikaNaru Fem!Where stories live. Discover now