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Me quede toda la noche con ella, dormí a su lado abrazándola, como si quisiera que todos sus miedos no traspasaran el campo que había creado para protegerla.

No quería que nadie la lastimara, era mi mejor amiga, mi compañera de vida, la que siempre había estado para mí en los momentos malos que tuve; y ahora yo iba a ser la persona que la protegiera de todo y de todos.

Al despertar pude ver como tenía sus ojos rojos e hinchados por el llanto, los dos no fuimos a la escuela y decidimos quedarnos en su casa a pasar el rato.

Su padre se fue desde temprano y afortunadamente no lo vimos. No queríamos darle explicaciones de por qué estaba allí con su hija.

Sabía que debía de hacerla sentir mejor el día de hoy, para que al siguiente ella se sintiera un poco mejor.

- Iré por el desayuno.- hable con mi voz ronca por apenas despertar.

- De acuerdo.- se frota la cara con sus manos.

- ¿Cómo estás?- me acerco a ella.

- Aléjate, te apesta la boca a muerto.- me empuja mientras se ríe, así que me uno a su sonido.

- Eso contesta la pregunta pequeña malcriada.

- ¿No ibas a ir por el desayuno?- me mira con burla.

- Mira nada más, que niña tan más consentida.- digo mientras le pincho la nariz.

- Tú me hiciste así.- sonríe de lado.

- Tienes razón, he creado un monstruo.

- Corre, tengo hambre.- se retuerce en su lugar como si fuera un gusano.

- ¡Bien! Lo que diga la jefa.- me levanto con pesar.

- Así me gusta.

- ¿Qué se te antoja? ¿Huevos revueltos, pan tostado con mermelada, hotcakes, pan francés?

- Mmm.- lo piensa.- Es difícil de decidir.

- Dime lo que quieres y lo haré.

- ¿Qué tal pan con mermelada y huevos?

- De acuerdo.- me coloco mis tenis.

- Oh, y un jugo de naranja.

- ¿Algo más?

- Creo que tengo manzanas.- me levanto y la miro.

- Bien, veré que encuentro.

- Eres el mejor, te amo.- me lanza un beso con su mano.

- Lo sé.

- Arrogante.- pone los ojos en blanco.

- Cállate y duerme un poco, te despertaré cuando el desayuno esté listo.

- Bien.

Se acurruca en su lugar como si fuera una chiquilla en espera de que su padre regrese con el desayuno en una bandeja y se lo de en la boca como a una bebé.

Salgo de la habitación y me dirijo a la cocina, una vez allí tomo lo que necesito y comienzo con la tarea que tengo, busco las manzanas que dijo que tenía.

Cuando las encuentro las pico en pequeños cuadros y les coloco un poco de chile porque sé que le encanta.
Las pongo en un plato pequeño y las dejo un rato ahí.

Regreso mi atención a los huevos que se cosen y espero a que el pan esté listo.

Mientras aguardo, hago el jugo de naranja, una vez que está listo el liquido lo vierto en dos vasos de vidrio.
Veo como los huevos están bien cosidos y los pongo en un plato, todo el desayuno esta servido y lo situó en una bandeja color verde.

Una noche más a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora