Subo las escaleras y entro de nuevo al cuarto, una vez allí veo a Elena buscar una película en su televisión.

- Listo señorita, lo que pidió.

- Que lindo, gracias caballero.- da pequeños saltos sobre la cama.- Huele delicioso.- me ayuda con la bandeja.

- Así es.- tomo asiento a su lado.

- ¿Qué quieres ver?

- ¿Qué opciones hay?- tomo un trozo de pan y me lo llevo a la boca.

- Está el cadáver de la novia, Coraline y el extraño mundo de Jack.

- ¿De nuevo esas películas?- la miro con cansancio.- Siempre que hacemos noche de chicas pones esas cintas, ya hasta me sé los diálogos.

- ¡Es que son las mejores! Jamás pasaran de moda.

- Pon otra cosa.

- Veamos una de esas, por favor.- junta sus manos y hace una cara de cordero.

- ¡Bien!- ruedo los ojos.

- Bellísimo.

Sí, sé lo que estarán pensando. ¿Dijo noche de chicas? ¿Cómo es eso? Pues déjenme decirles que de vez en cuando todos nos reunimos en la casa de Elena y hacemos una especie de noche de chicas.

Ella no tiene muchas amigas que digamos, o mejor dicho, no tiene amigas estables que sean capaces de soportar sus cambios repentinos de humor y sus dramas.

Así que los chicos y yo somos como sus amigas, y a falta de chicas, nosotros nos dejamos hacer todo lo que ella quiere por una noche, nos dejamos poner mascarillas en la cara, depilar las cejas, pintarnos las uñas y hablar de sus amores.

He de admitir que... eso es mi gusto culposo, me gusta hablar de chismes y relajarme un momento, y estoy seguro de que a Cassian y a Leon también les gusta.

Mientras comemos y vemos la película de Coraline, llega a mi mente la chica de ojos color avellana.
La forma en que le grite ayer, la manera en que descargue mi frustración en ella, no me gusto y no fue algo propio de mí.

Ahora me siento culpable, el corazón me duele solo un poco por recordar como grite, y ahora sé que la he cagado.

- ¿Qué pasa?- pregunta la chica a mi lado.

- Nada.- trago ruidosamente saliva.

No dice ni una sola palabra, solo me mira como si supiera lo que me carcome la mente.

- Ayer, cuando me llamaste, Alessandra había llegado a la escuela diciendo que pasaremos el rato juntos.- suelto al fin.

- Y...- me invita a seguir con la historia.

- Cuando me terminaste de decir eso, me espante demasiado, me dolió la cabeza al escuchar todo tan intensamente, y... le grite que se callara y me dejara en paz.

- Vaya.- suspira.

- La he cagado. ¿Verdad?

- Bueno, ella no sabe qué fue lo que paso en realidad, así que si le das una explicación del porqué actuaste así, yo creo que lo entenderá.

- ¿Pero y si no?

- Yo hablare con ella, le diré lo que pasó.

- No.- digo negando con la cabeza.

- ¿Por qué no?- frunce el ceño.

- No quiero que hagas eso.

- No te preocupes, está bien.

- Pero.- me corta.

- Deberías llamarla y explicarle.

- ¿Tú crees?

- Sí.

- ¿Y qué pasa si ahora me odia? ¿Qué pasa si ya no quiere saber nada de mí y ahora me olvidara? Tenía planes, quería que.- vuelve a interrumpirme.

- Eso no lo sabrás si no la llamas.

- Bien.- suspiro.

- En lo que tú haces eso, yo terminaré de ver la película.

- Está bien.- me rio.

Me levanto de mi lugar, tomo mi teléfono y salgo de su habitación.
Busco su número en mis contactos y una vez que lo tengo en la mira dudo en llamarla.

Tomo aire hasta que mis pulmones se sienten satisfechos, presiono el botón de "llamar" y espero a que conteste.

Aveces me gustaría saber qué es lo que ella piensa...

Una noche más a tu lado Where stories live. Discover now