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La cena fue... interesante, rara, divertida e incluso extraña.
La rubia, de nombre Seren fue la que ponía el ambiente, me agrado aquella mujer.

Lo mejor de esa noche, fue ver a Ale sonreír de una manera tan pura, tan llena de alegría, me encanto ver como sus ojos se hacían pequeños, me fascinó escuchar sus carcajadas.

Así que hoy me prometí que debía de hacerla reír así de nuevo, esa risa debía de escucharla una vez más.

Es por eso que hoy iré por ella para ir a jugar bolos en la tarde y después ir a pasear por ahí.

Pero por el momento me encontraba en mi habitación levantándome con pesar. ¿Les dije que por las mañanas soy como un zombie? ¿No? Bueno, pues ya lo saben.

Me siento sobre mi cama y me quedo una hora contemplando un zapato, y cuando creo que he estado el tiempo suficiente haciéndome idiota, me levanto.

Bajo las escaleras y camino hacia mi madre que se encuentra en la cocina.

- Buenos días.- dice ella con una sonrisa.- ¿Alguien tuvo una pelea en tu cabello o por qué ese nido?

Mi padre, que esta sentado comiendo se ahoga por reírse.

- Eso te pasa por reírte de mí.- me burlo.

- Mejor coman antes de que se enfríe la comida.- dice mi madre mientras me entrega un plato con un pan tostado y un café.

Mientras comemos todos juntos, mi madre me cuenta qué hará el día de hoy, que es prácticamente ir a ver una casa.
Cierto, olvide decirles que ella es decoradora de interiores.

- ¿Qué harás tú hijo?- dice.

- Pues tengo planeado ir con Alessandra a jugar bolos.

- Mmm, esa muchacha es muy linda y educada, que bueno que terminaste con tu anterior novia, ella era todo lo contrario.- habla la mujer con una mueca de disgusto.

- Lo sé, al menos llegó ella a mi vida.- sonrío como idiota al recordarla.

- Espero que se diviertan el día de hoy niño.- dice mi padre.

- Gracias papá.

Me levanto de mi lugar para dirigirme a mi cuarto y seguir durmiendo un rato, aunque sé que son las doce de la tarde, pero no me importa.

Pongo un pie en el escalón, pero me detengo al oír el timbre, y sé que es Elena porque solo ella toca una canción cuando llega a casa.

Abro la puerta y...

- ¡Hola!- dice animadamente.

- ¿Qué hacen aquí?- veo de reojo a Leon.

- ¿Cómo que qué hacemos aquí? Pues venimos a planear la fiesta de Cassian.

- Ah.- es lo único que digo.

- No puede ser, lo olvidaste.- dice el moreno.

- Claro que no.- trato de fingir.

- Lo olvido.- afirma la castaña.

- Yo.- me interrumpe.

- Al parecer esa chica te trae peor de lo que ya estabas.- me quita de mi lugar para pasar.

- Adelante.- me burlo.

- Hola señor y señora Bernard.- saludan.

- Hola muchachos.- grita mi padre.

- Oigan, esta tarde tengo una cita con ella.- comienzo a hablar.

- ¿Nos dejaras?- me mira con tristeza la chica.

Oh, sé lo que hace, pone su cara de niña regañada para que acepte.
Aveces odio que sea tan manipuladora, y es porque siempre consigue lo que quiere.

- No me hagas esa cara señorita.- la apunto con un dedo.

- ¿Qué cara?- sigue con su actuación.

- Lo sabes bien.

- No sé de qué me hablas.

Nos quedamos mirándonos fijamente, creo que aquí es en donde la cámara se acerca mientras suena una canción de suspenso.

- ¡Bien!- grito.- ¿Qué haremos?

- Pues... la verdad no sé, dijo que este año no quería nada de fiestas grandes y que solo quería pasarlo con nosotros.

- Raro.- dice Leon.

- Lo sé.

Me quedo callado, pensando qué haremos, hasta que finalmente se me viene una idea a la cabeza.

- Ya sé.

- ¿Qué?- preguntan los dos al mismo tiempo.

- Vamos todos a los bolos.

Una noche más a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora