Ambrosio fue quien destruyó su vida, pero su concubina fue quien lo salvó.

Vio en los ojos brillantes de esa mujer bondad y verdadero sentimiento de lástima. Su tacto suave era encantador. Su simple voz lo dejaba flotando en un mar de flores y fragancias deliciosa.

¿Por qué es que la vida jugaba con él de ese modo?

Lo presentó delante del verdadero diablo que destruyó su alma y lo arrojó a los perros, y es ahora su ángel prisionero quien lo salva de aquellos carroñeros. Es ella quien quiere hacer desaparecer su marca de esclavitud y que ahora le daba en manos la bendecida comida de la que tanto él había soñado noches tras noches y días tras días.

Probar la exquisita carne que un vendedor ambulante le preparó junto con un poco del dulce jugo era tan glorioso que inevitablemente lloró delante de los oficiales.

—Veo que ni siquiera te han estado alimentando bien. —opinó Sir mediante observaba los rasgos del joven sentado en el sillón delantero suyo del carruaje. Las damas y el príncipe salieron a realizar sus compras –tenían ocho seguidores que las protegerían– —. Tu rostro me es parecido al de alguien. ¿Eras acaso un caballero importante?

Ni siquiera le respondió a ese sujeto. Él lo reconocía bien. Jamás olvidaría el rostro del seguidor del demonio. Era él quien estaba al lado del escudero de Ambrosio. Ese mismo escudero que rompió con sus anhelos y los venció en batalla.

Ver nuevamente su rostro solo le anciaba el querer rodear su cuello con sus dos ambos y apretarlo hasta ver que dejase de moverse.

—Uhm. —arqueó una seja debido a ese silencio presentado por él. Tal parece ser que le agrada. Bueno, era de esperarse de parte de alguien que fue esclavizado por su propia orda de caballeros.

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—Mire esa vitrina, ¿No les parece que son encantadores?

Los que Ambrosio me regaló la semana pasada podrían opacarlos.
Son insignificantes

—No me gustan. —opinó de mientras ella continuó el camino con su dama al lado.

Tenía un plan. De todos los manhwas que ha leído en su vida pasada en su tiempo libre, las protagonistas siempre se dirigen al lugar menos famoso y poco concurrido de las boutique's. Era una regla de toda historia de fantasía que la protagonista hallara su vestido soñado en una tienda de cuarta, así que ¿Por qué no ponerlo a prueba?

—Vayamos más abajo.

—¿Más abajo? Pero solo entraríamos al territorio de los plebeyos. —¿Territorio de los plebeyos?, ¿Qué clase de ley de Apartheid era esta?, ¿Verdaderamente existían lugares donde la nobleza podría regocijarse entre ellos lejos de los menos favorecidos?

No entiendo porque ella también se sorprendía. Era un mundo ambientado en la época medieval, todo lo que estaba oyendo y observando era para todos ellos normal.

—Demosle una oportunidad. —continuó caminando. No fue del gusto de los oficiales, uno de ellos tuvo que ir en busca de más de sus compañeros para poder custodiar el doble de fuerte a su señora. Tal parece que sí irían al territorio más bajo.

Solo debían de tomar un camino recto. Pensó que con los oficiales sería difícil el moverse por todas las personas que ellas al notarla no dudaban en apartarse y dejarle el camino libre. Claro, notaban el escudo de su majestad que uno de sus seguidores portaba en un mástil como informe a todos ellos de quién era ella. Se apartaban por temor de ser capaces de atravesarse en el camino de la madre del segundo príncipe.

❝𝐁𝐄𝐓𝐒𝐀𝐁𝐄 ────𝘄𝗵𝗼 𝗺𝗮𝗱𝗲 𝗺𝗲 𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀?✓Where stories live. Discover now