Semillas del ayer

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Gun estaba exhausto; tanto que se tiró en la enorme cama matrimonial dispuesto a tomar una siesta, lo necesitaba después de haber realizado todos los quehaceres del día, para su mala suerte, su hermoso plan se vio alterado gracias a los gritos de New, el hijo mayor de apenas cinco años.

—¡Papi, Win no me quiere dar mi señor cara de papa! —grito el pequeño señalando con el dedo a Win, su hermano menor de tres años. Gun resignándose a su deseó, se sentó en la cama para mirar a los niños.

—Win, por favor, dale su señor cara de papa a tu hermano—respondió Gun en un tono agotador mientras se agarraba la cabeza.

—¡No! —grito Win mientras mordía el juguete. Gun con el estrés al tope se incoó para estar a la altura de su hijo pequeño.

—Cariño ese juguete es de tu hermano, tienes que dárselo—comentó el hombre mirando al niño, ambos mantuvieron contacto hasta que Win fijo la vista en New quién tenía el ceño fruncido.

—Si, pero no quiero—hablo Win babeando el juguete.

—Iugh Papi lo está babeando ¡Quítaselo! —grito el pelinegro en un tono bastante alto.

—New préstaselo un rato, nunca lo ocupas—expreso el castaño agarrándose los laterales de la cabeza, tratando de aliviar el dolor

—¡Pero hoy si quiero! —replicó el niño.

De repente la alarma que le advertía a Gun si las galletas estaban listas para salir del horno, sonó en gran volumen, el encargado del hogar únicamente le arrebató el juguete al menor y se lo dio a New, seguidamente cargo a Win apoyándolo a un costado de su cadera y sosteniéndolo con el brazo izquierdo. Win empezó a llorar dado había perdido el juguete.

—Ya, ya mi amor, tranquilo le diremos a papá que te compre uno igual, siempre le digo que traiga juguetes iguales, pero nunca me escucha— rechisto el castaño bajando las escaleras con el niño en brazos, dirigiéndose hacia la cocina. Antes de entrar a esta, dejo a su hijo en la sala, sentándolo en un sillón especial para niños, seguidamente le puso en la televisión paw patrol.

—Siéntate aquí, mira tú programa favorito— soltó Gun viendo el cambio repentino de Win pues dejo de llorar para enfocarse en la televisión.

—Bien así quédate—murmuro Gun corriendo hacia el horno, se puso los guantes y posteriormente saco las galletas en forma de estrella.

—A tiempo—se animó a sí mismo colocándolas en un plato, no pasaron ni cinco minutos cuando el llanto del bebé le hizo suspirar.

Después de haber pasado una hora tratando de dormir a Chimon, el nene se había despertado en treinta minutos, era muy obvio gracias a la bronquitis. Gun no tuvo de otra más que guardar las galletas en el tarro y subir apresuradamente a la habitación de Mon.

En el camino se encontró a New quien le insistía lavara su juguete por qué estaba lleno de baba; las cosas empeoraron cuando su teléfono empezó a vibrar, el castaño reviso los mensajes percatándose que provenían del grupo de WhatsApp perteneciente al salón de clases de New, al leerlos se enteró que su hijo debía entregar una maqueta de los planetas para mañana temprano.

[...]

Eran las diez de la noche cuando Gun logro dormir a todos sus hijos y por fin terminar de colgar la última bolita de unicel que representaba a Marte, una vez concretó su labor se golpeó la frente con la mesa.

—Dios...—murmuro recordando que le había faltado ir al banco a liquidar las tarjetas, pagar la colegiatura de New, ir al supermercado para la comida de los perros e ir al dentista para la limpieza bucal de Win.

Ocho CitasWhere stories live. Discover now