∞•Tempestad•∞ [•BNHA•] {Tomura X Oc X Aizawa X LOV}

•∆ 5 - Memorias ∆•

—No me lo puedo creer, son las 1:34 de la madrugada, de verdad está... ahhh!

Y me levanté, en pijama y despeinada salí de mi habitación hacia la que estaba a mi lado, ocupada por mi buen amigo el manos disecadas.

Y pateando esa puerta sin piedad ni gloria esta se abrió, dejándome ver a Tomura pegado a la pantalla de televisión que tenía sobre su mesa, y mostrándolo a él con una cara de desvelo y con un control de videojuegos en la mano.

—¡¡TÚ!! ¡Deberías de estar durmiendo infeliz! —le grité lanzandole lo primero que tenía a mano, que en este caso era mi pantufla.

—¡Agh! Pero que... Tú, te dije que no entraras a mi habitación.

—Y yo te despache a dormir Tomura, ¿soy un chiste para ti? Te vas a morir si sigues así.

—Eres una dramática.

—Eso te diré yo cuando no puedas caminar bien y te quede como condición de por vida, imbécil.

—Como si eso pasara de verdad.

—¿Me estás diciendo mentirosa?

—Eh... pero estás exagerando.

—...Pues veremos luego —respondi serena con una sonrisa para nada buena.

—¿Qué me ves?

—Veo tus últimos días de poder caminar como gente normal, Ups, ya se esfumaron.

—Deja de perturbarme, le digo al doc que me atienda él y eres obsoleta.

—¿Ah si? Bien, buenas noches Joven "Sugaraki", porque si sigue así serán las últimas, ¡que te diga el doc cómo seguirá un tratamiento de reactivación celular manual! Si es que ya encontró la forma y con eso la cura del cáncer también, ¿por qué no?

—¿Cómo que Sugaraki? y eso de la reactivación celular seguro lo sacas de cualquier lado.

—Bueno, si eso quieres creer, descansa en paz...

—... Espera ahí, bien me voy a dormir, vieja amargada.

—Oye no soy tan mayor que tú, solo un par de años.

—Aja, pero actúas como mi abuela.

—Callate, ni te acuerdas de ella tonto.

—Blah, blah —balbuceo burlesco mientras dejaba aquel juego y se acercaba su cama horriblemente desarreglada.

—Duermete ya, por Dios, ¿que piensas tú jugando a estas horas? Y saltandote comidas a lo pendejo... Con razón estás tan desnutrido.

—¡Ya! Suficiente nutricionista.

—De nada lombris de tierra.

—Recuerdame por qué no te mato.

—Porque no puedes, ya a dormir.

—Aja... —exclamó echándose sobre aquella desarreglada cama.

—Y si escucho un solo sonido más vengo y te parto tu madre eh, avisado.

—Claro mamá —dijo con deje de molestia, agitándome la mano en señal de echarme.

—No me llames así, no tendría un niño tan feo.

—Eres una estúpida.

—¿Argumentos? ¿Llamarte feo? Jaja, cariño te has visto a un espejo, puedo ser grosera contigo pero no mentirosa, que descanses.

—¡Muérete!

—¡Yo también te quiero! —dije cerrando la puerta, sin esperar que saliendo tuviera a otra persona escuchando.