16

695 113 26
                                    

Por la mañana, tomé una ducha rápida mientras Esteban preparaba el desayuno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Por la mañana, tomé una ducha rápida mientras Esteban preparaba el desayuno. Se sentía todo tan familiar que me asustaba.

Necesitaba un tiempo, distancia.

Todo era tan intenso, fantástico...y perecedero.

Sin hablar demasiado, aduje dolor de cabeza. Esteban trabajaba por la noche en el gimnasio así que no estaba apurado y por eso se ofreció a llevarme.

―No hay problema, ya pedí un Uber.

―¿Otra vez escapando de mí?

―No me estoy escapando ...―¿Cómo decirle que no quería perderlo, pero que sabía que no existía un futuro real entre nosotros? ―. Esteban, esto es un touch and go. ¿Sí? Dijimos que era una suerte de amistad con beneficios. El casamiento terminó, tuvimos sexo mil veces así que ahora ya empieza la vida misma. Otra vez.

―¿Y la vida real no incluye que sea amable con vos?

―No es eso lo que quise decir.

―Soy todo oídos.

No sabía cómo explicarle, hete allí el punto en cuestión.

―Necesito tiempo.

―Tiempo.

―Sí, tiempo para procesar todo lo que pasó esta semana.

―¿Te arrepentís?

―No, claro que no ―dije casi ofendida.

Esteban suspiró profundo, nada bueno podía venir de su ceño fruncido y sus puños contraídos como piedras.

―Está bien. ―dijo, las venas de su cuello tensándose.

―Está...¿bien?

―Necesitás espacio, te lo doy. Esta escena ya la vivimos: no voy a obligarte a que te quedes. No soy de los que mendigan.

―No seas exagerado.

―No lo soy.

―Dale, Esteban, ¿vos no te sentís raro? Esta semana pasaron muchas cosas: pasamos de vernos después de diez años a coger como conejos todo un fin de semana.

―Fui claro con mis intenciones y si accedí al tonto trato de tener sexo con vos es porque quería tener todo lo que pudieras darme. ―Su tono fue rudo, esclarecedor.

―Esteban...yo no puedo...vos merecés una mujer que quiera tener hijos, estar en su casa cocinándote muffins como Anna Olson y fregando el piso como Cenicienta.

―¡Jamás dije que quería eso!

―¿No querés hijos? ―Abrí los ojos, espantada.

―El tipo de mujer que pintás como la ideal para mí no es lo que quiero. ―Sujetándome por las muñecas suavemente, apretó mi pulso. Sus ojos celestes atrapando los míos ―. La mujer que quiero a mi lado tiene que ser independiente, saber lo que quiere y amarme incondicionalmente. Busco una compañera con la cual compartir una vida. Si quiere fregar, que sea porque quiere. Si quiere cocinar, que sea porque quiere. Si quiere estudiar todas las noches, la ayudaré a hacerlo. No quiero una esclava. Quiero a alguien feliz con la vida que construya a mi lado. Y sí, quiero hijos que sean la máxima expresión de cariño entre mi esposa y yo. La muestra viviente de nuestro amor, la perpetuidad de nuestras almas.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora