Capítulo 4

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Cuando Jacob se fue yo pase mis manos por mi cara, un poco frustrado por todo esto y es que dejaron el ambiente tenso.

- Bueno... el final fue un poco más incómodo —dijo Alya con una mueca y la quede mirando, es muy directa.

- Legeremante ¿enserio? —dije sorprendido y ella me interrumpió antes de que pudiera hacerle otra pregunta.

- Antes de que digas algo quiero decirte que no leí tu mente —dijo preocupada.

- Y te creo —dije de manera espontánea y tan seguro que abrí los ojos sorprendidos. Creo que es la primera vez que confío tan rápido en un ser humano. Y al menos Alya suspiró aliviada y con un pequeño sonrojo adorando sus mejillas después de escucharme. Me pregunto porqué estoy sonriendo—. ¿Puedes explicarme qué pasa? Porque Queenie también lo es y ella si lee la mente de los demás —dije y ella asintió enseguida.

- Soy legeremante desde que nací, pero a mis papás no les gustaba eso porque muchas veces era capaz de leer sus mentes en reuniones familiares y... —se interrumpió al estremecerse—... cómo sabrás los Black no tienen las manos limpias, así que muchas veces vi cosas que una niña no debería ver y qué es muy peligroso que sepa —dijo y la interrumpí antes de que siguiera explicando porque se ve que no le gusta acordarse de eso.

- Ya entendí, Alya, no te preocupes —dije y ella me sonrió agradecida.

- Ya, la cosa es que era peligroso para ellos y por eso me enseñaron a manejarlo —explicó más resumido y me estoy muriendo de ternura al verla jugar con sus dedos e inflando sus mejillas—. Por esa razón solo puedo leer mentes cuando me descontrolo o las demás personas me dan acceso a sus mentes —dijo viendo sus dedos y ahora esta jugando con un anillo suyo—. Por eso escuché a Dumbledore cuando habló de mí porque abrió su mente para que lo escuchara —explico para terminar y asentí pensativo.

- Estábamos muy lejos —agregue y ella asintió con sus labios apretados.

- Lo sé, pero puedo escuchar a mucha distancia de diferencia, no sé cuánta ni si funciona con otras personas que no sean Dumbledore —dijo y yo asentí procesando toda la información.

- ¿Algo... algo más? —pregunte, pero aparte la mirada cuando me di cuenta que ya llevaba mucho tiempo sin apartarla.

No sé qué me pasa, pero a diferencia de las otras personas, me encanta leer sus expresiones. Quizás es el hecho de que se me hace tan fácil que no me frustro conmigo mismo por no entenderla.

- Quizás... deberías saber que escucho a los animales... ese es mi don —dijo sonrojada y la miré sorprendido.

- ¿En.. en serio? —pregunte entusiasmado y ella asintió quitando la mirada, qué tierna—. No escuchas mis pensamientos ¿cierto? —pregunte para asegurarme y ella negó muy seguido—. Esta bien ¿algo más? —pregunte para estar seguro y ella se mordió el labio nerviosa.

- Quizás deberías saber que no tengo varita —dijo con una sonrisa vergonzosa y la miré sin entender—. Mis padres... ellos rompieron... rompieron mi varita —dijo con un puchero y por primera vez sé que alguien quiere llorar. 

Además, estoy sintiendo una gran presión en el pecho al escuchar eso porque todos saben lo importante que es la primera varita, literal ellas te eligen al tener una conexión y eso no hay que mirarlo en menos, es algo así como tu primera compañera en este mundo lleno de magia.

- Esta bien, tranquila —dije entrando en pánico y palmeando su hombro con cuidado, no sé qué más hacer, pero al menos ella me está sonriendo agradecida—. No tienes que decir nada más —dije más calmado porque su sonrisa tiene el talento de calmarme.

The One -Newt ScamanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora