Índigo

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Estaba en una habitación casi a oscuras. La única iluminación era índigo: el mismo color por el que acababa de viajar. Había unos cuadros con fotografías que le parecían familiares, por lo que se acercó a verlos. Aparecían sus padres y amigos, pero donde debía estar ella, no había nadie. Entonces, su atención se centró en un bambú cuya hoja había rozado su brazo. Estaba bastante amarillo y su agua se veía verdosa.

—Ay, bonito, ¿por qué tu dueño te tiene en tan malas condiciones?

Cielo abrió las ventanas y la luz natural inundó el lugar. Parecía estar en un sexto piso y, si sus ojos no la engañaban, se encontraba junto al callejón. Dejando de lado las fotos, era un departamento normal. Sacó el bambú de su contenedor con cuidado y lo colocó sobre una mesa. Tiró el agua y le puso la de un pequeño garrafón en la cocineta. Ahora por lo menos el bambú no se veía tan abandonado.

—Bueno, pequeño, espero que te mejores.

Apagó la iluminación artificial y se dispuso a salir del edificio.

En efecto, se encontraba al lado del callejón, en un complejo de departamentos ubicado ahí mismo. Caminó un par de cuadras hasta que llegó a un parque, donde le llamó la atención una persona que estaba hablando con un micrófono en medio del lugar. Su voz sonaba distorsionada y su aspecto no era visible, ya que llevaba ropa holgada y una capucha. Mientras Cielo se acercaba, la escuchó decir:

—¿Qué cosas han hecho el día de hoy que les han producido verdadero bienestar? ¿Comer un postre, ver un maratón de su serie favorita, emborracharse, tener sexo? Nada de eso produce verdadero bienestar. ¿Qué cosas han hecho que los ayuden a convertirse en una mejor versión de ustedes mismos? ¿Realmente son ustedes los que están controlando su vida o solo están siendo controlados? ¿Qué piensan cada mañana al despertar? ¿«Qué fastidio, qué flojera»? Dense cuenta: ¿cuáles son las acciones que más hacemos los seres humanos sin parar? ¡Respirar, pensar! ¿Por qué no les damos suficiente importancia a estas acciones, entonces, si son la base de nuestra existencia? ¡Cambiemos nuestra manera de pensar y respirar, así cambiará nuestra vida!

Consideró que eso tenía bastante sentido. Miró a los demás espectadores: algunos asentían, otros se burlaban y otros miraban a la persona con desprecio.

De repente, escuchó:

—Lo que dice tiene lógica, pero siempre hay que poner la información que se nos presenta en tela de juicio. —Una chica alta se había colocado a su lado y le dirigía la palabra. Tenía facciones masculinas, su cabello era negro y corto, y vestía de negro—. Tal y como dice Hesse: «El conocimiento puede ser transmitido, pero no la sabiduría». Al final solo nuestra experiencia nos dará la verdadera respuesta.

Esas palabras le recordaron a la manera de hablar de Mía, por lo que se sintió en confianza.

—Sí, coincido contigo.

La chica se encogió de hombros y añadió:

—Por mi parte, creo que lo que pensamos es bastante importante, pero no tanto como para literalmente construir nuestra vida. Siempre tendremos que esforzarnos con acciones también. La vida es muy compleja, así que vivir no puede ser tan sencillo.

—Claro, es necesario que nos esforcemos.

A comparación de cuando había entrado al Triángulo, la agilidad mental de Cielo había mejorado bastante. Ahora era capaz de hacer mayores conexiones y comprender ideas que antes no podía. Por su cuenta era capaz de llegar a reflexiones que le proporcionaban respuestas. Aun así, se sentía primeriza en todo eso y le tomaba tiempo procesar información nueva.

Los tonos del cieloWhere stories live. Discover now