—Mi madre no tiene que saberlo. —la idea del príncipe era la siguiente: visitaría a su hermano menor, solo uno de los días que el emperador decida –lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sabado o domingo– y ese sería el único día de cada semana que él viajaría hacía el Palacio Garnet, solo ese día. Su madre no debía ni tampoco tenía que enterarse de ello. No es como si fuera a pasar el tiempo con la concubina, trataría de tener el menor contacto con ella, pero sí trataría de jugar con su pequeño hermanito.
Con la aprobación del soberano de Obelia no habría impedimento de nadie para él poder acercarcele—. Por favor padre. Nunca le eh pedido nada a usted, siempre fui un hijo que se mantuvo al marguen de sus cosas, pero por está vez ¿usted puede darme ese permiso?

Pensó detenidamente en ello. El niño parecía estar desesperado, queriendo verdaderamente ver a su hermano menor ¿por qué?

Es extraño, pero le tenía cierta envidia a su segundo hijo.
El amor de una madre y el cariño de un hermano mayor. Era todo lo que él en su niñez pedía, pero solo sus intentos lo llevaron a ser despreciado aún más. Ahora sus manos llevaban la sangre de su propia madre y de sus hermanos mayores.

—Ya que. Te debo un regalo de cumpleaños.

¿Eso era un sí?

—¿Su majestad?

—Puedes ir está tarde. —sus palabras eran bastante emocionantes, le fue imposible para el primer príncipe el no dar un ligero salto de ella—. Pero solo estarás cinco horas. No más.

—¡Sí!, ¡Gracias, gracias padre! —subió las escaleras para poder besar su mano en señal de agradecimiento.

Ambrosio le permitió el gesto y cuando finalmente su hijo se fue emitió una cuantas risas de solo imaginarse qué cara pondría la emperatriz o qué haría ella contra ese niño si se enteraba de que iría en su contra y visitaría el palacio de su concubina.

—¿No sería gracioso el ver a esa mujer matar a su propio hijo en sus arranques de ira? —el escudero a su lado no parecía compartir los mismos pensamientos que él o simplemente no le veía la gracia a eso tan horrible que dijo. ¿Qué padre podría decir algo así?, se trataba de un hijo suyo también—. Odio el tener que cumplir siempre las promesas al pie de ellas. —miró al castaño—. Haz que preparen un carruaje para el primer príncipe, que sea un cochero de confianza. Inventale algo a la emperatriz para que ella no sospeche nada.

—Sí, su majestad.

—También informarle de esto a Betsabé. —agregó—. A partir de hoy, todos los martes, el primer príncipe visitará cinco horas al segundo príncipe en el Palacio Garnet. Son órdenes mías.

Dijo lo mismo en afirmación el castaño.
Tomó rumbo a cumplir lo primero.
El carruaje del príncipe sería aquel mismo de su majestad, el cochero sería meticulosamente elegido por entre muchos. Debía de ser una persona de confianza, alguien que no sea capaz de soltar nada de la información a cualquier seguidor de la emperatriz. Tendría la orden de esperar al príncipe Athanasio fuera de los portones del Palacio Escarlata, llevarlo hasta el Palacio Garnet y aguardar cinco horas hasta que la visita acabara. Así desde hoy en más.

—¿Su majestad desea verte? —miró con desconfianza al niño que se alistaba con ayuda de las criadas. El atuendo que llevaría puesto debía de ser cómodo, tenía tantas ideas de juegos que quería realizar con su hermanito que preparó una bolsa aparte con muchos juguetes y ordenó al escudero de su padre llevarlo hasta el carruaje a escondidas.

❝𝐁𝐄𝐓𝐒𝐀𝐁𝐄 ────𝘄𝗵𝗼 𝗺𝗮𝗱𝗲 𝗺𝗲 𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀?✓Where stories live. Discover now