Tercera betónica

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C9 Tercera betónica

Luz corrió velozmente por el campus con pánico, tratando de ocultarse de sus amigos.

¡¿En que pensaba?! ¡Claro que Willow se iba a molestar!

Necesitaba tiempo para pensar bien en como explicarle que sólo sería un crush pasajero como algunos otros, que sus emociones eventualmente iban a desaparecer.

Por ahora era presa del pánico.

Así que no volvería con sus amigos.

...

Al menos hasta la hora del almuerzo.

La dominicana, frenó al fin su veloz carrera, recuperando el aliento, y se dio cuenta de que estaba cerca del sendero hacia el prado.

Un lugar lo suficientemente alejado de Willow y Gus.

Con paso tranquilo atravesó el sendero, y al llegar al prado, palmeó los bolsillos de su saco.

Le dio un pequeño infarto.

¡Mi teléfono!

Rápidamente hizo memoria de los lugares donde lo había sacado.

El último había sido...

Junto a Gus y Willow...

Ugh.

Vaya forma de hacer el ridículo.

Suspiró con hartazgo y miró alrededor del campo, buscando alguna manera de entretenerse.

Pocas cosas la torturaban más que el aburrimiento y estar quieta sin hacer nada.

El prado era tan grande que los pequeños grupos de adolescentes sentados parecían ser pocos.

Pero, claramente, ninguno que Luz conociera lo suficiente para acercarse.

Miró a los establos.

King estaba ahí, pacíficamente asomado por su respectiva taquilla.

Y Luz pudo jurar que la miraba.

Casi que la llamaba.

El caballo resopló y dio un breve relinchido alegre.

¡Awwww!

Luz dio unos cuantos pasos en su dirección.

'Sólo trata de no liberar ningún caballo, por favor.'

Luz frenó súbitamente.

Le había costado horrores recuperar la confianza de Amity.

Tal vez acercarse a los caballos no era buena idea.

¡Pero King es tan lindo!

¡No!

¡Luz mala!

La joven se dio media vuelta tratando de resistir sus impulsos.

Entonces la vio.

Amity estaba recargada en un sauce delgado a pocos metros del sendero.

Leyendo ese libro de tapas negras.

Tan linda...

¡BASTA!

Y por lo que veía, estaba a unas cuantas decenas de páginas por terminar.

Nunca había visto a alguien leer con tanto ahínco sobre matemáticas financieras y comercio.

Eso era lo que le había dicho Amity cuando no le permitió mirar el libro en el almuerzo del día anterior.

El jadeo de Amity la sacó de sus pensamientos.

El pecado de florecerWhere stories live. Discover now