Epílogo 1

717 107 23
                                    

Cinco años más tarde

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cinco años más tarde...

Tiemblo como si fuera la primera vez que hago esto y la verdad, es que ya perdí la cuenta de cuántas veces esperé lo mismo.

Comenzamos a intentar quedar embarazados en nuestra noche de bodas.

Sí, finalmente nos casamos, pero no hubo ceremonia religiosa. Nos bastó la formalidad del registro civil y un festejo con nuestros amigos y familiares más cercanos, seis meses después de la muerte de la Bea.

Necesitábamos nuestro tiempo de duelo.

Tal como decidimos el día del entierro de mi abuela, nos quedamos con la casa y si bien legalmente es solo mía, ambos sabemos que también lo es de Esteban; de a poco, comenzamos a refaccionarla.

La repintamos, cambiamos los muebles y artefactos. También, con la ayuda de una amiga arquitecta de Dani, demolimos la pared que comunicaba la sala con la cocina y la hicimos de "concepto abierto" como muestran todos los programas de Discovery Home and Health.

Colocamos nuevas rejas en la entrada y reparamos partes del techo donde había goteras. Fue un trabajo titánico...y dolorosamente costoso. Los ahorros volaron y por momentos parecía que las deudas nos ahorcaban, hasta que Esteban obtuvo su mitad por la casa de sus padres, yo cobré el juicio a Mike y logramos tener un respiro.

La casa de la abuela se convirtió en nuestro hogar.

Al principio, buscar un bebé parecía pan comido, sobre todo teniendo en cuenta que ya había quedado embarazada utilizando un método anticonceptivo; quizás como un recordatorio de que nada puede darse por supuesto, esta vez nada resultó dos más dos.

Por más de cuatro años probamos posturas irrisorias. Disfrutábamos cada vez que teníamos sexo, sin resignar el erotismo. Cada mes me compraba un test casero y apenas tenía media hora de atraso, lo hacía.

Sin embargo, el deseo de concebir no se acompañaba con los resultados de la incesante práctica.

En esta oportunidad, no solo el atraso de diez días y el dolor en mis pechos me dice que esta tercera inseminación artificial funcionó, sino que mi corazón late mucho más fuerte y el cansancio de los últimos días no es casual.

Estoy sentada en el bidet, esperando los agobiantes y eternos tres minutos que dice la caja del test para cuando Esteban se sienta frente a mí.

―Esta vez se nos da, esta vez se nos da ―expresa en un susurro mientras me besa las manos, apoyadas sobre mi regazo.

―Sabés que te amo, ¿no? ―pregunto tontamente. Por supuesto que lo sabe tal como yo sé que él me ama.

―Mmm...puede que sí ―Esteban es tan lindo y tierno que no puedo dejar de mirarlo.

Le doy un beso simpático en la nariz y su celular suena. La alarma rebotando en las paredes del moderno baño que terminamos de refaccionar solo un año atrás nos advierte que es hora de mirar.

Una vez más.

No puedo evitar sentirme decepcionada de antemano, el negativo nos ha acompañado tantas veces que me agobia que sea la misma respuesta de siempre.

―1,2,3, ¡arriba! ―Esteban se pone de pie y sin soltar mi mano, nos lleva hacia el lavatorio. Antes de mirar, me cubro los ojos con ambas manos.

―No quiero ver. ―Cobarde, me tapo la cara juguetonamente.

―¿Por qué no?

―Porque no sé si podría soportar otro negativo más. ―Hago puchero, su cuerpo tapa la varita mágica. Nada de andar descifrando las rayitas.

―¿Por qué pensás que no estamos embarazados? Tus pezones están más sensibles y estos últimos días estuviste muy, muuuuy cachonda. ―Me besa el cuello y pego un gritito, apartándolo.

―Vos siempre me hacés mala fama. ―Le reprocho, nos besamos y a dúo, giramos.

Prácticamente le arrebato la prueba de las manos cuando leo de lejos la tan ansiada palabra: "Embarazada". Mis lágrimas comienzan a caer a raudales. No puedo ni hablar.

Debido a que no articulo palabra, Esteban toma el dispositivo de detección de mi mano y cae de rodillas al piso, abrazándome a la altura de la barriga.

―¡Gracias!¡Gracias!¡Gracias!―Llora y no es para menos. Le revuelvo el cabello de un lado al otro y mojo la cima de su cabeza con mis lágrimas. Él humedece mi camisón, dejando rastros de su emoción.

―Estamos embarazados...―afirmo, viviendo un sueño.

―Sí, lo logramos mi amor. ―Eleva su rostro, mirándome con absoluta devoción.

Se pone de pie y desperdiga besos sobre mis mejillas, mis párpados, mi mandíbula y mi boca. Es desordenado el modo en que lo hace. Sus manos sostienen mi rostro, manteniéndolo cautivo del roce de sus labios.

―Te amo, te amo, te amo. ―Repite y me encanta escucharlo.

―Te amo. ―Le respondo.

―Los amo. ―Le habla a mi panza.

―¿Los?

―Siempre soñé con tener mellizos. Además, en el "Juego de la vida" terminé teniendo una carrera exitosa, dinero y tres hijos, dos de los cuales, eran mellizos.

Di una carcajada estruendosa llevando la cabeza hacia atrás.

―Conmigo no fue tan benévolo el juego, te lo recuerdo. ―frunzo el ceño.

―No importa, subíte a mi coche. Desde ahora, estamos más juntos que nunca en esto.


*******************

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

*******************

Cachonda: excitada.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Where stories live. Discover now