Invierno confundido.

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Al correr del gélido céfiro. Efímero. Doloroso. La máscara del invierno, y la cáscara del otoño. El arboreo tambaleante, que descifra espléndidamente el vientoñol. Le bisbisea con dulzura, que su cambio está cerca.

Y comienza a confundir la gravedad, si su virtud le indica que nunca deberá caer.

No anudan las cadenas que aceleran el paso. Una canícula súbita sorprenden mis pisadas. La ventolina se escabulle, y el silbido del frío se encuentra con el calor. A mis pies se arrastran las agujas que cayeron, revueltas en un vaivén.

Tan solo puedo pensar que el invierno se confundió.

Y podría lastimar tanto, como unos dedos congelados.

Madrugadas. Where stories live. Discover now