Visions of death

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ATEEZ
Mención de muertes de personajes

"La profecía decía que las personas que estuvieran en su primera vida, podrían ver la muerte de las demás personas. ¿El problema? Park Seonghwa está en su primera vida."

El sol comenzaba a asomarse por los grandes ventanales de la espaciosa habitación de Park, aquellos destellos anaranjados iluminaron el rostro de Seonghwa, haciendo que este inmediatamente abriera sus brillantes ojos. Se quedó mirando por un tiempo el techo, entonces, se incorporó en su cama y posó su cara en ambas manos, aún somnoliento, se levantó de la cama para hacer sus necesidades y alistarse para así, dirigirse al parque donde estarían sus amigos, como era de costumbre.

Una vez que se alistó y estuvo más despierto que antes, salió de su casa tomando su celular, las llaves de su departamento y con su mano izquierda mordía una sabrosa manzana color rojo intenso. Caminaba con tranquilidad, le daba igual si llegaba tarde, además iba comiendo y tampoco quería atragantarse a medio camino por ir corriendo.
Cuando terminó la manzana, la depositó en un contenedor para productos orgánicos y siguió su camino no sin antes revisar su celular, se percató de que una llamada entrante de San se reflejaba en la pantalla de su celular y rápidamente contestó.

— ¿Sannie? ¿Pasó algo?

— Eh... ¿no? — respondió dudoso.

— ¿Estás bien? — preguntó con insistencia su mayor.

— Sí... bueno, sí y no, no me duele nada por si es lo que piensas, pero es que presiento que algo malo va a pasar hoy. — dijo el menor, explicando su inquietud.

— ¿Quieres que me desvíe y vaya hacia tu casa?

— De hecho, para eso te llamaba, todos están aquí.

— ¿Todos? — repitió el mayor.

— Sí, ¿te acuerdas de la profecía sobre las visiones de la muerte?

— Ah, sí, ¿aquella idiotez que tú y Mingi os creísteis porque era una "leyenda urbana"? — inquirió mientras que con su mano libre hacia comillas en el aire aunque su menor no le viera.

San bufó.

— Sí, ¡pero no te burles! Estamos haciendo cálculos de quién de los ocho podríamos tener posibilidades de tenerlo.

Seonghwa chasqueó su lengua.

— Es una leyenda urbana, ¿qué os hace creer que pueda ser real?

— Todos hemos hecho los cálculos y ninguno da la característica que se dice que se debe de tener, faltas tú, entonces, Mingi y yo dejaremos las tonterías si haces ese cálculo con nosotros, ¿vale? —

Seonghwa suspiró, resignado, respondió a su menor de forma afirmativa y después de colgar,  giró a la dirección contraria hacia el parque.
Caminó unas cuantas cuadras más hasta llegar a la casa de San, tocó el timbre e inmediatamente fue recibido por el menor con un abrazo mañanero.

— ¡Hola, Seonghwa hyung! ¡Lo extrañé muuucho! — dijo San como un niño pequeño.

Seonghwa sonrió con ternura y adoración hacia su pequeño.

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