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La intervención fue un éxito

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La intervención fue un éxito.

Bueno, al menos dentro de lo que se esperaba en esta clase de casos, obviamente. No hubo tejido extra que retirar, lo que significaba que mi trompa derecha, donde se había alojado el embrión, no se había visto afectada más de la cuenta.

La única manera de saber inmediatamente si todo estaba en orden, era quedar embarazados nuevamente.

Te lo agradezco, pero no. Como diría Shakira.

Una semana más tarde, ya no era secreto para nuestras amistades ni para mi abuela lo que sucedió; todos habían venido a verme al hospital o al departamento a expresar cuánto lo sentían. Trini me contó su traumática experiencia: una expareja suya, casualmente el hermanastro del hasta entonces desconocido Valentín, atentó contra su vida, provocándole un aborto.

Ella no supo que estaba embarazada hasta que su madre se lo contó cuando salió del hospital donde estuvo internada con múltiples lesiones.

Su relato fue realmente conmovedor, mucho más cuando manifestó lo difícil que fue concebir al pequeño Alejo.

¿Yo quería intentarlo nuevamente?¿Sería capaz de no pensar en las posibilidades de que otra vez fuera ectópico?¿Estaba dispuesta a sumergirme en semejante vorágine?

Me dolía la cabeza y preguntas como esas no me ayudaban en lo más mínimo.

La abuela no quiso hablar al respecto, respetó mis silencios y se lo agradecí.

En el departamento, fui un fantasma. Ya no encontraba mi sitio, ni siquiera pensar en pasar a buscar a Esteban a su trabajo era motivador.

No lo esperaba dispuesta a tener sexo, tampoco me quedaba despierta para hablar de su día laboral.

Las horas pasaban sin más.

Los días eran solo números en el calendario.

Nos acercamos a fines de abril y mis padres ya no toleraban mis excusas para no comunicarme con ellos. "Desamorada, irresponsable, inmadura..." eran algunos de los adjetivos con los que me calificaban.

Mis hermanas supieron de inmediato que algo extraño me sucedía: en una videollamada con ellas, no fingí más. Detallé desde el momento en que bajé en el aeropuerto hasta que obtuve el alta en el hospital.

No me guardé nada.

Sus rostros de sorpresa fueron épicos.

Para cuando conocí a Esteban, ellas tenían 10 y 8 años. Lo recordaban como el hermano flaco y desgarbado de mi mejor amiga. Tiempo después, lo vieron en un par de publicaciones en las que Marisol lo etiquetó y admitieron que se veía diferente.

―Nunca me importó su aspecto ―reconocí ―siempre se trató de su interior.

En tanto que Nuria se puso de mi lado Melina insistió en que, ahora que ya nada me ataba a él, debía recuperar mi vida.

"En lo profundo de mi alma" - (Completa)Where stories live. Discover now