I Choose You- Nick Clark

Wrath I

Cuando habían comenzado a pasar los suficientes días desde su estadía dentro de aquel hotel, su cuerpo comenzaba a sentirse más descansado. Lentamente su sistema nervioso le permitía dormir más de tres horas, sin despertar entre gritos por las mismas pesadillas recurrentes. No tenía ningún reloj que le mostrase la hora, pero estaba muy segura que eran muy altas las horas de la madruga cuando finalmente desconectaba su mente del mundo exterior. Luego de que Alicia la escuchase gritar, o tal vez todos en el lugar lo habían hecho, la chica se había ofrecido dormir a su lado para ayudar a sobrellevar aquel mal momento. Alex, siendo que su orgullo le gana por completo le había asegurado que aquello no hacía falta y podía sobrellevarlo sola y que si la precisase le haría saber.

Aquello había sido un error, y Alex lo sabía.

Quería mantener su accionar sereno, o demostrar que lo llevaba en una marcha tranquila. Sabía que no podía depender de toda su familia por una simple pesadilla, pero cuando veía morir a Nicholas frente a sus ojos y no podía hacer nada para impedirlo aquello la impulsaba a soltar un grito desgarrador. El resto era historia. Pero al encontrar un viejo reproductor de música en uno de los grandes salones en la planta baja, sintió como su suerte cambiaba de un minuto a otro. Podía no comprender mucho de la melodía, pues la mayoría estaba en español, pero la mantenía distraída y aquello lo agradecía. Aquella había sido la tercera noche consecutiva sin pesadillas y el su cuerpo lo apreciaba. Había despertado temprano en la mañana, el sol brillaba con una intensidad única fuera y pudo sentir un ligero alivio sobre su espalda.

Optando por algo diferente, recordando que el agua caliente era una opción allí, su mente divago con una relajante ducha. El agua parecía un privilegio, y es que lo era, la chica lo comprendía a la perfección. Aquellas personas en el estacionamiento la colocaban un pesar en el estómago, por instantes sentía el egoísmo golpearla y fue allí cuando el agua se detuvo. Tomando una toalla, envolviéndose en ella de pronto se encontró analizando su reflejo en el espejo frente a ella.

No se reconoció.

Su cabello había crecido lo suficiente para caer sobre sus pechos, definitivamente había perdido peso; sus clavículas se marcaban perfectamente. La última vez que aquello había ocurrido sus padres habían muerto, y había perdido el peso suficiente para bajar tres tallas en un mes. Tenía marcas en los brazos con diferentes tonos violetas, una de ellas corría por el largo de su brazo perdiéndose en su espalda. Las ojeras comenzaban a irse, pero sin duda le habían hecho compañía por largos días. El color de su piel ya no tenía aquel brillo natural que tanto le encantaba, la palidez de sus mejillas y el poco color de sus ojos denotaba la falta de vitaminas que su cuerpo necesitaba. Soltando un largo suspiro, tratando se recordar por unos minutos la antigua Alex se mantuvo allí de pie hasta que decidió que lo mejor era ponerse en marcha y aportar toda la ayuda necesaria en el lugar.