ALOM

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Al adentrarse a las aguas nocturnas de Alom, se les ordenó a todos los presentes regresar a sus habitaciones para dormir. Trini se despidió de las chicas, deseándoles buen descanso. Mientras tanto, ellas volteaban por todos lados intentando encontrar a Gil, más no tuvieron éxito y decidieron regresar a sus habitaciones. Sin embargo, esa noche Zara no podía conciliar el sueño a diferencia de su amiga. Intentó de todo, ponerse una almohada en la cabeza, contar borregos e incluso escuchar música de piano en sus walkman, pero solo lograba dormir unos minutos para volver a despertarse. Miró al reloj que colgaba en la pared frente a las camas y marcaba las cinco de la mañana, fue entonces cuando escuchó un golpe afuera.

Decidió levantarse para ver si alguien necesitaba ayuda. Al abrir la puerta vió oscuro todo el pasillo y con dificultad pudo observar que la mesa puesta a lado de su habitación había sido movida y el jarrón, el cual la adornaba, ahora estaba en el suelo. Lo alzó para colocarlo en su sitio, de repente un aire recorrió todo el lugar, se imaginó si alguien pudo haber abierto el acceso a la cubierta, entonces se dirigió hacia ese rumbo. El frío aumentaba con cada paso y llegó ella hasta la entrada, donde comprobó el origen de la corriente de aire, inclinó su rostro para ver si reconocía a alguien, pero todo se hallaba tranquilo. En eso una voz habló a su espalda.

―¿Zara, eres tú?

―¡AHHH! -gritó ella y de inmediato unas manos le taparon la boca.

―¡Cállate,vas a despertar a todo el barco! ―exclamó él.

La voz se le hizo familiar y volteó para comprobar sus sospechas.

―¿Gil?

―Sí,soy yo.

―¿Qué haces aquí? ―cuestionó ella.

―¿Yo?, ¿Tú qué haces aquí? ―mientras preguntaba, él hacía señas de bajar la voz.

―Escuché un ruido afuera de mi cuarto, decidí salir a investigar. Fue cuando sentí el aire frío y pensé que venía de la cubierta.―hizo pausa para realizar una pregunta― ¿Entonces eras tú quién andabas merodeando los pasillos?

―No, mmm... ―contestó pensativo. ―De hecho yo me alistaba para venir aquí, y ver si se podía ver la luz del faro de ALOM, pero fue en ese instante cuando escuché ruidos en el pasillo. Me apresure a cambiarme, al salir también sentí el aire frío, en eso vi una sombra moverse para este rumbo y eras tú ―explicó Gil mientras se rascaba la cabeza.

―No importa ahorita quien fue el primero en salir del cuarto, sin embargo, ¿Vienes a ver un faro? ―preguntó ella desconcertada.

―¡Sí! ―contestó emocionado ―. Tienes que verlo también, el faro es único, es enorme,  además emerge una luz verde. Es como un rayo recto, el cual puede verse a kilómetros ―explicó animado.

―Esta bien, ¡Vamos a verlo! No puedo dormir.

―¡Excelente! Sígueme con cuidado.

Los dos se escabulleron por toda la cubierta hasta llegar a la punta del barco. Mientras avanzaban, Zara pensaba en sus compañero, el cual, era el tipo de persona en aventurarse sin importar, los comentarios o si tuviera compañía de los demás; una persona solitaria como ella. Cuando llegaron, vieron una luz verde fina, delgada como un hilo pero tan impresionante como las luces de las auroras.

―¡ES INCREÍBLE GIL! ―exclamó ella.

―Lo sé, había escuchado de mi abuelo lo asombroso de la luz. Debía mirarlo con mis propios ojos; solo existía el inconveniente del horario para estar aquí arriba.

Pasaron varios minutos mirando el cielo lleno de constelaciones, las cuales eran atravesadas por esa luz. Entonces a lo lejos de las aguas, pudieron ver una sombra oscura pequeña de donde salía el rayo verde, e iba aumentando de tamaño mientras avanzaban. 

―!Ya vamos a llegar. ¡Eso de ahí es el faro! ―dijo Gil en voz baja pero emocionado.

Estaban maravillados con el paisaje, pero nunca se dieron cuenta, de unos ojos amarillos en la oscuridad que los observaba desde la puerta de donde habían llegado. Escondido entre las sombras, el desconocido decidió regresar a su habitación, pues el tiempo de actuar se había acabado y el amanecer estaba cerca <<¡Todo por culpa de esos niños!>> pensó, mientras cerraba la entrada.

Los chicos seguían mirando cómo crecía el faro junto con todas las edificaciones detrás de él. Aunque apenas se iban pintando los primeros colores de un amanecer hermoso, la ciudad de Alom daba muestras de poderío y grandeza. Pasaron por el faro, era enorme, más grande que cualquier otro visto por ellos, su altura daba la impresión de una torre ascendente hacia las nubes. 

Cuando el barco cruzó la torre, la luz se fue volviendo más tenue hasta desaparecer, ahora veían la ciudad, donde las casas se extendían hacia arriba de una colina y en la punta de la loma había un edificio rectangular con varias cúpulas pequeñas, seguidas una tras otra; y al final una enorme, representando el techo principal. Además de cuatro torres en cada esquina del mismo edificio, donde se podía distinguir los mismos símbolos vistos con anterioridad en el uniforme de la capitana.

―¿Eso será la academía?-preguntó Zara señalando hacía el edificio.

―Noooo, ese es el templo de los guardianes, una mezquita única en el mundo. El colegio está en las cercanías del bosque negro. ―dijo en tanto se acomodaba bien las gafas.

―Conoces muchas cosas de Alom. ¡Estoy impresionada Gil!

―¡Gracias! Sin embargo se lo debo a mi abuelo, él es quien me cuenta todo ―. Miraron el amanecer de la ciudad, la tranquilidad de la mañana refrescó la memoria de ella. 

―Gil.

―¿Si?

―Lamento haberme burlado de ti en el comedor ―inclinó la cabeza para no cruzar las miradas.

―No te preocupes, me pasa todo el tiempo. La torpeza es mi segundo nombre.

El chico extendió su mano, ella sonrió y la estrechó. Después ambos acordaron regresar a sus cuartos para prepararse a bajar del navío.

El Oráculo de Zara. &quot;Despertar del Fénix&quot;Where stories live. Discover now