6.- Funny Memories

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Kakyoin se encontraba sentado en un sofá, bebiendo té caliente de su taza nueva con cerezas que decía "Mr. Cherry" cuando Jotaro llegó junto a él, también con una taza que decía "Mr. Dolphin".

—Lindo —dijo Kakyoin levantando su taza esperando que Jotaro la chocara suavemente haciendo una suerte de "Salud"—. ¿Qué más trajo tu abuelo?

—Un libro enorme —dijo levantándolo de una caja.

—Jojo, eso es un álbum de fotos. Dámelo.

El pelirrojo tomó el pesado álbum y abrió la primera hoja, donde había una inscripción donde decía que ambas madres lo habían armado para ellos.

—Oh, esto estará genial —dijo pasando la primera hoja y encontrándose con dos fotos—. ¡Ja! En esta estás solo en pañales y cubierto de chocolate.

Jotaro se apresuró a posicionarse junto al pelirrojo y miró las fotos.

—Tú estás exactamente igual en tu foto pero con... ¿Qué es eso?

—Postre de manzana cocida... Sin azúcar... A mi mamá no le gustaba darme cosas sintéticas.

—Por eso tienes una cintura ridículamente angosta.

—¿En serio pensaste que este era el mejor momento para coquetearme, Jojo?

—No quieres saber lo que iba a decir si el postre era de durazno.

—¡Voy a pasar a la siguiente página! —dijo sonrojándose de golpe y, pareciendo como si su característico mechón rojo hubiera dado un respingo.

En la siguiente fotografía, de nuevo dos fotos. En una Jotaro estaba en una pequeña piscina inflable jugando con juguetes de goma, como un patito y, lo que parecía ser una tortuga. En la otra foto, Kakyoin estaba en una piscina temperada con visores, muchísimos flotadores y se veían los brazos de su papá sujetándolo.

Jotaro tenía sus labios apretados y su respiración se escuchaba extraña.

—¿Estás aguantando la risa, Jojo?

—No —sentenció aclarando su garganta y bebiendo un sorbo de té.

Kakyoin pasó la página nuevamente y había una donde Jotaro estaba jugando en un charco de barro, y en la otra, Kakyoin estaba en una piscina de pelotas con un montón de coloridas pelotas que su padre había comprado y las había metido al corral donde permanecía durante el día.

—Niño burbuja.

—¡No es mi culpa! Mi madre es sobreprotectora, solo eso.

—Curioso que al sobreprotegido le hayan atravesado el abdomen —dijo llevando la taza de nuevo a sus labios.

—Ah, qué lindo, culpando a la víctima —respondió Kakyoin, y luego llevó su mano a la base de la taza contraria, levantándola y haciendo que un poco se derramara por los lados de la boca de Jotaro.

—Cambia la maldita página.

—Sí, señor Delfín —dijo entre risas el pelirrojo.

La siguiente página tenía fotos de sus primeros días de clases.

—Desde siempre tuviste la boca grande, mira esa sonrisota.

—Jojo, ¿vas a seguir ofendiéndome con cada foto?

—Eso era un cumplido, sabes cuánto amo tu boca y todo lo que haces con ella.

—¡Cállate! Mira tu sonrisa. Eras tan pequeñito, inocente y adorable... ¿Qué te pasó en el camino?

—Meh, una enfermedad hereditaria de los Joestar...

—¿Qué? ¿Cuál enfermedad? —dijo Kakyoin genuinamente preocupado girándose en su asiento hacia el pelinegro.

—Dio —sentenció Jotaro.

—Idiota —dijo Kakyoin mientras se reía.

Siguieron viendo fotos, riéndose de los extraños trajes que usaban para las obras escolares, contando historias sobre los bailes que les había tocado hacer y demás.

—¿Fuiste la princesa Ariel? —inquirió Jotaro.

—Fue por votación. Todos quisieron escogerme por ser el "rarito de cabello rojo" pero terminé viéndome genial y arrasé con todos los votos. Fui reina del baile ese año, por eso llevo corona.

—El que ríe último, ríe mejor. Voy a buscar disfraces de La Sirenita para ti para este Halloween.

—Jojo, no...

—Jojo, sí. Sigue con el álbum.

Llegando ya a la parte de su adolescencia, se notaba un cambio de personalidad en Kakyoin. Se le notaba más serio que antes, en una clara señal de que el acoso de sus compañeros se volvía cada vez peor. En cuanto el pelirrojo vio que se acercaban a la época donde viajaron a Egipto, no quiso seguir mirando. Todo había ido cuesta abajo desde el momento en que pisó ese país y se encontró con Dio.

—Mejor sigamos después. No son... Momentos que quiera recordar.

—Tampoco yo. Por aquí fue cuando Star Platinum apareció por primera vez, así que... Me descarrilé un poco.

—Y empezaste a beber, fumar, hacer trucos con cigarrillos en tu boca, bebiendo cerveza sin que se apague y...

—Sí, eso. Cállate.

—Voy a hacer la cena, luego llamaré a tu mamá y a la mía para agradecerles por el álbum —dijo poniéndose de pie y dejando el álbum cerrado sobre el escritorio.

Jotaro tomó el álbum de vuelta y buscó la página donde habían quedado, y pasó a la siguiente, donde estaba la foto que tomaron en el aeropuerto antes de volver. Todos se veían cansados, malheridos, pero con una sonrisa en sus rostros. Una que ninguno tenía antes de conocerse.

Tomó luego la foto que atesoraba, que tenía en el escritorio y vio también esas sonrisas. De verdad haberse conocido y haber hecho ese horrible viaje a Egipto los había cambiado, y para mejor.

Jotaro se puso de pie y caminó hasta la cocina, abrazando por la espalda al pelirrojo y juntando sus manos al frente.

—Ridículamente angosta.

Dejó un beso en la coronilla de la cabeza ajena y apoyó su barbilla en el hombro de Kakyoin.

—Te ves mejor desde que te conozco. Me alegra haberte conocido. Hagamos memorias felices juntos.

Noriaki soltó una risita y volteó a ver a los brillantes ojos azul verdoso de Jotaro.

—Fotografiemos todos nuestros momentos felices entonces, como los jóvenes de hoy en día. Como este mismo momento.

—Te haré feliz toda la noche y sacaré fotos.

—Jojo, no.

—Jojo, sí. Esas irán a mi álbum personal.

—¡Jojo, no! ¡Qué vergüenza!

30 Days JotakakWhere stories live. Discover now