Glicinia

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C11 Glicinia

Amity avanzó acarreando su bolsa de gimnasio desde la pista de carreras del campus.

Ese sábado eran las pruebas e inscripciones para los equipos deportivos del colegio, y, más por mera formalidad bajo el hecho de pasar a High School, Amity acababa de concluir con la prueba para el club de atletismo.

Obtuvo, como siempre, el mejor cronómetro de las participantes.

Era una lástima que no pudiera participar de las competencias intercolegiales, seguramente sería una leyenda.

Suspiró con resignación.

"El ejercicio es obligatorio Amity, pero no es propio de una dama competir en eventos deportivos, las ropas son inadecuadas y las señoritas nunca deben destacar por la fuerza física, no vas a competir."

Era lo que había dicho su madre la primera vez que pidió competir en una carrera de relevos.

Su padre sólo lo confirmó.

Lo intento dos veces.

La segunda ocasión tuvo consecuencias más graves que un regaño.

Así que no volvió a intentarlo.

Con paso calmo, llegó a la banca que estaba al costado de la cancha de futbol americano y tomó asiento junto a un par de estudiantes que estaban preparándose para las pruebas.

Lastimosamente, las pruebas de atletismo y futbol americano no coincidían en horarios, así que tendría que esperar a que Luz terminara su prueba, ya que habían acordado leer algunos capítulos en casa de Amity después del entrenamiento.

Ah, y también a Edric, que era quien las llevaría a su casa.

Al ser el único varón, tenía un lugar especial en el corazón de sus padres y recuperó el permiso para utilizar el auto.

Amity se permitió al fin, relajarse en su asiento.

Observó los alrededores con curiosidad, generalmente nunca veía los partidos de futbol, ni siquiera sabía las reglas del juego.

Finalmente, sus ojos encontraron una figura familiar, y, sin darse cuenta, sonrió.

Luz estaba en el centro del campo, con unos cuantos balones a sus espaldas.

La chica se inclinaba, recogía un balón, lo arrojaba y repetía el proceso.

Amity se encontró a sí misma inmersa en las acciones de la morena en la distancia.

Llamó su atención el castaño oscuro de su cabello, bajo el los rayos dorados del sol brillaba en destellos cobrizos.-

De hecho, toda Luz parecía resplandecer bajo el intenso brillo del sol del verano.

Su piel, a diferencia de la palidez que caracterizaba a la suya, no reflejaba al sol escandalosamente, sino que parecía refractarla y devolver su propio fulgor, de caramelo brillante por la humedad de la piel transpirada.

Y sus ojos, el profundo chocolate destellaba como bronce recién pulido, más resaltados aún por las gruesas líneas de maquillaje negro que cubrían sus pómulos.

Pudo ver en claro detalle como una gota de sudor resbalaba desde su sien, bajando por cuello, hasta perderse bajo su ropa.

Fue entonces que se dio cuenta.

Era la primera vez que la veía sin el uniforme escolar.

Llevaba una camiseta blanca sin mangas con un logo de Batman en el pecho, zapatos especiales para el campo de futbol, una muñequera de colores y shorts cortos.

El pecado de florecerWhere stories live. Discover now