"Te Detesto"

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Amanecía. El Soukoku despertaba en la Agencia de Detectives, ya atendidos por Yosano. Cada uno en cama diferente.

Dazai no sentía dolor, ni mucho menos Chūya. Era como si nada hubiera sucedido.

El pelirrojo fue el primero en despertar y buscaba su sombrero. Notó que no se encontraba en casa, y recordó lo sucedido la noche anterior. Se levantó de la cama y miró que Dazai estaba en la otra cama.

— Este lugar es la Agencia... ¡Oye, Dazai! ¡Despierta!

Debía actuar como si hubiera alguien mirándolos, nunca se sabe quién podría estar detrás de las paredes o si la misma habitación tuviera cámaras. No debían levantar sospechas de que él y Dazai estaban casados.

Empujaba con brusquedad al joven castaño hasta despertarlo. Dazai soltó un pequeño quejido de incomodidad antes de despertar.

— ¿Qué quieres, Chūya? Estaba soñando bonito...

— Este lugar es la agencia, ¿Verdad? Odio estar aquí.

Contestó, aún sin encontrar su sombrero. Se iba a atar mejor su coleta, pero la liga se rompió. Soltó un gruñido.

— ¿Qué pasa, Chūya? Sé que no te agrada la Agencia pero... Creo que Yosano-sensei nos ha salvado la vida. Por cierto, te ves lindo con cabello suelto.

— ¡¡ESE NO ES EL PUNTO, ESTUPIDO!!

Se acercó a Dazai, jalando uno de sus brazos para aproximarse mejor a su oído.

— No hagas como si te gustara, digo... Tú me gustas y yo te gusto, pero idiota...estamos quizás frente a alguien más. Nuestro secreto...

Susurraba lo más que podía, cuando Yosano entró a la habitación, haciendo que se asustara Chūya y diera un salto sorprendido hacia atrás.

— ¡Buen día, chicos! ¿Ya está mejor el ejecutivo de la mafia?

Saludó energética. Chūya frunció el ceño y empezaba a incomodarse. Más, por no tener su sombrero ni cabello recogido.

— Bien. Yo me voy. Por cierto, ¿mi sombrero?

Yosano sonrió.

— Ese sombrero... No estaba en el lugar donde te encontré. Debiste haberlo perdido en la misión.

>>>

Chūya murmuró unas palabras antes de salir del lugar. Caminaba por las calles de Yokohama, con la ropa rota en partes y el cabello suelto. Llamaba la atención.

Se escuchaban murmuras cosas como:

"¿Y a ése chico qué le habrá pasado?"

"Debe ser un vagabundo".

"Pobrecito".

Chūya estaba fastidiado. Se apresuró lo más que pudo, evitando ver las caras de sorpresa de las personas de su alrededor cuando cierto niño a lo lejos llamó su atención. Se detuvo.

Cierto... Tengo un hijo... ¿Dónde estará Fumiya?

Dijo a sí mismo en voz baja. Estaba por irse a buscar al niño al edificio de antes, donde lo habían dejado en la madrugada, pero recibió una llamada por sorpresa.

— Que alivio, es mi bebé...

Contestó.

CHŪYA: Fumiya, ¿Cuándo tomaste el teléfono de papá? Bueno, eso no importa ahora... ¿Dónde estás?

FUMIYA: Estoy aquí, mami. Te estoy mirando.

Agitaba el sombrero de Chūya a lo lejos. En efecto, era el niño que el pelirrojo estuvo viendo desde hace un rato.

CHŪYA: Bien. No me cuelgues. Ya voy por tí.

Debía ser lo más discreto posible. Encontrarse con conocidos era lo más común, y no le extrañaría que al día siguiente alguien lo haya visto con el niño en las calles de Yokohama.

>>>

En la Agencia...

— Dazai-kun, ya le avisé a Mori que tú y el chico de la Port Mafia lograron derrotar a la organización. Salvaron Yokohama. Por eso, Mori y yo acordamos en subirles el sueldo a ambos, a cambio de que acepten los demás trabajos en equipo en contra de organizaciones que pudieran venir a atacarnos.

Informó Fukuzawa. Dazai procesaba toda esa información. ¿En qué momento él y Chūya habían hecho eso? Él quedó inconsciente después de haber sido lastimado. ¿Será que Chūya lo logró por sí solo o quizás... Fumiya?

— G-Gracias, presidente.

>>>

Horas más tarde...

Tanto Chūya como Dazai estaban de vuelta en casa.
El pelirrojo preparaba unos Hot Cakes como postre para su cena después de un trabajo tan ajetreado.
Les ponía miel, y los llevaba a la mesa con ayuda de Fumiya, mientras Dazai terminaba de servir la cena.

— Los Hot Cakes de mami Chūya siempre son los mejores, ¿verdad, Fumi?

— ¡Sí! Mamá cocina muy rico.

Respondió sonriente.

— ¿Y yo no, Fumiya? ¿Cómo es la comida de papá?

— Pues... Sabe mejor la comida de mamá.

Respondió con un tono travieso. Dazai frunció el ceño y empezó a hacerle cosquillas como castigo. El pequeño castaño reía, queriendo evitar las cosquillas de su padre.

— ¡Es hora de cenar! ¡Basta de cosquillas!

Gritó Chūya. Dazai dejó al niño y ambos se acomodaron para cenar.

— Mamá, papá, ¿cuándo podré ir con ustedes afuera otra vez?

Eso... No podrá ser posible, cariño. Es un riesgo.

OUR LIFE [SOUKOKU]Where stories live. Discover now