Apreté mis labios y negué. Mire disimuladamente por mi hombro, recordando y repasando por mi mente como era mi ropa: Tenía un mom jean, un top blanco pero no se veía y un suéter azul claro encima.

Trague saliva—. ¿Tú los conoces?

Solo negó.

No llevaba ninguna prenda "provocativa", sé que la ropa no es una invitación pero si notó cuando me observan de esa forma y siempre llevo falda, medias de red o alguna camisa con escote. Simplemente me hacen sentir incómoda.

Miles de pensamientos pasaron por mi mente, llenos de inseguridad, ¿Tenía algo en la cara? ¿En mi ropa? ¿Se había roto mi pantalón?

No me acomplejaba mi cuerpo, para mí es bonito y me queda bien lo que sea. Además de hacer ejercicio ya es algo de familia, genética. Mi mamá tiene la misma forma que yo. Solo que a veces pienso "si me pongo esto pensaran cosas inapropiadas de mi".

Lo único que quisiera cambiar en mi físico serían mis muslos que son un poco anchos. No los cambiaria por mi, sino por lo mismo, las miradas.

Desde que mi cuerpo se empezó a desarrollar he recibido comentarios que según la sociedad son normales, pero cuando eres tú la que los recibes te das cuenta de lo asqueroso que es. Los inofensivos "Te ves bonita" se convierten en insinuaciones sexuales incómodas.

—Ey —Hades llamo mi atención, haciendo girar mi cabeza—. Sea lo que sea la mierda de que se reían, no les hagas caso. Seguramente los dejaron caer de bebés.

Las comisuras de mis labios se levantaron un poco y asentí.

—¿Por qué a veces te comportas amable conmigo? Digo, no nos conocemos del todo.

—¿Debo saber todo de ti para tratarte bien y tenerte respeto básico? —ironizó.

Sigues siendo un idiota arrogante de igual forma.

No, no necesitas conocer cada detalle de alguien para tenerle respeto.

Fruncí mi entrecejo, negando con la cabeza—. No, solo estoy acostumbrada a caerle mal a las personas. Sobretodo a las de la preparatoria.

Cuando eres conocida en tu escuela solo hay dos opciones: Te aman o no eres importante y te hacen malas caras.

Digamos que a mí me tocó la segunda, no me odian pero tampoco tengo muchísimos amigos.

—Bueno, y tú a mí me... Das curiosidad —murmuró en mi oído después de inclinarse un poco a mí.

—¿Solo curiosidad? —sonreí de lado.

—Nada más —levantó las manos con inocencia.

—Claro.

Eso de "Solo curiosidad" ya no me lo creo.

Nos dirigimos a la calle de mi residencia. Las luces y decoraciones de navidad daban brillo a las casas, varias apenas tenían luces en las ventanas mientras que otras parecían como si fueras al mismo Disney en estas épocas.

Niños y niñas corrían por la nieve y al parecer, estaban haciendo una guerra de "quien lanza más bolas de nieve". No entiendo de dónde sacaban tanta energía, la verdad.

Al paso de unos minutos llegamos a mi casa, todo el jardín principal lleno de esa blanca nieve. Toque la puerta unas dos veces esperando que mi madre abriera. Mis labios se movían diciendo en un susurro "No hagas nada estúpido" a Hades.

Las comisuras de sus labios se levantaron, asintiendo—. Seguro.

¿Por qué no le había dicho que se fuera? Ahora mi mamá me hará mil y un preguntas sobre el.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now