Capítulo cuatro: la chica por la que se mueren desde jardín.

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Las clases habían finalizado por el día y me encontraba guardando algunos libros y cuadernos en mi casillero, mientras a mi lado Nate me contaba sobre un videojuego.
De pronto, apareció Amanda, sonriente, y me saludó.

-Hola, Lucas- le dirigió su mirada a Nate por un segundo antes de volver a mirarme. -¿Vienes a mi casa?

Nate la miraba boquiabierto y con sus ojos como platos, a punto de babearse por su belleza e incrédulo ante el hecho de que la misma Amanda Stalks me estaba hablando. Aún no le había contado sobre los encuentros anteriores.

Asentí.
-Claro, sólo dame un momento- dije algo bajo porque aún me ponía nervioso hablarle.

-Está bien, te espero afuera- dijo retrocediendo y saludó a Nate con la mano antes de voltearse y seguir caminando. Nate quedó aún más perplejo al haber sido saludado por ella.

-¿Q-q-que....?- balbuceó.

-Hola, perdedores- apareció Jessie a nuestro lado. Miró a Nate y se acomodó sus pequeñas y delgadas gafas. -¿Qué le pasa?

Iba a hablar pero Nate me ganó.
-Amanda...Amanda Stalks invitó a Lucas a su casa- dijo sin terminar de creérselo, sus ojos azules aún muy abiertos.

Jessie abrió también los suyos, con una crja arqueada.
-¿Amanda Stalks? ¿La chica más popular de la escuela? ¿La chica por la que se mueren desde jardín?

Nate asintió.

-Sólo me pidió que la ayude con matemáticas- dije no queriendo darle importancia al asunto. Aunque era Amanda Stalks de quien hablábamos, ningún bien me haría hacerme ilusiones de ningún tipo. Cerré mi casillero.
-Nos vemos- me despedí.

-Suerte. Adiós- dijo Jessie.

-Cómo lo envidio- escuché a Nate comentarle apenas volteé y comenzé a caminar hacia la salida.

Al salir del edificio encontré a Amy parada a un lado mirando hacia la nada, su cabello ligeramente revoloteando en su cara por el leve viento que corría.
Me acerqué unos pasos y me detuve a un metro, quedándome en silencio. No sabía si hablarle para llamar su intención o qué decir.

Por suerte, enseguida notó mi presencia y me indicó que la siguiera hasta un gran auto negro, donde nos subimos en la parte trasera, g noté un chofer al volante, con gorra, traje y todo.

Amanda lo saludó, refiriéndose a el como Patrik. El arrancó el auto, y en un corto viaje silencioso llegamos a una parte de la ciudad donde sólo se veían grandes casas lujosas.
Nos detuvimos frente a una gigantesca mansión, con un muy arreglado jardín delantero y una pequeña fuente de agua a cada lado de la gran puerta principal de madera.
Estacionamos junto a más autos y al bajar la seguí por las escaleras del porche frontal. Ni siquiera alcanzó a llamar a la puerta ni nada cuando una mucama nos abrió la puerta y nos hizo pasar.
Casi me caigo al suelo al ver la casa por dentro. Las enormes escaleras de mármol frente a la entrada, los adornos lujosos, los muebles finos. No podía encontrar palabras para describirla.

-¿Qué tal si vamos a la sala?- dijo Amanda, más para sí misma, y la seguí tras una puerta. Entramos en una sala casi tan grande como toda mi casa, con dos grandes ventanales que daban a un patio que parecía de película. Había dos sillones grandes y largos color marfíl y dos más pequeños color gris. Ambos estaban decorados con varias almohadas con diferentes diseños, y las paredes estaban adornadas con grandes cuadros dignos de un museo.

-Ponte cómodo- la voz de Amanda me sacó del trance. -Iré por algo de comida.

Salió de la sala y me senté en el borde de uno de los sillones, mirando hacia los ventalanes para poder observar el patio.
Había una gran piscina con una cascada de rocas, rodeada de reposeras y palmeras. A un lado había una terraza con una parilla, una mesa y algunos sillones de exterior.

Amanda volviœ con una bandeja con galletas, brownies h dis vasos con limonada. A decir verdad, y a juzgar por todo lo demás, me sorprendió que eso no lo trajera una mucama o incluso un mayordomo.
Se sentó a mi lado y dejó la bandeja en la mesita de café.

Nos quedamos en silencio hasta que me animé a hablar.
-Y bien, ¿con qué querías que te ayude?

Resopló y no respondió por un rato.
-No lo sé exactamente...al principio más bien te pedí ayuda para joder a Mike y para...- dejó la oración flotando mientras yo me sentía irritado. -Pero, para ser sincera, sí me está yendo mal en matemáticas y algo de ayuda me vendría bien.

Me molestó que me hiciera ir hasta su casa y perder el tiempo por una estupidez como lo era darle celos a su ex-novio.
Pero claro, era popular. Los populares eran tontos y engreídos y hacían cosas así.

Sacó su cuaderno para que le explicara, y ya que estaba ahí no me quedaba de otra. Le expliqué unos cuantos ejercicios y cálculos, pero ella parecía no terminar de comprender. Seguro no le daba para más que pensar sobre moda.

Revisé mi reloj y noté que eran las 7:49pm.
-Se hizo tarde- anuncié. -Debería irme.

Ella asintió y cerró su cuaderno, seguro aliviada de que por fin me vaya a ir.
-Te acompaño hasta la puerta- dijo levantándose y agarré mis cosas antes de seguirla.

La misma mucama de antes esperaba junto a la puerta y la abrió por nosotros. Le agradecí y luego de despedirme de Amanda salí de la casa.

-¿Te irás caminando solo?- Amanda preguntó detrás mío.

-Tengo casi 18 años, puedo caminar por mi cuenta hasta mi casa- dije.

-Si, claro, tienes razón... Bueno, adiós. Gracias.

Seguí avanzando pero me volvió a llamar.
-¿Lucas?
Volteé para mirarla.
-Mmm... ¿Crees que podrías volver a ayudarme mañana?

Me quedé pensándolo. Tenía cosas mejores que hacer que ayudar a una popular con sus tareas. Aunque esas 'cosas mejores' fueran leer y jugar videojuegos, como League Of Legends.

-¿Por favor?- suplicó haciendo un puchero, lo que la hizo ver súper atractiva.

Resoplé.
No me haría daño ayudarla una vez más.
-Está bien- acepté y ella sonrió.

-¡Gracias! Entonces nos vemos mañana.

Asentí y me volteé para terminar de bajar las escaleras del porche y por fin emprender el camino hacia mi casa.

Él Es Un Nerd [EDITANDO]Where stories live. Discover now