Sugar, but not your baby (KookTae)

XXIII (4)

TaeHyung miró fijamente el agua, concentrado al 100% mientras esperaba a ver algún movimiento que delatara a lo que sea que se pasara por ahí, deseando que algún pequeño pez al menos quedara atrapado entre las redes que había arrojado hace ya varios minutos atrás.

--- Así no vas a lograr nada, bonito. No tendremos qué comer e iremos al bosque con el estómago vacío--- murmuró, aunque el otro siseó molesto--- lo siento.

--- ¡Me espantas a los peces!---chilló, mirando con molestia la caña de pescar que tenía el mayor entre sus manos--- eres muy cruel con ellos. Primero los perforas y luego te los comes...--- acusó--- al menos yo no los haré sufrir de más.

JungKook únicamente soltó una risa baja, casi que reteniéndola.

--- ¡Oye!, ¿Qué clase de reacción es esa?--- le preguntó dejando momentáneamente las redes para luego mojar al azabache al ahuecar sus manos y arrojarle agua del lago.

Al ver las gotas de agua caer sobre su ropa, ni siquiera se inmutó. La mayoría de agua que iba dirigida hacia el más alto, terminó cambiando de dirección.

--- Suenas algo hipócrita--- le hizo saber al de cabellos castaños--- además, de igual manera terminarás comiéndolos--- tiró de la cuerda y observó el enorme pez que había atrapado. Bueno, si mal no recordaba, eso era un bagre y no era al que precisamente quisiera comer en esos momentos. Hizo una mueca y disgustado, se giró a ver a su castañito--- ¿Tienes alguno?

TaeHyung arrojó la red agresivamente. Por supuesto que no tenía nada. Era tan tonto, únicamente burlándose de él. Tenían poco de haber llegado, pero ya se había aburrido al no obtener los resultados esperados después de presumir que toda su infancia se la había pasado atrapando peces cerca de donde vivía.

Se sentía tan relajado a pesar de todo. Haber salido de su rutina diaria era algo que no dudaría en repetir en un futuro no tan lejano. En realidad, esperaba que aquel presidente a su lado tuviera el tiempo suficiente para ir de un lado a otro, solo ellos dos, disfrutando del clima, de las vistas, lugares nuevos que lo hacían sentir sano y fuerte, respirando aire fresco y probando hacer cosas nuevas.

Miró al cielo y tomó una enorme bocanada de aire. Le gustaría en algún momento vivir en un lugar similar; tranquilo.

--- TaeTae, no te enojes, ¿Sí?. Jamás dejaría que te faltara algo--- mencionó con un tono dulzón mientras volvía a tirar el gancho al agua, ya con una nueva carnada--- por supuesto que un chef reconocido nos preparará pescado fresco. Beberás algo de alcohol y te haré reír hasta que no puedas más.

El universitario dejó de prestar atención a su alrededor y observó aquellas pupilas iluminadas fijarse en su persona. Sintió como si pudiera ver a través de él, por lo que desvió la mirada, meramente nervioso.

--- N-no estaba enojado--- titubeó nuevamente tímido. ¿Por qué su mayor tenía que ser tan atractivo? Encima de todo, aquella melodiosa voz provocaba que se estremeciera entero. Todo en él le agradaba tanto, incluso aquel perfume caro que se ponía e impregnaba inmediatamente el ambiente a su alrededor, incluso en su ropa. Hasta JiMin se había percatado una vez de ello. Únicamente por un abrazo quedó con ese agradable aroma--- maldición--- cerró sus ojos con fuerzas. ¿Por qué justamente tenía que recordar lo que habían hecho en el hotel?

Su mente le recriminó de inmediato que era el principal culpable de aquel pequeño momento de intimidad. Después de todo, el mismo TaeHyung fue quien pidió ser tocado también. Más tonto uno que el otro.

--- ¿Qué sucede?, ¿Todo bien?--- cuestionó el fornido, preocupado al verlo encogerse y mantenerse cabizbajo--- hey, osito...

--- Osito...--- repitió sonrojado. Odiaba todo. Odiaba sentirse así. Odiaba tanto que se preocupara por él--- calla, señor Jeon--- quizás era que nadie antes se había portado de ese modo tan agradable hacia su persona, además de sus amigos raritos--- me gustas jodidamente demasiado--- expresó sincero, alzando la mirada al escuchar que la caña caía a su lado. JungKook lo miraba de una manera tan inefable que sinceramente no se atrevió a adivinar lo que pensaba.