Mecánico.

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Partes mecanizadas. Oxidadas. Corroídas. Un vendaval sacudía cada límite de su humanidad. El neón rebotaba contra el metal hasta perderse en el umbral de los desmesurados bloques. Diminuta. Perdida. Que viviría con odio por encarnar aquello que juró aborrecer.

Un humano que vivió de papeles, para volverse una máquina teatral.

Aliquebrada. Afligida. Docenas de pisadas que marchaban a su lado, pero no la atendían. Aquél clamor taciturno del árbol que cayó y no tuvo quién lo escuchace. Pensó en lo que tuvo y perdió. Extrañó. Pero no pudo respirar.
El árbol que un día le dió oxígeno ya no se encontraba.

Pero el sol volvió, y le enseñó el sendero al éxito. Aquel que desconocía como la vida misma. Pero el calor sosegó el dolor de las extremidades indoloras. Un camino sin rumbo, pero con felicidad. Sin esperar, sin llorar.

Era sólo un robot, esperando una declaración de amor.

Madrugadas. Where stories live. Discover now